vi
Ay de aquellos persecutores
del ascenso
social,
desquiciados en estrategias para acostarse con
ejecutivos de ventas, consejeros delegados, presidentes de tal o cual entidad.
Ay de aquellos cuya ambición menoscaba
Últimos monos, empleados a tiempo parcial.
Qué ingenuidad.
¿Es que nadie va a reparar en agencias de
modelos?
Cuando la mala retórica es poesía.
vii
¿Cuento vuestra participación para jalear el
desfile militar
de muñecos color méxico chile picante
y de carne hojalata
y educación británica made in Buckinham Palace
poco antes de que efectúen el golpe al Estado
a su paso la procesión por un arco de triunfo
romano,
de paredes pintadas de graffiti y desconchadas por los
pelotazos,
y sepultado por nieve fabril (a veces negra, a veces gris)?
Si Cayo X levantara la cabeza.
viii
Al asearte recién
despierto, mojándote la cabeza con agua del lavabo
antes de salir a trabajar, ¿te has percatado de la metralla
disimulada en la tubería del desagüe?, ¿eh, listo?
Fíjate bien. Fíjate que se trata del tambor
de un revólver sostenido por un forajido, buen pulso,
anticapitalismo (que podría ser yo).
Preocupado porque no sabríamos vivir al día.
ix
¿Podría contactar conmigo
cierta florista de suburbio
cuya mala fortuna quiso que fuese un bus
explosionado frente a su comercio
—bus convertido en vagón ceniciento
de minería—,
y a pesar de la adversidad
continuó la revolución empleando frascos
de perfume como extintores
hasta que la ciudad fue un aromático
narguile de manzana límpida
que pudrió los pulmones podridos de los podridos contrarrevolucionarios?
(Aún destellan delirios de identidad,
de su construcción a partir del otro.)
x
¿Tengo un suspenso en
personalidad,
tal y como consideré por mi escasa fidelidad hacia toda estética,
o declaré la guerra al aburrimiento?
xi
Y la gané, chicos.
La ganamos auspiciados por ese eslogan que perfectamente define, tal vez, en tan sólo tres palabras, la única fidelidad posible:
NO ME LLORESS.
Fidelidad a la vida,
a la única herencia del Orfanato Nihilista.
Eso. O pasar de todo.
Ay de aquellos persecutores
del ascenso
social,
desquiciados en estrategias para acostarse con
ejecutivos de ventas, consejeros delegados, presidentes de tal o cual entidad.
Ay de aquellos cuya ambición menoscaba
Últimos monos, empleados a tiempo parcial.
Qué ingenuidad.
¿Es que nadie va a reparar en agencias de
modelos?
Cuando la mala retórica es poesía.
vii
¿Cuento vuestra participación para jalear el
desfile militar
de muñecos color méxico chile picante
y de carne hojalata
y educación británica made in Buckinham Palace
poco antes de que efectúen el golpe al Estado
a su paso la procesión por un arco de triunfo
romano,
de paredes pintadas de graffiti y desconchadas por los
pelotazos,
y sepultado por nieve fabril (a veces negra, a veces gris)?
Si Cayo X levantara la cabeza.
viii
Al asearte recién
despierto, mojándote la cabeza con agua del lavabo
antes de salir a trabajar, ¿te has percatado de la metralla
disimulada en la tubería del desagüe?, ¿eh, listo?
Fíjate bien. Fíjate que se trata del tambor
de un revólver sostenido por un forajido, buen pulso,
anticapitalismo (que podría ser yo).
Preocupado porque no sabríamos vivir al día.
ix
¿Podría contactar conmigo
cierta florista de suburbio
cuya mala fortuna quiso que fuese un bus
explosionado frente a su comercio
—bus convertido en vagón ceniciento
de minería—,
y a pesar de la adversidad
continuó la revolución empleando frascos
de perfume como extintores
hasta que la ciudad fue un aromático
narguile de manzana límpida
que pudrió los pulmones podridos de los podridos contrarrevolucionarios?
(Aún destellan delirios de identidad,
de su construcción a partir del otro.)
x
¿Tengo un suspenso en
personalidad,
tal y como consideré por mi escasa fidelidad hacia toda estética,
o declaré la guerra al aburrimiento?
xi
Y la gané, chicos.
La ganamos auspiciados por ese eslogan que perfectamente define, tal vez, en tan sólo tres palabras, la única fidelidad posible:
NO ME LLORESS.
Fidelidad a la vida,
a la única herencia del Orfanato Nihilista.
Eso. O pasar de todo.
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