Ciudades posibles
Eduardo Becerra (ed.)
451 Editores. Madrid, 2010. 221 págs.
La ciudad y su trama
Álex Matas Pons
Lengua de Trapo. Madrid, 2010. 334 págs.
Con la sangre despierta
Juan Manuel Villalobos (ed.)
Sexto Piso. Madrid, 2010. 162 págs.
A Tom Wolfe no le hizo ninguna gracia el posmodernismo ni sus renovaciones formales. 1989 fue el año en que Harper’s Magazine publicaba su artículo “Stalking the billion-footed beast”, donde hablaba de lo que podríamos resumir como la Gran Novela Metropolitana (big realistic fictional novel), un problema al que venía dándole vueltas desde 1968, cuando vio la luz su electric Kool-Aid Acid Test, y ante el cual, y para su sorpresa o espanto, vio como nadie más parecía preocupado. En sus propias palabras: “Lo extraño era que a los jóvenes con serias ambiciones literarias ya no les interesaba la metrópolis.” Entrenado en las técnicas del new journalism, a Wolfe (que en cierta forma encarnaba el mismo debate actual en torno a la colocación de Franzen, ferviente defensor de la novela social, como nuevo icono de las letras transatlánticas), antes que la metafísica y la forma le interesaba lo tangible: el artículo de Harper’s, de hecho, puede entenderse como una historia de la literatura norteamericana narrada por el bando perdedor, el de los seguidores de los maestros decimonónicos. De más está decir que, al menos para Wolfe, el problema de la gran novela metropolitana quedaría resuelto con la aparición de su neoyorquina hoguera de las vanidades, un par de años antes de desfogarse con “Stalking the billion-footed beast”.
Algo muy familiar ocurre en España, donde en la última década la atención de nuestros narradores ha ido alejándose del espacio urbano para dirigirse hacia el espacio televisivo o digital. Sobran los ejemplos al respecto. No obstante, la aparición simultánea de tres libros tan distintos entre sí como son Ciudades posibles, La ciudad y su trama o Con la sangre despierta nos devuelve a la incógnita Wolfe. ¿Qué está ocurriendo con nuestras ciudades y con las ciudades latinoamericanas? ¿Alguna vez participamos nosotros en esa tentativa de big realistic fictional novel?
Coordinado por Eduardo Becerra, Ciudades posibles parte de un prólogo del profesor en donde establece una razonable taxonomía para entender el estado de la cuestión: modernización (París, siglo xix), espectacularización (Las Vegas, Los Ángeles) y virtualización (Second Life). Y es aquí donde empiezan los problemas. Edmundo Paz Solán, por ejemplo, dedica su capítulo a las ciudades virtuales y la literatura. En él se nos dice: “Es oficial […] El universo virtual creado por Linden Lab [Second Life] tiene ya nueve millones de habitantes […] Hace apenas dos años todo esto era impensable, pero ahora se está llegando a un punto en el que disponer de un avatar en Second Life será pronto el nuevo elemento sin el cual no podremos vivir.” Bien. Quizá cuando el texto se escribió —para el encuentro organizado por Becerra en Buenos Aires en septiembre de 2007, cuyas ponencias dieron lugar a Ciudades posibles— el entusiasmo era lógico; ahora, obviamente, no. Cuando las mesas redondas y los encuentros de escritores parecen acordar que Facebook ha desplazado al blog como espacio de interacción, muy pocos años después de las inmensas expectativas generadas, afirmaciones de este tipo se hacen, cuanto menos, descabelladas. Aparte, justifican el regreso a espacios más seguros.
Ciudades posibles plantea un recorrido completo por cuatro dimensiones de la ciudad, a saber: ciudades literarias, ciudades imaginadas, ciudades de cuento y la ciudad en imágenes. En la primera sección resulta de especial interés el texto de Belén Gauche, digamos, sobre la polis del cronotopos y moderna por excelencia. Es decir, Zurich: la ciudad de los relojes, la del paradigma (newtoniano) de la física mecánica, plagada de motivos relacionados con el tiempo y sobre los cuales muchos han sido los artistas y escritores que han querido dar cuenta de ello. Asimismo, el texto de Marcelo Cohen para Ciudades Imaginadas, “Informe sobre una ciudad sintética”, explora con un poderoso lirismo los fotogramas más reconocibles de la ciudad globalizada. No menos destacables son las “Nuevas ciudades invisibles” que propone Mauricio Montiel. Partiendo del inexcusable libro de Italo Calvino, el escritor mexicano revisa la filmografía de Los Ángeles, Shanghái, Hong Kong, México y San Francisco. Completa esta última sección del libro Jordi Costa y su inmersión en el mito de la ciudad “noir” a partir del cine y el cómic.
Galardonado con el VIII Premio de Ensayo Caja Madrid, Álex Matas Pons arroja, con académica y enciclopédica voluntad, un intenso resumen sobre los lugares comunes de la modernidad urbana y decimonónica, que transcurre desde la revisión de autores clave como Balzac, Poe o Zola a la creación de mitos metropolitanos como el París contemporáneo, el dandi, el flâneur o el detective. Cierto es que el paseo propuesto por Matas en ocasiones parece tender a diluirse en callejones sin salida o desviaciones previsibles o excesivas respecto al tema principal. Pienso en algunas glosas sobre temas muy generales de teoría e historia literaria, como el concepto de “lo ominoso”, que Freud explica a partir de “El hombre de arena”, el hecho de que Dupin inaugure una narrativa detectivesca sin acción, meramente psicológica, o la tiranía y la reconstrucción de los hábitos temporales que la industrialización trae consigo.
Sea como fuere, en La ciudad y su trama se aprecia un buen manual para entender, una vez abandonada la naturaleza tras el fin del primer romanticismo, los aspectos definitorios del traslado al entramado urbano como centro de todas las miradas literarias. Entre los aspectos de los que Matas habla están Balzac como punto final a la distinción entre “lo ‘alto’ y lo ‘bajo” (“Su gesto implica que ya no hay más un ‘estilo elevado’ reservado al tratamiento literario de ciertos temas”), las representaciones del parvenu o el chico de provincias llegado a la ciudad, o la oposición entre autores como Dickens o Disraeli a la hora de leer Londres.
Acerca de Monica Ali, escritora nacida en Bangladesh pero emigrada a Gran Bretaña, el controvertido crítico James Wood afirmaba que parte de la renovación en la literatura británica y norteamericana de los últimos años ha sido llevada a cabo por una “inevitable guionización […] (ficción cubano-americana, puertorriqueña-americana, asiático-americana, etcétera)” (The irresponsible self). Para la tradición hispánica, cuyos movimientos editoriales y migratorios continúan perpetrando cierta situación colonial entre Latinoamérica y España (es decir que el choque cultural y lingüístico en las literaturas resultantes de tales movimientos es sólo moderado), resulta más difícil hallar este tipo de hibridaciones. De ahí el interés crucial que despierta Con la sangre despierta, volumen editado por el escritor Juan Manuel Villalobos en donde once autores latinoamericanos narran su periplo en distintas ciudades.
El resultado de estas crónicas no es sino un sugerente cruce entre el texto autobiográfico —no olvidemos que la apreciación de cierta literatura sobre el multiculturalismo exige requisitos en la biografía del autor empírico—, la crónica de viajes y la representación de la metrópolis. En este sentido llama la atención los distintos senderos interpretativos que ofrecen las crónicas, en función del tipo de destino elegido, hispanohablante o no. Como exponente del primer caso hallamos a Santiago Rocangliolo, que narra su aterrizaje en Madrid hace ya diez años e ilustra el periplo de precariedad y caos burocrático del escritor que migra de Hispanoamérica a España (por lo demás, la precariedad será un distintivo colectivo en todos los textos). En lo que concierne a la migración hacia países no hispanohablantes destacan las crónicas del genial Guillermo Fadanelli a Berlín —ahí queda la conciencia de arrepentimiento y temor característica de cualquier viaje y el viajero engañado y humillado en su destino—, o aquel Ricardo Sumalavia y sus penurias como profesor en Seúl. Con la sangre despierta es un libro necesario.
(publicado en Quimera 324, noviembre de 2010)