jueves, 24 de julio de 2008
Cuando un Bic Mac vale igual que Bach
El artículo del título con más flow del año, ya disponible para nuestros queridos lectores en Soitu. Mejor que la cocaína.
lunes, 21 de julio de 2008
martes, 15 de julio de 2008
Ideología del taco
A. En una entrevista realizada a Carlos Blanco el pasado sábado, leo con estupefacción que el susodicho genio (recuerden: aquel preadolescente que en Crónicas marcianas se ocupaba de asuntos egiptológicos) jamás ha dicho un taco. Jamás, en su vida. Sucede que le da cargo de conciencia al chaval pronunciar un ****** taco de *****, ¡tío! Y digo que no deja de sorprenderme en la medida que (supuestamente) forma parte de una generación crecida en el auge de los discos Parental Advisory, y las películas superpobladas de diálogos cuyo registro es gansgteril y/ o americano-suburbial. Cabe preguntarse si es que ese tipo se ha perdido la obra de directores como los Coen, Tarantino o De Palma. Rediós. Sacre Bleue. O Grmblfjx, como diría el Capitán Haddock.
Be. En realidad los negros no inventaron nada. Quiero decir que suyo no es el mérito del modo en que se habla en tantos y tantos films. Y ya, ya sé lo que me van a decir: Naomi Klein advirtió en su celebrado No Logo que las firmas multinacionales tienen por costumbre darse un garbeo en los suburbios afroamericanos para husmear posibles modas (bro-ing, lo llaman, por aquello de ¡oye, bro, pruébate estas zapatillas!); y que en Bamboozled, película de Spike Lee donde se trata la lectura que la televisión ha dado a los negros a lo largo de su historia, el cineasta deja caer la siguiente lápida: «Tú y yo sabemos que los negros marcan la moda y los estilos.» Pero insisto: los negros no inventaron nada. Solo plagiaron la cultura clásica. «¡Os daré por el culo y me la mamaréis,/ mamón de Aurelio y marica de Furio», declama el poeta Catulo. Por lo que deducimos que es ahí, y solo ahí, donde están los fundamentos del habla suburbial estadounidense, y de los discos más violentos de rap. Snoop Dogg, Tupac y Dr. Dre leyeron a los clásicos.
Ce. ¿Se dan cuenta de que conforme vamos creciendo, disminuye progresivamente la cantidad de tacos en nuestro discurso? Quiero decir que cuando tienes dieciocho o veinte años hablas como recién salido de un casting para, qué sé yo, Uno de los nuestros. Te crees el ****** Al Pacino. Dices cosas tales como: «¡Eh, tío, ¿cómo te va la *****?» Pero luego eso se diluye. Creces, te haces viejo, y hablas bien. ¿Y a qué creen que será debido este fenómeno, eh? Bueno, yo tengo una teoría, una teoría desmesurada. Y es que nuestro capitalismo de ficción, como diría Vicente Verdú; o capitalismo postindustrial, o —eufemística/ directamente hablando, para no herir sensibilidades— economía de mercado (ji, ji, ji); padece de higiene y asepsia profundas. La profilaxis manda, y por ende, el taco es el peor enemigo del lenguaje. El taco es la izquierda más radical. Puro altermundialismo. El mismísimo Foro de Porto Alegre. Así que cada vez que intenten reprimir una palabra malsonante, téngalo claro: El Gran Hermano vigila.
Be. En realidad los negros no inventaron nada. Quiero decir que suyo no es el mérito del modo en que se habla en tantos y tantos films. Y ya, ya sé lo que me van a decir: Naomi Klein advirtió en su celebrado No Logo que las firmas multinacionales tienen por costumbre darse un garbeo en los suburbios afroamericanos para husmear posibles modas (bro-ing, lo llaman, por aquello de ¡oye, bro, pruébate estas zapatillas!); y que en Bamboozled, película de Spike Lee donde se trata la lectura que la televisión ha dado a los negros a lo largo de su historia, el cineasta deja caer la siguiente lápida: «Tú y yo sabemos que los negros marcan la moda y los estilos.» Pero insisto: los negros no inventaron nada. Solo plagiaron la cultura clásica. «¡Os daré por el culo y me la mamaréis,/ mamón de Aurelio y marica de Furio», declama el poeta Catulo. Por lo que deducimos que es ahí, y solo ahí, donde están los fundamentos del habla suburbial estadounidense, y de los discos más violentos de rap. Snoop Dogg, Tupac y Dr. Dre leyeron a los clásicos.
Ce. ¿Se dan cuenta de que conforme vamos creciendo, disminuye progresivamente la cantidad de tacos en nuestro discurso? Quiero decir que cuando tienes dieciocho o veinte años hablas como recién salido de un casting para, qué sé yo, Uno de los nuestros. Te crees el ****** Al Pacino. Dices cosas tales como: «¡Eh, tío, ¿cómo te va la *****?» Pero luego eso se diluye. Creces, te haces viejo, y hablas bien. ¿Y a qué creen que será debido este fenómeno, eh? Bueno, yo tengo una teoría, una teoría desmesurada. Y es que nuestro capitalismo de ficción, como diría Vicente Verdú; o capitalismo postindustrial, o —eufemística/ directamente hablando, para no herir sensibilidades— economía de mercado (ji, ji, ji); padece de higiene y asepsia profundas. La profilaxis manda, y por ende, el taco es el peor enemigo del lenguaje. El taco es la izquierda más radical. Puro altermundialismo. El mismísimo Foro de Porto Alegre. Así que cada vez que intenten reprimir una palabra malsonante, téngalo claro: El Gran Hermano vigila.
sábado, 12 de julio de 2008
martes, 8 de julio de 2008
viernes, 4 de julio de 2008
Conversaciones en el N_mr_t™ de Gran Vía (Fragmentos)
F. Beigbeder (A su interlocutor, ante el panorama de la mesa de al lado): En amor la situación empieza a ser realmente preocupante cuando se pasa de la peli porno al parloteo cursi. A partir del momento en el que dejamos de decir: «te voy a meter e todo menos prisa, zorra» para decir: «mi querido pichoncito querida mimí osita mía hazme un ñiguiñigui», ha llegado el momento de apretar el botón de alarma.[1]
En la mesa de al lado:
Lee: Qué pena. Si por mí fuera, dormiríamos todas las noches enroscados uno alrededor del otro como serpientes de cascabel hibernando. Qué monito seía que pudiéamos fundinos en una gan masa infome. Te estoy poniendo los pelos de punta, ¿verdad?
Allerton: Pues sí.[2]
*
Ricardo Piglia: Se dice que los escritores han abandonado al gran público, pero no es verdad. Es el gran público el que los ha abandonado a ellos, y se ha ido a las salas de cine o a ver televisión.[3]
David Foster Wallace: [But] If an art form is marginalized it's because it's not speaking to people. One possible reason is that the people it's speaking to have become too stupid to appreciate it.[4]
*
Ironía de la Hipercita
Elisabeth Noelle-Neumann: [Montaigne] explicó porqué sus escritos estaban llenos de citas de escritores antiguos: “la opinión pública es la que me hace presentarme con todos estos adornos prestados”.[5]
Arthur Schopenhauer: [De hecho,] la furia por la lectura en la mayor parte de los académicos es una especie de fuga vacui, una huida de la carencia de ideas de su propio cerebro, que incorpora lo ajeno a la fuerza; para tener ideas, estos académicos deben haberlas leído en alguna parte, así como los cuerpos inertes solo pueden recibir su movimiento desde fuera; mientras que los que piensan por sí mismos se asemejan a los seres vivos, que espontáneamente dan testimonios de sí mismos. [A lo cual añadiría que] leer significa pensar en cabeza ajena, en lugar de hacerlo con la propia.[6]
*
Jack Kerouac (sorprendido ante las confesiones del Schopenhauer): [Supongo que entonces estarás de acuerdo conmigo cuando digo que] las universidades no son más que lugares donde está una clase media sin ninguna personalidad, que normalmente encuentra su expresión más perfecta en los alrededores del campus con sus hileras de casas de gente acomodada con césped y aparatos de televisión en todas las habitaciones y todos mirando las mismas cosas y pensando lo mismo al mismo tiempo mientras los Japhys del mundo merodean por la espesura para oír la voz de esa espesura, para encontrar el éxtasis de las estrellas, para encontrar el oscuro misterio secreto del origen de esta miserable civilización sin expresión.[7]
Arthur Schopenhauer: [Cierto, mi querido Jack] No hay por qué mantener en cada universidad a unos cuantos charlatanes insulsos para que les arruinen de por vida a los jóvenes el gusto por la filosofía.[8]
Stephan Zweig: [Pues] para mí el axioma de Emerson, según el cual los buenos libros sustituyen a la mejor universidad, no ha perdido vigencia, y sigo convencido hasta hoy de que se puede llegar a ser un extraordinario filósofo, historiador, filólogo, jurista y cualquier otra cosa sin tener que ir a la universidad, ni siquiera al instituto.[9]
En la mesa de al lado:
Lee: Qué pena. Si por mí fuera, dormiríamos todas las noches enroscados uno alrededor del otro como serpientes de cascabel hibernando. Qué monito seía que pudiéamos fundinos en una gan masa infome. Te estoy poniendo los pelos de punta, ¿verdad?
Allerton: Pues sí.[2]
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Ricardo Piglia: Se dice que los escritores han abandonado al gran público, pero no es verdad. Es el gran público el que los ha abandonado a ellos, y se ha ido a las salas de cine o a ver televisión.[3]
David Foster Wallace: [But] If an art form is marginalized it's because it's not speaking to people. One possible reason is that the people it's speaking to have become too stupid to appreciate it.[4]
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Ironía de la Hipercita
Elisabeth Noelle-Neumann: [Montaigne] explicó porqué sus escritos estaban llenos de citas de escritores antiguos: “la opinión pública es la que me hace presentarme con todos estos adornos prestados”.[5]
Arthur Schopenhauer: [De hecho,] la furia por la lectura en la mayor parte de los académicos es una especie de fuga vacui, una huida de la carencia de ideas de su propio cerebro, que incorpora lo ajeno a la fuerza; para tener ideas, estos académicos deben haberlas leído en alguna parte, así como los cuerpos inertes solo pueden recibir su movimiento desde fuera; mientras que los que piensan por sí mismos se asemejan a los seres vivos, que espontáneamente dan testimonios de sí mismos. [A lo cual añadiría que] leer significa pensar en cabeza ajena, en lugar de hacerlo con la propia.[6]
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Jack Kerouac (sorprendido ante las confesiones del Schopenhauer): [Supongo que entonces estarás de acuerdo conmigo cuando digo que] las universidades no son más que lugares donde está una clase media sin ninguna personalidad, que normalmente encuentra su expresión más perfecta en los alrededores del campus con sus hileras de casas de gente acomodada con césped y aparatos de televisión en todas las habitaciones y todos mirando las mismas cosas y pensando lo mismo al mismo tiempo mientras los Japhys del mundo merodean por la espesura para oír la voz de esa espesura, para encontrar el éxtasis de las estrellas, para encontrar el oscuro misterio secreto del origen de esta miserable civilización sin expresión.[7]
Arthur Schopenhauer: [Cierto, mi querido Jack] No hay por qué mantener en cada universidad a unos cuantos charlatanes insulsos para que les arruinen de por vida a los jóvenes el gusto por la filosofía.[8]
Stephan Zweig: [Pues] para mí el axioma de Emerson, según el cual los buenos libros sustituyen a la mejor universidad, no ha perdido vigencia, y sigo convencido hasta hoy de que se puede llegar a ser un extraordinario filósofo, historiador, filólogo, jurista y cualquier otra cosa sin tener que ir a la universidad, ni siquiera al instituto.[9]
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