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domingo, 31 de marzo de 2013

Yo, yo, yo

Del mileurismo al precariado y los desahucios pasando por Fotolog, MySpace y Blogger: una historia circular, o espiral.

Yo soy «mileurista», la célebre carta firmada por Carolina Alguacil de la que surgiría el neologismo, apareció publicada en agosto de 2005, pero la verdad es que hasta algunos años después no sería verdaderamente importante. En diciembre de 2007,Lucas Arraut publicaba en el desaparecido suplemento de tendencias EP3 el reportaje «Generación Yo» (De cuándo y cómo tú te convertiste en lo más importante de tu vida, y decidiste compartirlo con el mundo a través de Internet). Ésa sería la época de la democratización de la celebridad y el tan cacareado exhibicionismo, o eso se decía entonces, cuando tanta frivolidad aparente enfadó a muchos, si bien como luego resolviese el implacable Fernández Porta, a lo mejor el conflicto venía motivado por reprobables instintos*. También es de justicia aceptar que en esa época, ni los críticos ni los criticados sabían que estaban viviendo los últimos minutos de consumismo sin interrupciones, antes de que la pista sobre la que bailaban ebrios se desprendiese y los sepultara a todos.Paradojas del capitalismo, en 2013 ese culto al yo no sólo ha dejado de ser censurable. Además parece haberse convertido en una herramienta para hacer política, como en aquella carta de Carolina Alguacil ocho años atrás. ¿Ejemplos? Aquí o aquí, donde Juan Cruz recurre a las declaraciones de Menacho para construir una abominable historia que bien podía haber sido publicada en las cabeceras más retrógradas, y en la que los valores católicos prevalecen sobre la lucha de clases, que a fin de cuentas es lo que importa.
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Diciembre de 2007: ésos sí eran buenos tiempos
Acertijos: ¿Hostigaron demasiado a los representantes de la «Generación Yo»?, ¿o será que la crisis ha reblandecido el cerebro de la crítica y de la furibunda España digital? ¿Estimulan las burbujas económicas el mal rollo de manera sistemática, mientras las crisis nos hermanan religiosamente? ¿Será posible elaborar un discurso político de interés y de rigor desde el antaño despreciado Yo? ¿Tenemos motivos para celebrar la extinción de aquellos redomados narcisistas impulsados en MySpace que luego darían pie a precarios en alerta, cual colosal monumento a la victoria pírrica? ¿Es la ciudadanía una especie animal inclinada a leer historias sobre «dignos precarios» y familias desahuciadas antes que sobre la felicidad de la muchachada? ¿Se equivoca alguno de los dos yoes? ¿O por el contrario está todo bien?
Vosotros diréis.
*«El registro autobiográfico, el memorialístico, el dietario y otras modalidades de la prosa en la que supuestamente prevalece la dicción del yo sobre la ficción narrativa siguen siendo consideradas potestad exclusiva de la tercera edad (…) La recurrente crítica al exceso de yo de los blogueros y los tuiteros, mayoritariamente, jóvenes, es una desesperada reacción conservadora ante la abrumadora evidencia de que el yo de una persona de veinte años (…) resulta mucho más interesante que el de su abuelo» (Emociónese así, 2012)