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jueves, 20 de enero de 2011

My so called Eutopia

(Home-Wallraff-Levé: tres visiones sobre Fort Europa y el problema de la ética en el lector)



1. La lectura y traducción de Memphis Underground me ha ocupado buena parte de los dos últimos meses. Obviamente, la disección y relación obsesiva con un texto como el de Home —una forma de leer, por lo demás, desconocida para mí hasta la fecha— tiene consecuencias inevitables. Quizá la más inesperada de todas sea el giro radical que para mí ha supuesto el interés hacia la literatura política. De un modo u otro, Home es un escritor extremadamente político: lúcido pero político, atractivo pero político, macarra pero político, inteligente pero político. SH es un puto genio, y MU quizá sea la mejor novela política que he leído hasta la fecha. Precisamente ayer, en su blog de El Boomeran(g), Patricio Pron arrojaba una observación sobre el panorama local en la que coincido por completo: «Quizás pueda trazarse realmente una divisoria en la novelística española reciente entre un cierto grupo de obras interesadas por el pasado histórico y explícitamente políticas pero escasa o nada innovadoras y otro grupo de obras pretendidamente innovadoras pero desinteresadas por el pasado histórico y explícitamente apolíticas.» Al margen de que a estas alturas el adjetivo «innovador» suene a incómoda burla, lo cierto es que la narrativa política española reciente no ha conseguido interesarme demasiado. Por no decir jamás, ni un solo título. Esto es un problema de dimensiones bastante groseras. Y el cincuenta por ciento de la responsabilidad reside en que la literatura política española se inclina a abordar el «pasado histórico», y en que nadie en su sano juicio demuestra interés por el presente político. Ni qué decir tiene si se trata de escribir una novela.


2. En estos dos últimos meses creo que he terminado de aclarar mis desencuentros con la narrativa política española. La solución pasó por Günter Wallraff, el egomaniático periodista autor de Cabeza de turco y Con los perdedores del mejor de los mundos. Wallraff, cuyo tema siempre fueron los losers —auténticos— de Alemania, me hizo pensar que casi toda la gente que conozco atraída por la política tiene la mirada puesta al otro lado del charco, o a este lado de la aduana, cuando quizá sería inteligente atender a lo que ocurre en Fort Europa. Wallraff habla de una Europa cuya (no-)identidad difiere del contexto español; desde Alemania, Wallraff expone un continente que en los últimos años ha entendido razonable la emergencia de la extrema derecha y los desencuentros ideológicos, identitarios y culturales frente a los núcleos de inmigrantes extracomunitarios. Ahí quedan Fortuyn, Dewinter, Bossi, Wilders, Le Pen, Haider o Kjaersgaard, figuras políticas impensables en el marco político español actual, pero quién sabe dentro de algún tiempo. Wallraff, como Home, habla de las fisuras del Welfare, del desastre europeo y el peldaño social que solapa la miseria de los nativos continentales que gozan de las peores condiciones posibles con la miseria de los nuevos residentes. La paradoja de leer a Wallraff desde España es que hace creer en un hipotético retraso con respecto a la involución social que puede avecinarse. Dicho de otro modo, Peter H. Merkl señala en Right-wing extremism in the twenty-first century (disponible en Google Books) que «los problemas británicos con la xenofobia y la violencia de extrema derecha tiene sus equivalentes en todo el continente, de Antwerp a Viena». Supongo que no es del todo cierta la afirmación, al menos aquí, y por ahora.


3. A todos los que mostráis gran preocupación por los conflictos de poder en el campo literario, Wallraff os devuelve al kindergarten. Cretinos. Lo que en realidad quise decir con esta frase es que para cualquier interesado en la literatura actual, enfrentarse a Wallraff debería pulverizar, minimizar, disuadir y establecer jerarquías, al menos momentáneamente, en lo que respecta al equilibrio del texto entre su dimensión social y estética. Esto estuvo bien claro para mí hasta toparme con Suicidio, de Édouard Levé. Al igual que mi interpretación de Wallace, la lectura de Suicidio está supeditada a la biografía, lo cual no altera demasiado el orden de las cosas. Leí Suicidio como retrato fulminante de la anhedonia y la depresión, esos desórdenes tan mid-class. Abandoné Suicidio en el primer tercio. Demasiado fatigante, excesivamente desmotivador. Abismal. Yuxtaponer la lectura de Wallraff con la de Levé trae consigo un problema ético irresoluble: ¿cómo no incluir al acomodado pero deprimido protagonista de Suicidio en la categoría de los perdedores del mejor de los mundos?, ¿del lado de quién mostrarse solidario?, ¿dónde operar?, ¿cuál de los dos testimonios exige una respuesta más urgente? ¿Qué hacer con la ética del lector? ¿Existe? ¿Merece existir?

16 comentarios:

Anónimo dijo...

¿Has leído Hilos de Sangre? ¿Escribiréis en Quimera del libro? Hay expectación.

Ibrahim B. dijo...

Lamentablemente no lo he leído, y no es por falta de interés. Imagino que escribirán, sí...

La Medicina de Tongoy dijo...

A mi "Hilos de Sangre" no me interesa, al menos de momento. Nunca se sabe. Con este no lo supe. Me refiero al Wallraff. Tampoco me interesaba hasta hoy. Ni "Memphis Underground". Bueno, este último sí un poquito. Ahora más. Pero como hasta abril no sale prefiero no pensar en él.

Un comentario muy interesante, Ibrahim (me refiero al tuyo). La parte de "los conflictos de poder en el campo literario" ha sido definitivamente una invitación irrenunciable. ¿Ves cómo yo tenía razón? ¿Ves cómo eres una mala influencia y la gente te hace caso? Luego pasa lo que pasa.

Bromeo, ya sabes. En serio: muy útil. Me lo apunto y me lo leo y tal y cual, y ya veremos cuando pero que sí.

Un abrazo,

Ibrahim B. dijo...

Jeje, gracias por pasarte, Carlos,

Abrazo,

AJ

François Monti dijo...

¿España de Vilas, apolítica? ¿Providence de Ferré, apolítica? ¿Corona de Flores de Calvo, apolítica? ¿Intente usar otras palabras de Sierra, apolítica? Vaya… Esas 4 novelas tienen un discurso – más o menos obvio – político, me parece indudable. Sobre tu país, sobre la modernidad, sobre las políticas de control, sobre los límites del progreso. Me extraña muchísimo que ni tu ni Pron lo veis. De hecho diría que no hay un libro de Ferré o de Sierra que no sea político, a grados distintos. Ahora, claro, si el discurso político se limite a consideraciones más o menos de izquierdas, más o menos de derechas sobre el estado de las cosas y los ricos y el negocio y la crisis etc; pues claro que no son libros políticos. Pero supongo que tienes una visión más amplia del político y de la polis.

Ibrahim B. dijo...

Hombre, François, gracias por la memoria histórica.

Precisamente ayer recibí un correo que exponía de forma muy similar esa misma queja tuya, con autores muy cercanos.
Se me ocurre que es importante tener en cuenta el discurso, tanto por parte del autor como de la recepción, a la hora de valorar formas y contenidos y reivindicar la novela política. Para mí el autor que quizá exponga mejor esto sea Cantavella, a quien se le lee antes asociado a la línea del gonzo y el pulp (dos géneros atraídos por la forma) que de la ficción política, que para mí implica mensaje teledirigido e impuesto.

Con todo, las excepciones siguen siendo muy insignificantes.

carlos maiques dijo...

Ostras, ¡Aún recibes correos!
;)

Lo que me has hecho reflexionar, sobre otros asuntos es qué se espera de uno mismo, qué debe leer o leerse, qué merece atención como lector (de una realidad)y qué filtros utiliza a su disposición (y en tal caso, qué herramientas se precisan)

Tal vez pueda decirse que la ficción última -aquí la española- ha evitado abordar algunos temas, aferrándose a otros ya aparentemente desgastados por completo,pero eso, por desgracia, también es político. En ese aspecto, no deja de asombrarme la facilidad conque vemos como "universales" tantas historias de otros países y nos empeñamos en desconfiar de la fuerza de lo local, avergonzados, incluso; más aún cuando ese asco, esa inquietud y ese miedo son reabsorbidos como una variante más del paisaje mental del funky business forever en el que chapoteamos más a menudo de lo que somos conscientes.

Un saludo y hasta otra.

PS:Esperamos con ganas noticias de Memphis, y de la Fresy Cool, por supuesto.

C.G.F. dijo...

My so called Etiopia:

http://3.bp.blogspot.com/_UGq-G5tWrv8/TBadIXdpSnI/AAAAAAAAACk/HboIT4NnUAg/s1600/ETIOPIA.jpg

LOLOLOL ¡Qué chispa tengo!

François Monti dijo...

A ver, Antonio… No puedes expresar tu acuerdo total con una cita que habla de obras” explícitamente apolíticas” y después intentar esconder el tema detrás de la buena excusa del discurso receptivo. Ya sé que es un tema que te interesa pero no viene a cuenta aquí. Esos libros son políticos, si nuestro querido Pron – que yo sepa, ha leído por lo menos 2 de los 4 autores citados – lo ignora al escribir su post, es un problema de lectura suya (o quizás lo ha hecho expresamente para poder generalizar de manera excesiva, un problema suyo bastante frecuente cuando se trata de esos escritores “innovadores”, ya sabemos a quién se refiere). También me parece problemático tu lectura de la ficción política como mensaje impuesto. Esto es cierto de muchos libros políticos pero es muy lejos de ser una forma valida de entender lo que es ficción política. Aquí, creo que ya estamos más cerca de problemas de gustos personales que de otra cosa.
Una cosa interesante: Juan-Cantavella mismo me dijo que estaba cansado de las lecturas políticas de su obra; tú, sin embargo, piensas que esta lectura ha sido secundaria. No sé quien tendrá razón, pero eso si tiene que ver con problemas de intención, de recepción y de manera de interpretar la recepción. Sin embargo, El Dorado es, de alguna manera, una novela política – como gran parte del trabajo de Hunter Thompson. Y eso no tiene nada que ver con discursos.
No entiendo tu última frase. Con 4 autores, se han creado muchas escuelas y más de un grupo. 4 de las novelas más relevantes de narrativa no o menos tradicional de los últimos dos años son políticas. Eso no es nada insignificante. Al contrario, impide hacer una división tan nítida como la que intenta hacer Pron.

Ibrahim B. dijo...

Estoy de acuerdo con lo que comentas, Carlos; en cierta forma me remite a algunas cuestiones planteadas en torno al realismo patrio, que ya hablamos aquí en cierta ocasión.

François: está bien, está bien. Claudico, me bajo los pantalones, llevas razón, soy descendiente de la armada española en Países Bajos, 'pero':

1. Vilas aborda asuntos políticos desde una literatura totalmente apolítica, lo cual ni es bueno ni malo. Quien haya obtenido alguna conclusión 'política' con su lectura que hable ahora.
2. Mi post pretende dar una llamada de atención sobre la ética del lector, y en ese sentido considero casi contraproducente añadir una nota a pie para decir: eh, hay dos escritores españoles que lo han hecho bien. Dos. Y luego hay dos decenas de miles de novelas sobre el pasado histórico reciente. Problema solucionado.

En realidad no.

Anónimo dijo...

No puedes llamar la atención sobre la ética del lector después de haber compartido sofá con Javier Gato. Qué decepción.

M. dijo...

Supongo que <> no es suficiente. Existe un género ajeno a la distinción genital: el género lumpen, el eterno perdedor, el individuo regresivo. No me remito estrictamente a la concepción marxista; tenemos al que no tiene nada que perder y al que sufre demasiado las pequeñas pérdidas. La segunda es una categoría funcional.
En cuanto a la ética del lector... una vez cerrado el libro, el tipo prepara la cena, se lava la cara, después los dientes, las manos y se practica una paja. A veces dos. Se permite una modesta reflexión, siempre después de la paja.

Resulta difícil empatizar con causas ante las cuales nos sentimos impotentes. Esa es la óptica desde la que yo (humilde inepto) contempla el asunto. No creo en una ética estándar ni en un lector estándar.

Manuel dijo...

Buenas. ¿Alguien me puede aclarar la importancia y/o vigencia de La broma infinita más allá de la posibilidad de que se trate de una obra conceptual que comienza con la elección del título?. Gracias.

Ibrahim B. dijo...

En varias ocasiones he comentado que sus cuentos me resultan mucho, mucho más poderosos...

La chica automática dijo...

No estoy muy al tanto de la literatura espanyola actual (politica o no) aunque cada vez trato de estarlo mas. Muy interesante tu post, anyway. Sobre la etica del lector, uf, tiene que existir? Es como obligarte a leer todos esos titulos en el cole. Quien decide? Por que? La etica no puede ser igual para todos, seria horroroso. Greetings from London.

StatuS2H dijo...

Tienes que escuchar Kråksangen de Promoe, su primer disco en sueco. Tiene perlas que merecen la pena.

http://www.youtube.com/watch?v=2TGNDdhvjnY


Un abrazo.