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sábado, 4 de mayo de 2013

11 cosas que cualquier autor o sello editorial debería tener en consideración antes de postear en redes

(O por qué tu timeline y mi tiempo —o viceversa— valen más de lo que tú y yo pensamos)

1.- Un montón de gente cuenta historias, o cree que tiene historias que contar, pero lo cierto es que nadie escucha, o a nadie le importan esas historias, o sólo atiende un grupúsculo de gente demasiado cercano al emisor para ser considerado una audiencia verdadera. La cuestión es… ¿De qué hablábamos?, ¿redes sociales o mesas de novedades?
2.- Si 5.000 personas siguen lo que dices y posteas algo que obtiene 100 sellos de aprobación, eso no significa que seas un líder de opinión. Significa que hay 4.900 personas en desacuerdo contigo o a las que no le interesas. Yo sé que tú lo sabes, pero por si las moscas.
3.- Estar en las redes puede servir para dos cosas. Para optimizar tu marca, o para demostrar a alguna gente para la cual tu marca era una intriga que en verdad eres menos atractivo de lo que ellos mismos estimaban. No tener una personalidad pública definida es mejor que exponer tu marca al escarnio.
4.- «Excelente reseña de…» Me da igual. (Si quisiera leer los medios convencionales, no estaría en Internet.)

(Sheldon Ríe: Expresión facial característica en el 95% de gente que trata de vender algo en internet mediante el viejo truco de sintonizar emocionalmente con el usuario.)
«Sheldon Ríe»: expresión facial característica en el 95% de gente que trata de vender algo en internet mediante el viejo truco de sintonizar emocionalmente con el usuario. 
5.- Los mejores publicitarios, los mejores abogados y los mejores críticos tienen en común una cosa: argumentos que son muy complicados de rebatir. Sé tu peor troll.
6.- La marca (el sello; el autor) es una historia que exige mucho más tiempo que el producto (el libro). Si vas a contar una historia con tu marca, que sea buena; a ser posible mejor que el producto. Si no, cuenta sólo con el producto. (Esto lo han entendido en todos los sitios menos aquí; a saber por qué).
7.-  No es muy creíble esa gente que se enfada mucho con lo que sucede al exterior de su mundo («¡banqueros ladrones!, políticos corruptos», «¡Daft Punk, pesaos!», «¡Mou destitución!») y se pone muy tierna con los acontecimientos cercanos: «¡g-r-a-c-i-a-s por estar ahí, amigos!» No.
8.- La culpa no siempre es de los cambios de Zuckerberg; a veces el problema es lo que la gente cuenta ahí dentro.
(Expresión facial característica en el 95% de usuarios de Internet expuestos a mensajes de vendedores digitales que intentan sintonizar emocionalmente con ellos. No.)
(Expresión facial característica en el 95% de usuarios de Internet expuestos a mensajes de vendedores digitales que intentan sintonizar emocionalmente con ellos. No.)
9.- El mundo es cruel, la vida es dura y por naturaleza la gente piensa mal de los demás (salvo en Cuba, Venezuela, Corea y Barcelona). Es educado no hablar a la gente como si ésta viviera en una fiesta perpetua o como si los lunes por la mañana no existieran. Intenta que sus vidas sean más agradables, pero cuida los modales. Tu excelente reseña tampoco me alegra el lunes por la mañana. Ni a ti tampoco, la verdad.
10.- Desestima las exclamaciones. Sólo hay tres clases de personas que utilizan las exclamaciones con frecuencia: los niños que aprenden a escribir y redactan cosas para el colegio, los CM de Burger King y los psicópatas, ¡wiiiii!
11.- Lo más importante de todo: tienes entre manos la proyección pública la literatura, lo que significa que un paso en falso podría encaminar a los lectores a las drogas o a la autoayuda. No seas una campaña gubernamental de animación a la lectura. Sé real.
Y punto.
Gracias por leer hasta aquí; vuestro tiempo es oro.

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