Money is the reason, / We exist. / Everybody knows it, / It’s a fact. Kiss, kiss.
Mientras se prepara la recta final antes de las elecciones entre Romney y Obama, a punto de cumplirse el cuarto aniversario de la caída de Lehman, y medio siglo de la muerte de Marilyn, hay que tener mucha bravura y astucia para soltar la bomba ideológica contenida en este «Himno Nacional» de Lana del Rey. Un video soberbio, elegante y de una rotunda sinceridad, enriquecido por un racimo de implicaciones morales, hondas cual pozo de petróleo. Lo cual sin duda se debe a las distintas narraciones paralelas que transcurren gracias a la versatilidad de los papeles protagonistas. De tal suerte, «National Anthem» puede leerse como una recreación del matrimonio Kennedy (aunque al inicio del clip Lana también ejerza de Marilyn, detalle nada baladí), pero también como un matrimonio presidencial ficticio, en donde el presidente es encarnado por un negro mucho más negro que Obama, casado con una estadounidense tremendamente pálida, o comolos propios músicos como baluartes de la nación. Si bien todo ese aliento pseudodemócrata se halla contrapesado por una letra que, a ratos, al no parecer en absoluto sarcástica, de buen grado pudo haber firmado Ayn Rand, faro intelectual de Paul Ryan.
Aunque la historia de los Kennedy obligaba a un desenlace trágico que se asocia al thriller financiero (Wall Street, Boiler Room, Rogue Trader…), según el cual todo lo que sube acaba bajando —una justicia poética que, por lo demás, no ha sido la moraleja extraída tras cuatro años de crisis—, «National Anthem» revela cómo de la más elevada ambición y del más sincero egoísmo está construido el edén. Los matrimonios ideales nunca han sido un buen material narrativo, precisamente porque del conflicto surgen los relatos; con todo, el romance entre Lana y A$AP se cimenta sobre una poderosa pasión que va más allá del tiempo, y que además ellos sí son capaces de atemperar, dignamente, con las responsabilidades familiares. Tampoco es posible perder de vista la aparición de Marilyn al comienzo inmediato del video, ni sospechar que el ejemplar presidente mantiene una hipotética aventura, que nunca llega a resultar un obstáculo para consumar una envidiable relación.
Pero si damos un paso más, y en una lectura que asegura la coherencia de lo narrado, ¿acaso no cabe pensar que la historia es relatada no por Jackie, sino por la fantasía que sobre Marilyn proyecta Kennedy, acunado en los brazos de Morfeo, momentos antes de morir; o bien por Marilyn, a la muerte de JFK? Una interpretación que desde luego no habla especialmente bien de la rectitud… ¡WASP! (¿perspicaz anagrama de A$AP, tal vez?).
Con independencia del talento musical de la cantante, el videoclip se despliega como una ópera moderna; una obra de arte total y holística, en donde la suma de los talentos aquí reunidos (de los realizadores y escenógrafos a los guionistas y músicos…) se antepone a las piezas independientes. Pero si hay un corolario claro perseguido por el video, ese es:
LANA & A$AP 4 PRESIDENTS.
Bien jugado, ahi.