«Aceptaré a Lars Von Trier el día en que le den el alta médica» (en la
primera parte) y «ésta puede ser una hermosa metáfora de una necedad de
tamaño planetario» (en la segunda) fueron la clase de pensamientos que,
en contra de mi políticamente correcta voluntad biempensante, repetía
para mí todo el rato mientras el pasado fin de semana miraba Melancolía,
visionado que afortunadamente hice en casa con amigos, y que por tanto
ayudó a salvar el marronaco en la medida que permitía maliciosos
comentarios en streaming y humorísticos doblajes sobre los torpes
papeles de sus personajes. Me explicaré.
(sigue en JotDown)
*
PS: respuesta de la inefable Carlota Moseguí,
"En defensa de Lars Bergman y Ingmar von Trier"
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