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domingo, 24 de julio de 2011

Esto es lo que ocurre al presentar excusas culturales para problemas económicos

las autoridades tienden a despreocuparse de los terroristas de la extrema derecha por considerarlos "locos solitarios" [...] un "loco solitario" resulta menos preocupante y más fácil de explicar que la posibilidad de que los nazis se estén dedicando al terrorismo organizado

Stieg Larsson, La voz y la furia


Con el previo aviso de la burbuja de Internet, el 11-S derivó sus consecuencias en dos planos; uno cultural, el otro económico. Quizá entonces lo más impresionante fuese el desplazamiento del fin de la historia por el choque de civilizaciones como textos a partir de los cuales explicar el mapa internacional de la época, y la así llamada guerra contra el terror.

Pero lo más importante cuajaba en un segundo plano. En El nuevo paradigma de los mercados financieros, Soros recuerda que para «contrarrestar la desaceleración de la economía, la Reserva Federal siguió reduciendo los tipos —hasta un 1 por ciento en julio de 2003, la tasa más baja en medio siglo, tasa que se mantuvo un año entero—». Luego, con el dinero por los suelos, llegaría la burbuja inmobiliaria. «La crisis del crédito tuvo origen en un clima, un problema y un error. Pero también en un fracaso: el de los reguladores, los políticos y los directores de bancos centrales, cuya función consistía en detectar el peligro económico.» (Lanchester). Y justo ahora, Estados Unidos se debate sobre cómo evitar la suspensión de pagos, con una dura y poderosa oposición de la derecha.

Es decir, mientras buena parte del mundo permanecía atento a lo que estaba pasando en Oriente Medio y la guerra contra el terror, los bancos aumentaban sus ganancias aprovechando la coyuntura y los nuevos instrumentos financieros, y apostando más fuerte. Algunos salieron muy bien parados de aquella situación.

Entre tanto, es posible que las movilizaciones en contra de la OMC celebradas en Seattle en el año 1999, antes de las burbuja de Internet, del 11-S y de la crisis económica, sean uno de los principales iconos de los movimientos alterglobalización, cuya máxima popularidad comprendió los comienzos de nuestro siglo. En la película Battle of Seattle, una periodista la pregunta a un manifestante si realmente el mundo no tiene otros problemas más importantes que salvar a las tortugas. En esencia, esa fue la imagen que en ocasiones pareció trascender de aquel movimiento. Un montón de tipos nacidos en países desarrollados, con una profunda conciencia solidaria, viajando a Seattle, Génova o Barcelona para defender la participación y los derechos de los países del Sur.

Al revés, hoy los tipos nacidos en países desarrollados son los que salen a la calle a movilizarse por su propia situación. Paralelamente, la extrema derecha va ganando espacio en Europa. Los atentados de Noruega, que en un primer momento levantaron las sospechas de Al Qaeda, no han tardado en poner sobre la mesa la alarma del populismo. Así lo narra Pere Rusiñol desde Público y Nicholas Kulish desde el NYTimes. Contrariando a Larsson, el analista político Hajo Funke conviene que «This may be the act of a lone, mad, paranoid individual, but the far-right milieu creates an atmosphere that can lead such people down that path of violence Victor Lapuente se opone a «una lectura política simplista, vinculando la barbarie al ascenso de la derecha populista en la Europa del norte y responsabilizando a sus líderes políticos de inspirar este crimen.» Ahora bien, ¿seríamos igualmente laxos si el atentado lo hubiese ejecutado el terrorismo islámico?

A modo de curiosidad, más o menos escalofriante, según la mitología, Zeus rapta a Europa en Tiro para luego llevarla a Creta. Es ahí, pues, en Oriente Medio, donde se encontrarían nuestros orígenes. Y Coudenhove-Kalergi, principal pan europeísta, convino en los años veinte, en su libro Idealismo práctico, que el futuro pudiera ser de una única raza, euroasiática-negroide, como causa del mestizaje. Pero esto es algo a lo que no pocos políticos continentales se oponen.

El Partido de la Libertad se mostró en 2009 como segunda fuerza política en las europeas de Holanda. Su representante, Geert Wilders, recientemente fue absuelto tras ser acusado de incitar al odio racial. Entre otras cosas, Wilders afirmó que Israel combate “por todos nosotros”, comparó el Corán con el Mein Kampf, anunció que más Islam trae consigo menos libertad, crítico las “utópicas ideas sobre el relativismo cultural”, y se jactaba de haber fundado su partido para impedir la entrada de Turquía en la Unión. Una vez más, en Wilders persiste la práctica demagógica de contemplar el Islam como una religión monolítica. Algo impensable con el cristianismo.

Ciertamente, Turquía, enemiga de Wilders, como responsable del holocausto armenio, podría significar la máxima expresión de la pesadilla que se cernió sobre Occidente con los atentados sobre las Torres Gemelas, repetición de las cruzadas con los turcos como enemigos, masacre a todo un pueblo cristiano ejecutada en nombre del Islam. Pero eso fue antes de la revolución kemalista, que implicaría una tentativa de progreso social que se anticipaba a países como el nuestro. Con el nazismo, daría cobijo a científicos y artistas perseguidos en los años treinta y cuarenta. Durante la Guerra Fría, tal como afirma el historiador Daniele Ganser, la OTAN se sirvió de Turquía a su antojo como enclave estratégico con que frenar el avance soviético. El país entraría a la OTAN y mantendría acuerdos con la CEE en el sesenta y tres; en esa década haría acopio de armas nucleares y establecería relaciones diplomáticas con Israel. Tiempo después se discutiría la pertinencia del país euroasiático en la Unión. Y luego, perdidas las esperanzas ante la idea de su ingreso, y con una economía que mejora la situación de muchos países europeos —es decir, con poco que ganar en la Unión—, el PM turco se inclinaría a replantear sus relaciones internacionales. Si bien, con su nueva victoria en las elecciones de junio, buena parte de la prensa occidental parecía mostrarse preocupada de la ausencia de democracia en el estado otomano. Todo muy extraño.

Expo, la revista de Stieg Larsson, realizó en 1997 un estudio sobre la extrema derecha en europea. Según Larsson, gozaba de tanto poder o más que en las elecciones previas a la llegada de las dictaduras fascistas.

«Naturalmente —dice el periodista—, cualquier comparación de esta índole es arriesgada: la situación de los años treinta no se puede comparar con la que nos encontramos setenta años más tarde. Pero la existencia de estos grupos antidemocráticos nos pone sobre aviso del estado en el que se halla la democracia. El denominador común de todos estos partidos es el cuestionamiento de la legitimidad de la sociedad democrática. Su mensaje propagandístico más frecuente es la afirmación de que, en cierto modo, los políticos democráticos no son más que unos villanos que hacen chanchullos, se lucran a expensas del pueblo y, además, han “vendido” o “traicionado” al país.»

En 1997 la situación no era comparable a 1929; en 2011, lamentablemente, sí. Y nadie desea enfrentarse a una crisis de tales dimensiones. Porque eso es lo que justificó la existencia de las dictaduras y lo que hizo comprender el sistema comunista como una alternativa a pensar. O como dijese Hobsbawm, «el mundo de la segunda mitad del siglo XX es incomprensible sin entender el impacto de esta catástrofe económica». ¿Dispuestos a repetir?


Ganser, Daniele (2005), Nato's Secret Armies (Operation Gladio and Terrorism in Western Europe). Londres, Cass.

Hobsbawm, Eric (2011), Historia del siglo XX. Barcelona, Crítica.

Lanchester, John (2010), ¡Huy! (Por qué todo el mundo debe a todo el mundo y nadie puede pagar). Barcelona, Anagrama.

Larsson, Stieg (2011), La voz y la furia. Barcelona, Destino.

Soros, George (2009), El nuevo paradigma de los mercados financieros (Para entender la crisis económica actual). Madrid, Taurus.

jueves, 21 de julio de 2011

Algunas consideraciones sobre la destrucción creativa del papel

1. En España es habitual el comentario que exige responsabilidad a la industria editorial y critica su falta de compromiso con el libro electrónico. ¿Pero qué pasa con las librerías? Omitimos que una parte muy importante del libro electrónico es Jeff Bezos, pues aquel que desee un dispositivo de lectura óptimo acudirá a Amazon, USA. Por supuesto, más tarde encontrará que apenas hay mercado de novedades electrónicas en español. Aunque sí un inconmensurable almacén de textos estupendos, piratas y gratuitos en la red.

2. Hasta la fecha, el problema más grave al que pueda enfrentarse un autor es que (como dice Juan Cerezo citado por Rafael Reig) a los tres meses de su salida, un libro no sólo deja de interesar a la prensa sino que además desaparece de las librerías. Lo cual es una broma en comparación a lo que se avecina. O desde luego, en los últimos tiempos vengo percibiendo cómo ciertos libros vinculados a la edición independiente aparecen disponibles en la red. Basta conocer un par de webs y buscadores para conseguir valiosos volúmenes de casi cualquier disciplina. Es éste un asunto delicado que tal vez no haya sido discutido lo suficiente (si excluimos los estudios sobre piratería del libro planteados por instituciones más o menos grises), o que permanece en un segundo plano de la información cultural. Se busca proyectar el vaso medio lleno, se desea la implantación del libro electrónico, al mismo tiempo que se omite la cuestión más peligrosa; se la hace invisible, se evita que salga a la luz. ¿Qué ocurre con los problemas del libro digital? ¿Qué piensan los creadores? ¿Descargan ellos libros gratuitos o pagan religiosamente? ¿Qué haremos cuando la repercusión de la piratería textual equivalga a la musical?

3. Si a usted, escritor, no le agrada que descarguen gratuitamente su libro, ¿por qué ofrece contenidos gratuitos en su blog? ¿Resignación, tal vez?

4. Pensemos en prensa. A la crisis económica (menos publicidad a tarifas menores) se suma una crisis de negocio. El periódico, todos lo sabemos, es un artilugio inútil —no así sus contenidos, claro—. En primer lugar porque Internet exige menos costes que desplazarse hacia un quiosco y entregar un dinero innecesario; en segundo lugar porque si lo que yo necesito son artículos extractados de secciones o blogs puntuales en distintos periódicos, ¿para qué querré una única cabecera? “Nos encaminamos hacia la desaparición de los periódicos en papel. [...] Lo que ocurre es que no sabemos cuánto tiempo le queda”. Los anunciantes siguen invirtiendo en papel; entre tanto, los espacios digitales continúan vacíos de banners. Todos perdemos.

5. ¿Qué hemos perdido en esas crisis de modelo? Las firmas individuales, desde luego. En nuestro sacrosanto capitalismo, los blogs, de manera inquietante, se han convertido en una muestra de la filantropía y generosidad por parte de la especie humana, asumida tanto por sus gestores como por lectores. “Espacio público intelectual libre de publicidad y gratuito dirigido al intercambio libre de ideas”, reza el blog de Vicente Luis Mora. Y así, durante años todos hemos asistido al nacimiento de innumerables blogs y webs culturales creadas por el entusiasmo y la generosidad de sus bien formados colaboradores, y su consecuente hundimiento. Un modelo, por lo demás, insostenible. La buena información vale dinero.

6. Pensar la literatura o el periodismo cultural como entidades ajenas a su dimensión empresarial es negativo para todos. A estas alturas, acostumbrados a una calidad incuestionable en ambos entornos, retroceder —prescindir de tales contenidos— sería una derrota desastrosa. Podemos asistir al traspaso de los mejores talentos digitales al papel, donde el trabajo aún sigue siendo remunerado (a veces), si bien, si el papel no tardará en caer, no es ésta más que una salida de emergencia. ¿Y entonces, qué? ¿Nos resignaremos ante la divulgación de calidad? ¿Bajaremos la persiana metálica de nuestros blogs porque nuestro trabajo vale dinero y la cultura será filantrópica o no será? ¿Dejaremos de escribir y leer libros a causa de la piratería? Pues Bludigel, entonces.

lunes, 11 de julio de 2011

Genio americano, Lynne Tillman (traducción)


La comida aquí está mala, pero cada día hay algo que puedo tomar y que incluso me gusta, y hay una bañera, algo que en casa no tengo. Aquí puedo darme un baño cada día antes de la cena, que es a las 7.30 p.m. y por lo común poco gratificante. Pero no puedo esperar a la cena porque es el cierre oficial de mi jornada, y habrá gente alrededor con la que pueda hablar y con la que puedo entretenerme. A menudo me entretengo con las cosas que tengo que hacer, que creo estar obligada a realizar o supuestamente lo estoy. Pero aquí espero descubrir lo que puede servirme o lo que necesito saber, por ejemplo, sobre el resto de residentes en la comunidad.

A veces tengo ocasión de darme un baño antes de cenar. Me desvisto impaciente y lleno la antigua bañera victoriana con agua muy caliente, vierto aceite de baño bajo el grifo, tres tapones que supuestamente tonifican tu cuerpo, hidratan tu piel y alivian tu mente, y aunque nunca suceda, que mi mente nunca está aliviada, sigo en la bañera vertiendo generosamente aceite que dice aliviar la mente y ayudar a la piel. Mi piel está seca en invierno y también en verano, está seca todo el año, tengo una piel muy sensible, que es lo que la señora polaca que en casa me hace una limpieza de cutis cada dos meses me dice, repitiendo siempre que tengo limpieza de cutis, Tu piel es muy sensible, probablemente porque no tenemos mucho más de qué hablar. No tenemos mucho en común, pero escucho historias de su vida y sé que una vez estuvo casada y que ahora tiene citas con hombres y viajes y salidas con amigas.

Un día en que me hacía una limpieza de cutis en el salón de belleza, palabra majestuosa para un espacio angosto y deprimente, sonó el timbre y ella atendió la puerta. Es la única que trabaja ahí, salvo los fines de semana, cuando la propietaria, una mujer atractiva que se cuida bien y tiene dos hijos y un marido, trabaja, también. La mujer que me limpia el cutis no tiene marido ni hijos aunque le gustaría. También es atractiva y se cuida bien, y trabaja cinco días a la semana. En la puerta estaba el hombre del que me había hablado, que estaba persiguiéndola y proponiéndole citas, que ella rechazaba, disuadiéndole con evasivas. Pasó al espacio angosto.

Cuando la señora polaca, profesionalmente reconocida como cosmetóloga y esteticista, terminó de limpiar mis poros e hidratar mi piel sensible, él seguía ahí, esperando, guapo de una manera rústica y ceñudo, sentado en una silla fea, revestida de plástico, junto a la mesa con revistas de belleza pasadas de fecha. Lo miré, lo conocía ligeramente, pero no recordé de qué, lo que a menudo me sucede, muchas caras me resultan insoportablemente familiares y vagas, de modo que fue vergonzoso, pues él la estaba esperando, y yo no debía haberlo visto en aquella situación, en donde ella no quería quedar con él o quizá casarse con él o tal vez no, pues ella cuidaba a su madre, o era demasiado quisquillosa o en realidad los hombres no le gustaban. Posiblemente debí haberla alertado de que no era un buen hombre, era fácil verlo, por qué si no la sorprendería, llegando sin avisar y tal vez de manera indeseada a su lugar de trabajo, donde se supone que debería estar a salvo de tales incidentes, pero no lo hice, porque la gente, especialmente las mujeres, desean oír que tienen la piel sensible o que ellas mismas son sensibles. En teoría eso las distingue de los animales que no son sensibles del modo en que el ser humano lo es. Por lo común la piel de un animal no es sensible, aunque tengo un amigo cuyo gato tiene la piel sensible; a menudo tiene llagas en la boca y es alérgico a muchos tipos de comida, y mi gato, el que tuve que sacrificar porque me acosaba, tenía la piel seca y caspa. Los animales y algunos hombres son depredadores, aunque las gatas cazan mejor. La gente es extraña con sus animales. A mí me gustan los animales, especialmente gatos y perros, los pájaros, también, y a menudo me perturba el destino de los animales, aunque coma carne, pescado y aves de corral, y no valore el audible desdén o la silenciosa crítica de unos cuantos mojigatos vegetarianos que a veces se sientan aquí a mi mesa a cenar. Dos perros casi mataron a uno de los gatitos que nuestra familia de gatos dio a luz, casi lo rompe en dos, pero mi madre lo rescató y lo llevó al veterinario, donde lo cosieron y vivió. Mi madre amaba a nuestra familia de gatos, luego los traicionó después de que decapitasen y se comiesen a mi pájaro, y ninguno de nosotros, sus dos hijos, pudimos olvidar el terrible destino de nuestro gato, ciertamente yo no, incluso ahora que el cerebro de mi madre anda estropeado. Nadie saca el tema, ya no, aunque cuando mi madre habla ahora de la familia gatuna y de cuánto la quería, lo especiales que eran, aparto los ojos, miro al suelo, he de hacerlo, pues de lo contrario gritaría, Tú asesinaste al gato.

Antes de llegar aquí, un lector de tarot, cuyas predicciones habría desestimado, pues solo creo que el pasado pueda ser leído, aunque también sea incognoscible, pero el cual me pareció excepcionalmente sagaz, predijo que encontraría un obstáculo o una persona que cambiaría mi vida para siempre. Mis cartas eran poderosas, dijo, lo que escuché con incredulidad, aunque, según hablaba, pensé que no importaba lo que yo opinase sobre su filosofía, pues la idea ya había arraigado, una idea que vino en mi auxilio, un placebo, o una que deseé aceptar, pues la creencia es importante, todo, y también poca cosa, accesorio cual madeja de espuma. Sobre la predicción, no se lo dije a nadie, y mi vida cambió, pero no como previese el adivino.


Mis padres regalaron a mi perra, dijeron que no podían cuidar de ella, pero yo no les creí. Tenía que haber protegido a mi perra, que era buena, que era mi pasión, y nunca hizo daño a nadie, salvo, tal vez, a un fontanero. Cuando me fui de casa a los dieciocho, obligada por mis padres, cosa que para mi futuro tendría consecuencias que entonces no advertí, vino al apartamento, en donde por un tiempo residí con amigos, un fontanero, para arreglar el inodoro, cuando sólo yo estaba allí, y puesto que mi perra estaba nerviosa y tenía miedo, me protegía en un sitio nuevo y extraño, mordió al fontanero en la pantorrilla. A él le puso nervioso poder tener la rabia. Al día siguiente un policía vino a la puerta y entregó una citación, obligándome por ley a llevar a mi perra a ASPCA[1], a una división llamada BITES, en donde mi perra fue examinada, el perro más pequeño de un despacho feo, obviamente sin rabia, muerta de miedo ante el perro más grande que ladraba junto a ella, y fue después cuando devolví la perra a mis padres, pues no podía cuidar de ella. Ella no podía vivir en un apartamento, tras haber crecido en una casa con jardín en un vecindario donde cada mañana podía ir a pasear por la ciudad con su mejor amigo, Pepe, un caniche negro estándar, uno de los dos perros que magullaron y casi acabaron con el gatito, pero eso fue mucho tiempo atrás y ya estaba olvidado porque el gatito vivió y Pepe era muy buen amigo de nuestra perra, incluso a pesar de que una vez la mordió en los genitales y ella tuvo que ir al hospital de perros y gatos.

Cuando a la mañana siguiente Pepe vino a dar un paseo con ella por la ciudad y no estaba allí, se negó a salir de la casa hasta que mi madre abriese la puerta y le dejase buscarla, y solo entonces, después de subir las escaleras y luego bajarlas hasta el sótano, sólo entonces, al no encontrarla, Pepe se fue a casa. Entregué mi perra a mis padres para que estuviese a buen recaudo, hasta que pude hacerme cargo de ella, porque en invierno, cuando hay nieve en el suelo, mi perra no podía ir a pasear de manera educada ya que el ayuntamiento echa al pavimento sal con minerales perjudiciales a las patas de los perros, y mientras caminaba, gimoteaba y aullaba, y tenía que llevarla a un sitio donde hacer pipí y popó, y después de que lo hiciese, cargaría con ella de nuevo. La entregué a mis padres, entonces mis padres la regalaron, la hicieron matar, aunque insistieron en que alguien la adoptase, después de que mintiesen sobre su edad —tenía ocho, pero parecía más joven, sostuvo mi padre— de modo que fue adoptada bajo falsas esperanzas, y ninguno de nosotros, niños, jamás creímos la historia, que había sido adoptada, que no había sido sacrificada, pero no había nada que hacer, era demasiado tarde, estaba muerta.

Me había quedado dormida, absorta conmigo misma, sin pensar en el animal que adoraba, mientras me convencía de que la suya era una amenaza vana, porque era inconcebible que mis padres la regalasen, entonces mi perra murió. Conozco a una mujer que defendió a sus perros de las críticas incluso cuando atacaron a un gato callejero, que pudo haber sido despedazado y asesinado, y tampoco mostró ninguna preocupación por el gato u opinó que sus perros debieran estar bajo control; en lugar de eso, la dueña de los perros habló de otro gato que se había defendido con éxito de sus habituales perros sanguinarios, y, desde un lugar seguro, los atacó con su zarpa. Los gatos pueden defenderse por sí solos fue su argumento falaz, pero un animal doméstico no debería tener que saber cómo defenderse por sí solo de los perros depredadores. La gente defiende las malas acciones de sus animales, las suyas o las de sus hijos en lugar de afrontar el desagradable hecho de que hay algo que está mal en el animal, en sus hijos, en ellos mismos, con el mundo, y su tarea es admitirlo, incluso proteger al mundo de ello, ciertamente no suponer que no está ahí, que todo está bien, que ellos y sus animales son buenos, porque no era esa su intención, y no pueden ayudarse a sí mismos. En su lugar no hacen nada, aceptando la brutalidad de los animales, la suya propia, la de otra gente, y la del mundo, pues creen que no tiene que ver con ellos, quieren creer que no tiene nada que ver con ellos. Una bofetada en la cara no es una bofetada en la cara cuando procede de ellos, pues no era esa su intención, pues ellos tuvieron infancias tristes, sus padres regalaron a sus perros y gatos, sus padres los traicionaron y no los amaron.

Yo amo a mis animales. La gente ama a sus animales, el modo en que aman a sus propios pedos y todo lo demás sujeto a ellos que está cerca de ellos. Porque ellos no son sus animales o sus pedos, los aman. Los esquimales tienen un dicho, Todo hombre gusta del olor de sus propios pedos, cosa que la mayoría no admitirá. Conozco un hombre al que expulsaron de un restaurante de comida rápida porque se tiró un pedo. Una vez estuve en un restaurante cuando un chico obeso se tiró un pedo, el olor era sobrecogedor, y un amigo y yo tuvimos que movernos a otra parte del restaurante, pero el chico parecía feliz, porque le gustaba el olor de su propio pedo. Todo el mundo gusta de sus propios pedos, los que podrían expulsarlos de restaurantes o humillarlos en espacios públicos, donde la gente trata de actuar no como animales sino de manera sensible, si eso sirve de algo, pero nadie es lo bastante sensible con el resto de la gente. Son sensibles consigo mismos, sus animales, sus sentimientos y creencias, y el resto puede irse al infierno con sus perros, sus pedos y sus sentimientos.



[1] American Society for the Prevention of Cruelty to Animals

viernes, 1 de julio de 2011

Antinovelas con aroma a lavanda

Ahora, escribo,

Lolita Bosch

Periférica.

Cáceres, 2011. 198 págs.

Su crítico literario de cabecera difícilmente lo admitirá, pero el primer enfrentamiento contra un texto literario casi siempre viene condicionado a una razón de valores, moral, como quien dice, antepuesta a la lectura circunscrita sólo al texto. Digamos que mientras la literatura del canon queda excluida a semejantes juicios, cualquier texto contemporáneo se arriesga a ser tachado de cosas como sentimentaloide en exceso (“ese ruidoso lamento al amor perdido, sentío’ como cante jondo cañí”), imaginario caduco (“los punkis de Cooper bien están con Dennis”) o hábitos inverosímiles (“en su retiro de campo, la mujer de hoy ya no se aficiona a los animales como Flannery”). Nada de esto podría considerarse literatura stricto sensu, pese a lo cual, ahí es donde reside la primera y más crucial frontera que el texto debe atravesar, más aún cuando hablamos, como en el caso que nos ocupa, de literatura confesional, catártica o incluso terapéutica (piénsese en la estela de Levrero, Vila-Matas, Gracia Armendáriz o en el recientemente publicado Javier Avilés). Ahora, escribo, entonces, encuentra su principal asidero en la imponente y neurótica voz de la narradora, pensada para que el lector la confunda con la propia autora, y en la voluntad de este proyecto como libro secreto, esotérico (ahí quedan Bosch y sus menciones a la magia, los evangelistas de Santo Domingo y la astrología, haciendo un ocho al materialismo occidental). Ahora, escribo, también, se presenta como una invitación hacia un recinto para minorías. Bosch aclarará que el primero de los libros, Japón escrito, se editó previamente en una edición de autora, de la que se imprimieron doscientos ejemplares.

Como apéndice a La familia de mi padre (Mondadori, 2008), “Japón escrito” y “Donde está todo abierto” (primeros dos textos de Ahora, escribo) se arman como acto de contrición, o rendición ante ese ¿error? habitual del escritor que consiste en percibir, tiempo después de clausurar un libro, que el tema en torno al cual éste gravitaba no se encontraba ni mucho menos agotado. De manera más o menos simbólica, “Japón escrito” y “Donde está todo abierto” consienten ese instante letal en la carrera de un autor a partir del cual el infinito abanico de temas posibles quedará reducido a sus caprichosas, inexorables y solipsistas obsesiones. He aquí un ejercicio de humildad, por lo demás necesario, que se contrarresta con un culto al yo sagazmente gestionado. Alrededor de la resurrección del padre a través de la memoria (Carta al padre, Kafka, y Diario de duelo, Barthes, asoman necesariamente en el horizonte) circula una infalible iconografía del escritor: nostálgicos vuelos al DF vía Lufthansa, conversaciones con el psicoanalista, visitas a la casa de Orwell, viajes literarios, intimísimos correos hechos públicos, porros y emociones incontrolables en medio de la naturaleza salvaje, conversaciones con amigos del medio literario, conversaciones con editores, esa forma cada vez más popularizada de metaliteratura que habla de ser escritor antes que de estar escribiendo (“me han dicho […] que deje de escribir durante un tiempo […] que me sienta libre […] que no haga caso de ninguna presión externa […] Así dicen: libre, proyección pública, carrera literaria, estrategia”), etcétera.

Leemos: “He estado pensando, más que en cualquier otra cosa, en evitar este texto. No escribir en primera persona. No escribir sobre la escritura. No escribir sobre el libro anterior.” Bien. Dejemos a un lado esa desasosegante herencia del pensamiento estructuralista, según la cual todo lo que es susceptible de atenerse a una clasificación, automáticamente, dejaría de ser nuevo. Si la mala intuición nos sugiere que retomar ese aire modernista o de antinovela tan propio del siglo XX —así como volver al mito de la turbulenta vida del escritor que se tambalea ante la perspectiva de (no) escribir de nuevo—, no parece la vía más fructífera de acción, lo cierto es que un instinto parecido conviene que Lolita Bosch da nuevos aires a la antiliteratura. Tiene gancho. Y cosas que decir. Aunque se esfuerce en admitir lo contrario.

(publicado en Quimera, junio de 2011)

jueves, 9 de junio de 2011

Crítica, lectura y narrativa

Durante el mes de julio impartiré en Madrid un seminario presencial bajo el título «Crítica, lectura y narrativa»; para quien pueda servirle, éste es el programa:

Introducción

Que la escritura de ficción permanece ligada a la lectura y la crítica es un hecho indiscutible. De los elementos propiamente narrativos a la adecuación de tonos, contenidos y sensibilidades, el análisis y la construcción del relato precisan el acercamiento a espacios híbridos entre la literatura y sus disciplinas colindantes.

Cuáles han sido los hitos críticos y narrativos en los últimos tiempos, qué importancia merece el contorno editorial en que un texto se lee, hacia dónde se encaminan los intereses de la literatura contemporánea (teoría de género, nuevos lenguajes, espacio digital…), o cómo se mide el gusto son algunas cuestiones que flotan en nuestro ambiente cultural, y para las cuales buscamos respuesta en este taller de crítica, lectura y narrativa. Dedicado tanto a lectores como a creadores literarios.

Programa

1. Novedad, modernidad y moda. Hitos ficcionales para nuestro tiempo

2. Artesanía de la ficción

3. Una cuestión de temas I: Autobiografía y géneros del yo

4. Una cuestión de temas II: Erótica de la revolución

5. La mediación de las sensibilidades y la insurrección del gusto

6. Sobre el medio editorial

7. Usos populares de la teoría

8. La crónica y el periodismo cultural

9. El lector como género en alza. Sobre blogs y redes sociales


Bibliografía seleccionada

BÉRTOLO, C. (2008), La cena de los notables. Cáceres: Periférica.

BLOOM, H (1997), El canon occidental. Barcelona: Anagrama.

BOURDIEU, P. (2000), La distinción: criterio y bases sociales del gusto. Madrid: Taurus.

CALVINO, I. (2005), Seis propuestas para el próximo milenio. Madrid: Siruela.

FERNÁNDEZ PORTA, E. (2010), Eros. La superproducción de los afectos. Barcelona: Anagrama.

NABOKOV, V (2010), Curso de literatura europea. Barcelona: RBA.

OLMOS, A. (2010), Vida y opiniones de Juan Mal-herido. Barcelona: Melusina

PERNIOLA, M. (2008), Del Sentir, Valencia: Pre-Textos.

POE, E.A. Ensayos y críticas (1973). Madrid: Alianza.

PIGLIA, R. (2000). Formas breves. Barcelona: Anagrama.

PRECIADO, B. (2008). Testo Yonqui. Madrid: Espasa Calpe.

POZUELO YVANCOS, J.M (1994), La teoría del lenguaje literario, Madrid: Cátedra.

QUINTO, R. (2010), Idioteca, Almería: El Gaviero

REIG, R. (2008). Visto para sentencia. Madrid: Caballo de Troya.

WIENER, G (2008). Sexografías. Barcelona: Melusina.

domingo, 5 de junio de 2011

Confesiones a Alá

En realidad, lo que quiero preguntarte, Alá, es: ¿puede uno escapar a su destino? ¿Acaso una chica como yo tiene un destino? Sí, preferí un techo a la intemperie, el calor al frío, una cama a la calle… ¿Y por ello merezco tu ira? ¿En serio? Todas las decisiones que he tomado son de lo más lógicas. Y naturales. ¿Quién aspiraría a ser mendigo? Nadie. Yo no. He vendido mi cuerpo. ¿Qué hubiese sido de mí si no llego a prostituirme? Habría dormido en la calle, junto a los locos, los mendigos y los perros. No, Alá. He optado por actuar así para tener un techo bajo el que dormir. Miserable, pero un techo al fin y al cabo. Sabes perfectamente que no lo he hecho por placer. Tú lees mi corazón, así que debes de saberlo todo. Como dicen, es alimental. Alá, siento mucho hablar con tanta crudeza pero, ya que oyes todo lo que pensamos para nosotros mismos, imagino que novas a sentirte ofendido por una palabra o dos fuera de tono, ¿verdad? Hago cosas horribles y no dejo de sincerarme contigo. Contigo, el Puro. Tiene su lógica, ¿quién si no el Puro podría guiar a una impura como yo? Te hablo con toda la confianza, pero te respeto, Tú lo sabes.

SAPHIA AZZEDDINE, Confesiones a Alá, traducción de Purificación Meseguer. Demipage, 2011.

sábado, 28 de mayo de 2011

HOMEWORK HECHO A ÚLTIMA HORA Y A LA VELOCIDAD DEL RAYO (Literary personal shopper. Una hipotética lista para la feria del libro Madrizentro 2011)

Llegará el día en que los críticos literarios tengan que poner un rótulo en sus buzones. Simulando las advertencias de ciertas editoriales.

«No se admiten títulos no solicitados. Gracias.»

Just kidding.

Ya sabéis que mi visión del mercado editorial español, al menos en cuanto a la literatura independiente o mejor dicho de tiradas no masivas se refiere, es muy optimista: se publica mucho y muy buenos títulos. Lo cual obliga a cambiar radicalmente la concepción del hecho literario. JULIO ORTEGA lo dijo hace unos meses en su blog:

El más importante cambio es el que ha convertido al escritor de héroe del discurso disidente en figura trivial de las novedades. Este fenómeno, según el cual la producción de nuevos títulos excluye a unos y otros, es sintomático de algo más serio. Ha cambiando la noción del lugar del hecho literario, que ya no es más la "trascendencia" de las obras inmortales, sino la precariedad fugaz del presente, cuyo simulacro es la moda. Sólo los escritores muy menores se asumen desde la perspectiva de la eternidad. Hoy sabemos que la mejor literatura es la que lleva el perfume de lo precario, por durable que sea, el temblor de lo pasajero. Las disciplinas del saber y el funcionariado académico, que regenta el monólogo cultural, han dado en creer que la mejor literatura es la canónica, que decide las jerarquizaciones. Nos hemos vuelto ligeramente patéticos luchando contra el sistema, o demasiado complacientes viviendo de él. Pero la buena literatura, desde Cervantes, ha estado siempre sometida por el peso de las malas artes. Ha inventado, eso si, una nueva sensibilidad para ser recuperada más tarde. Toda buena literatura está libre en su misma precariedad: queda librada al milagro de la lectura. Milagro: ver más.

Es decir, la literatura, la de tiradas reducidas, por supuesto, también simula los patrones de las carteleras de cine. Tenemos tres meses para encontrar nuestros títulos de interés en las librerías. Y pasado ese tiempo, estamos obligado a pensar en otros libros. De lo que se infiere que los lectores no tardarán en empezar a pensar como sigue:

¡Rayos! Este mes no tengo pasta para libros. ¡Me esperaré al mes siguiente para comprar novedades GUAPAS!

Ciertamente, en los últimos meses he estado algo más alejado de mi actividad como crítico. Pese a lo cual hemos seguido recibiendo ejemplares. En ocasiones hasta seis títulos por semana, excluyendo otras adquisiciones. Cosa que, evidentemente, me causa severos problemas de conciencia. Puedo leer esos libros pero no hablar de ellos como me gustaría. En el siguiente post, entonces, me ocuparé de hablar de ciertos títulos que han llamado mi atención en la primera mitad del año.

***

Hilos de Sangre, GONZALO TORNÉ (Mondadori). Vamos a ver. Quizá la dificultad principal de Torné haya sido el aval de un crítico que, creo, goza de escasa simpatía entre ciertos lectores, IGNACIO ECHEVARRÍA. Ahí es. Como digo, el problema (o sea lo positivo) es que Echevarría llevaba mucha razón al compararlo con peces gordos como MARÍAS, MAGRINYÀ, GOPEGUI, BENET… Otra afirmación acertada de Echevarría: «de buenas a primeras entra a jugar en la liga de los grandes, a la que todavía no ha accedido ninguno de su generación.» Cierto: ¿de dónde ha salido este tipo (1976) extremadamente ambicioso? El otro problema (el otro aspecto positivo) es que el funcionamiento de la crítica va en su contra. Siguiendo el modelo de Mercado Literario Cartelera-De-Cine, un crítico cuenta con muy poco tiempo para analizar una novela que, debido a su envergadura, puede exigir Años de lectura. ¿Es malo que una novela como la de Torné no admita ser leída en un solo golpe? ¿Se imaginan que a comienzos de siglo XX un crítico literario recibe un manuscrito titulado Ulysses, y su jefe en el periódico le dice: «chico: tienes, como mucho, como muchísimo, 90 días para reseñar este libro». Pues eso. Gonzalo Torné, Puto Amo.

El espíritu de mis padres sigue subiendo en la lluvia, PATRICIO PRON (Mondadori). Con la nueva novela de Patricio Pron [en adelante, Patricio] tenía un miedo atroz antes de su salida. Patricio es buen tío (los más escépticos habréis visto fotos nuestras en Facebook, lo cual, miserables conspiroicos, os hará sospechar mucho de lo que diga), y ya había hablado de sus dos libros anteriores. Si me gustaba la novela y quería hablar de ella, mal; si no me gustaba, Cristo Mal. La novela, así es, me gustó. Tengo la sensación de que Patricio escribe y trabaja pensando en Estocolmo hacia finales de 2030. Quienes lo han leído sabrán de qué hablo. Lo extraño de esta novela de trasfondo político, que quizá en España equivaldría a una novela sobre la Guerra Civil o transición, es que resulta una novela e-mo-cio-nan-te. Y digo esto porque a Patricio lo leo prácticamente cada día en su blog, y como crítico es extremadamente frío, calculador y correcto. A menudo pienso que su crítica es inteligente pero carece de alma, como un informativo económico. El espíritu, en cambio, puede emocionar por su historia, pero no por el tono al que recurre. Lo cual es un efecto extraño. Su final, además, puede ser considerado ñoño o exageradamente complacinte. Pero sigue siendo emocionante. Y ese contraste fastidia y plantea muchas preguntas.

Asesino Cósmico, ROBERT JUAN-CANTAVELLA (Mondadori). Aparte de lo que ya hemos hablado en este blog, seguramente el libro de Robert es el más firme candidato al award por el experimento literario del año. Un experimento relacionado no tanto con la literatura como con el mercado editorial. ¿Cómo leemos en un libro de Mondadori a un autor de ficción Pulp? ¿Cuáles son las implicaciones de ello? Muy sagaz ahí, Robert.

Habladles de batallas, de reyes y elefantes, MATHIAS ENARD (Mondadori). Mathias Enard me encanta por cuestiones muy personales. Quiero decir. Tanto con Zona como con su última novela, Enard se convierte en un excelente escritor político de temas trasnacionales. Lo cual no es muy frecuente. Ya digo: no a todo el mundo debe interesarle la identidad europea, pero se trata de un tema, ahora abordado a través de un vínculo apócrifo entre Oriente y Occidente, que a mí me fascina. La traducción de Cantavella, por cierto, es orfebrería fina. Un aplauso para los dos.

La nueva taxidermia, MERCEDES CEBRIÁN (Mondadori). Hipótesis: los escritores que traducen o han traducido escriben mejor que los que no traducen, precisamente porque no sólo trabajan frecuentemente con diccionarios, sino porque además crean lenguaje en ese espacio intersticial que supone la traducción. (Por ejemplo: vaso de poliestireno (Styrofoam Cup) es una expresión —española— que sólo leeréis en traducciones inglés-español: nadie pide Mocca en Vaso de Poliestireno en un Starbucks, pese a lo encantador de la expresión). Con Cebrián se aprende a escribir.

Cuentos de los 90, LUIS MAGRINYÀ (Caballo de Troya). En los últimos años he ido leyendo los libros de los que provienen los cuentos aquí reunidos. Ya sabéis que MAGRINYÀ es uno de nuestros autores más o menos secretos mejor guardados. Libro muy necesario.

Los Beats, HARVEY PEKAR y ED PISKOR (451 Ediciones). Pese a la precariedad del medio literario, en nuestro tiempo se ha consolidado la profesionalización de la literatura en numerosos oficios. La lectura en cómic de PEKAR, PISKOR y el resto de dibujantes y guionistas pone sobre la mesa esa época realmente dura para la cultura que fueron los años de los beats. Auténticas vidas de mierda, en verdad. Un must.

JOP, JIM DODGE (Capitán Swing). Award al traspaso del año. Jim Dodge, el mejor autor hasta la fecha de Alpha Decay, publica su primera ficción con Swing en una estupenda edición. Bah. Es un clásico. No hay que darle más vueltas.

Los enamoramientos, JAVIER MARÍAS (Alfaguara). Bien. Investigando para mi tesina encontré una nota del ínclito GARCÍA BERRIO en la que explicaba al filósofo alemán THEODOR LIPPS, responsable de la estética de la Einfühlung (empatía); Lipps hablaría, así pues, de la empatía entre el creador y el referente, y entre el espectador y la obra. Creo que Lipps, mezclado con Fernández Porta, mezclado con Pierre Bourdieu, mezclado con Jauss, podrían dar un método crítico bastante poderoso para resolver ciertos problemas extremadamente subjetivos que plantea la literatura. A lo que voy es. Los enamoramientos es puro virtuosismo, como suele decirse, benetiano (cosa que también nos podría llevar a pensar: Marías, ya te he visto dar 1000 toques al balón en el aire, ahora márcame un gol). Merece la pena leerlo. Tal vez nadie como Marías escriba con semejante conciencia de grand style. Lo que no quita que sus personajes me caigan extremadamente mal. Socioeconómicamente están muy por encima de mí. Os odio, personajes de Marías. No son sólo sois la clase de gente a la que evitaría por todos los medios tener que encontrarme en una fiesta, sino que además, si estuviera en mis manos, os sometería a toda clase de mobbing psicológico. He aquí mi explicación de Marías basada en la estética de la Einfühlung. Literariamente, en cambio, sigue siendo intachable.

El hacedor de Borges. Para los que hemos leído a AGUSTÍN FERNÁNDEZ MALLO (Alfaguara), El hacedor no supone una disrupción importante en su trayectoria. Ya es una firma más que reconocible. Y sin embargo, me resulta su mejor libro de narrativa hasta la fecha.

Ahora, escribo, de LOLITA BOSCH (Periférica). Hablaré en Quimera de este libro. Que mola bien. Antinovelas con aroma a lavanda.

X, PERCIVAL EVERETT (Blackie Books). También tengo pendiente hablar de este libro en otro lugar. De momento: Percivall es un negrata que mola. Iba siendo hora de que los editores españoles trajesen algo de la tradición afro en USA. Interesados en el tema, podéis seguir con la lectura de ISHMAEL REED, COLSON WHITEHEAD (publicado hace mogollón de años en Mondadori, si mal no recuerdo), EDGAR WIDEMAN o MAT JOHNSON.

Ultraviolencia, MIGUEL NOGUERA (Blackie Books). Risas No Enlatadas.

Los lemmings y otros, FABIÁN CASAS (Alpha Decay). Cuentos bastante divertidos, algo no tan habitual en la ficción breve. Sigo preguntándome porque me atraen aún aquellos relatos dedicados a fulminar el medio literario. Ya sólo «Casa con diez pinos» justifica de largo este libro.

Richard Yates, TAO LIN (Alpha Decay). Hemos hablado mucho de él. Merece la pena leerlo, sólo por la sangre que ha derramado entre las redes sociales de los críticos. Award al libro más polémico del primer semestre.

Fate, Time and Language, VV AA (Columbia University Press). DFW tiene mucho que ver con Russell, cuyo Principia Mathematica traza un arco de las matemáticas a la filosofía. Lamentablemente, los dos libros que mejor explican el complejo cerebro de Wallace, Everything and More y FTL, no están traducidos al español. Verdaderamente merecen el esfuerzo.

El médico detective, BERTON ROUECHÉ (Alba). También hablaré de Rouché con más detenimiento. Para los que no lo conozcan, su nombre representa a una figura clave en el periodismo divulgativo. Un hito del New Yorker. Y un narrador excelente.

Alma (Lengua de Trapo). JAVIER MORENO, junto a CARLOS PARDO, ANA GORRÍA, JUAN ANDRÉS GARCÍA ROMÁN, y algún otro que omita inconscientemente, es uno de los escasos poetas españoles de su generación que verdaderamente me gustan. En la presentación de Alma en Madrid, Luna Miguel dijo algo a tener en cuenta. El #Trendingtopic de la ficción en español en 2011 parece estar siendo [drum roll] el «yo»: ahí quedan Bosch, Pron, Pablo Muñoz, Cebrián, Carlos Pardo, Julio Fuertes… Su mejor acierto: probar a sacar adelante una novela (aparentemente) sin trama, y sostener ese pulso.

Dime qué (DVD). Por lo que sé del panorama, DAVID LEO GARCÍA, junto a UNAI VELASCO —inédito aún hasta la fecha—, son los mejores poetas de su generación. Pero no soy crítico de poesía. Me gustan mucho. Eso es todo.

Los Noveles 47

viernes, 20 de mayo de 2011

SPANISH REVOLUTION—MORTGAGES ARE THE NEW ROCK AND ROLL


(Blackness is a state of mind. Bollocks)


1. Empecemos desde el lugar que nos corresponde. Literatura y política.

Entre el —digámoslo así— grado cero de la ciudadanía y los escritores más jóvenes hay una distancia equiparable a la que media entre el Ciudadano y la clase política. Apenas cero puntos de convergencia en cuanto a intereses comunes se refiere. Tal vez, y ésta es sólo una hipótesis, nuestros nuevos escritores surgen —surgimos— como reacción al modelo de Escritor Pop-Líder de Opinión, cuyos textos se reparten entre la literatura de grandes tiradas y las columnas periodísticas, un círculo vicioso rentable que, por lo demás, parece catapultarlo directamente al mainstream, véase Almudena Grandes, Elvira Lindo o Juan José Millás (El País), Juan Manuel de Prada y Pérez Reverte (ABC), Ángela Vallvey (La Razón), Luis García Montero (Público), David Torres (El Mundo), Quim Monzó y Sergi Pámies (La Vanguardia), etcétera. En ellos parece delegar la función de servir como nexo entre la actualidad política y la literatura. Paradójicamente, tengo la impresión de ninguno de los escritores que participan en circuitos minoritarios (como los que dominan nuestro blogroll) desea considerarse a sí mismo escritor poco comprometido, apolítico, pese a que la actualidad política jamás aparezca referida en sus escritos periódicos; no así la agenda cultural.

Esta es mi primera razón para asistir a las manifestaciones de Sol. El cinismo. La sensación de haber perdido el horizonte político como consecuencia de la progresiva segmentación social en tribus/ categorías culturales que en nada tienen que ver con las propuestas de temas de interés desarrolladas en los medios de gran difusión.

2. La segunda razón es solidaria. Mucho antes que yo, el movimiento 15-M fue suscrito por algunos buenos amigos cuyas condiciones laborales eran lo suficientemente precarias, pese a su formación y buen hacer, como para empezar a alarmarse.

3. La primera gran paradoja de Spanish Revolution es que, mientras algunos de esos amigos que secundan la manifestación provienen de las aulas de comunicación, 15-M ha puesto de manifiesto la inutilidad de los grandes medios. Hemos dejado de delegar nuestra confianza como agentes de información en determinadas cabeceras para proceder con la lectura en cascada de titulares en Twitter, la lectura de las noticias seleccionadas por ciertos contactos en nuestras redes sociales y la lectura de ciertos blogs cuyo principal atractivo es la firma en lugar del medio en el que se inscriben. Delia Rodríguez dio cuenta de ello en «Los virales de la #spanishrevolution.» Cuando toda la prensa de calidad se encuentra accesible en los metamedia, ¿qué sentido tiene mantener la fidelidad a una única cabecera? Nudo gordiano. The television will not be revolutionised.

4. Otra paradoja. Para que los medios internacionales concedan la cobertura mediática que Spanish Revolution merece, y procedan así a poner en evidencia —cuando no humillar— la irresponsabilidad de nuestros administradores, (parece que) hará falta una falange de tanques expulsándonos de Sol por conductas reprobables. Lo cual difiere del ánimo pacifista de la manifestación.

5. Pese a que la atomización del individuo posmoderno y la sociedad líquida se habían convertido en motivos inexcusables del pensamiento contemporáneo, Spanish Revolution retoma la noción, aparentemente perteneciente a épocas premodernas, de pueblo. Y ése es, por supuesto, el principal milagro de 15-M. El hallazgo de un máximo común divisor entre sus integrantes. El paso de un debate político que parecía ir hacia ninguna parte a la expresión colectiva de una subjetividad compartida por todos nosotros, Gente Kabreada, y que hasta ahora guardábamos con mayor o menor recelo. Quienes hemos estado allí, lo sabemos.

6. «No era comprensible que el malestar estuviera tan contenido en una situación potencialmente tan explosiva: 20% de trabajadores en paro; 43% si nos ceñimos a la población juvenil. Se estaba tirando a toda una generación por la borda -con las terribles consecuencias de futuro que eso tiene para el país- y aquí no se movía nadie. Han circulado diversos argumentos para explicar esta atonía: la renta per cápita es todavía suficiente para que las clases medias y parte de las populares puedan proteger a sus hijos; el miedo es muy grande en una sociedad en la que, sin horizontes de futuro, la gente teme perder lo que tiene; el bienestar de estos últimos años ha generado un cambio cultural hacia posiciones más conservadoras; el discurso de la crisis y de los ajustes ha calado y la gente lo acepta con resignación.»

Josep Ramoneda, «Del malestar a la indignación», El País, 19-05-11

7. Muy sagaz, Ramoneda, al hablar de las clases medias y populares que aún pueden proteger a sus hijos. Esto, en parte, también alimenta el escepticismo de aquellos que dicen: «¡eh!, ¡vosotros, los jóvenes, os pegáis ocho viajes al año low cost y tenéis iPhone», lo cual no es ni mucho menos cierto —al menos que yo sepa y en mi entorno—. Pero esto, el asidero y solaz de la generación anterior, es moralmente humillante. Y además lo es para todos.

8. «Más que en un cambio drástico de las instituciones políticas y sociales y de las estructuras económicas, esta presunta revolución española que enarbola su nombre en inglés –Spanish Revolution– hace pensar más bien en los enrollados que van al restaurante a comer noodles porque, llamando noodles a los fideos, creen que son supercosmopolitas. Necesitados de una causa por la que luchar, los campistas se ven como revolucionarios, sin darse cuenta de que ese mismo nombre en inglés denota sumisión a todo un sistema de valores; no sólo lingüísticos.»

Quim Monzó, «He aquí la Spanish Revolution», La Vanguardia, 19-05-11

9. Excluyendo a los innombrables que todos sabemos, tal vez Quim Monzó haya publicado el artículo más necio sobre lo que está sucediendo. El falso cosmopolitismo al que Monzó apela, en efecto, es falso. Recuerdo una conversación reciente con un profesor de literatura, en la que me desmintió mis sospechas sobre las tasas de paro entre los licenciados de filología:

—Qué va, en filología hay un 100% de licenciados con trabajo. Siempre y cuando te vayas al extrajero.

Es decir. Monzó, como el resto de contribuyentes, financian la formación de una generación de universitarios que posteriormente alimentan el resto de economías europeas. Ya sabéis que no me canso de repetirlo: la ¿boyante? USA, un siglo atrás un foco de provincialismo que fue motivo de chiste entre los personajes de algunas novelas británicas de época, prosperó con la fuga de cerebros europeos. Todo mal.

10. La Junta Electoral prohibió anoche las manifestaciones en la jornada de reflexión. Dicho queda. Esta noche, ya saben dónde.