i. Cage & Dern como representación simbólica del inconsciente colectivo, o el quinqui asucarao’.
He de admitir que desconozco la explicación. Pero al igual que los cándidos niños superdotados que humillan a sus mayores irracionalistas en escaramuzas dialécticas (ya advertimos en su día a partir de ejemplos en Burroughs-Sedaris-Queneau un paradigma que hoy ostenta el Stewie de ‘Padre de familia’), los ancianos que hablan como adolescentes con el cerebro achicharrado por las videoconsolas («¡Eh, tío, esta mierda sabe cojonuda!»), los cubos de pollo Kentucky Fried Chicken a la barbacoa o los combates de Pressing Catch en apacibles domingos por la mañana; al espectador cultural nos fascina esa tipología de personaje cuyo ideario político parece circunscribirse hacia la derecha económica o social, y que además disfruta humillando a las minorías. Piénsese si no en aquel célebre anuncio del automóvil en el concierto de rock cuya coda quería presumirse principio inquebrantable —«A todos nos gusta vivir bien»—, en el protagonista del excelente relato que lleva por título «La chica del pelo raro» (el periplo hasta llegar a un concierto de Keith Jarreth protagonizado por un ejecutivo republicano y sus amigos punks) o los protagonistas de ‘Corazón salvaje’, de David Lynch; una de esas creaciones que parecen pergeñadas en algún laboratorio sociodemográfico, precisamente por contener ingredientes de interés más o menos extendido. Violencia y sexo entre otros. De hecho, la pareja de fugitivos Nicholas Cage y Laura Dern constituye un único sujeto bipolar a caballo entre la ‘sobredosis de azúcar-barra-‘Comedia Romántica Británica’ y la mera conducta quinqui, como nos es posible comprobar en la siguiente intervención de Dern: «A veces, Sailor, cuando hacemos el amor, me transportas mucho más allá del arco iris. Sabes tan bien lo que siento y estás tan pendiente de mí. Te lo juro, cariño. Tienes una polla muy dulce. Es como si me hablara cuando está dentro. Como si tuviera una vocecilla propia», en donde la palabra ‘polla’ actúa como revulsivo contra la 'diabetes mellitus' presente en el resto de discurso caramelizado. No menos importante es el hecho de que Cage y Dern sean representación simbólica del superyó contemporáneo en lo concerniente a las relaciones amatorias, es decir, que el mencionado tándem se erige como moralmente superior, quimérico a ratos: Sailor y Lula se pasan la película follando desesperadamente, recreando una excelente conjunción estelar que cualquier seguidor de Michel Onfray o Karen Horney intuye imposible.
ii. De Lacan a ‘Soy un disfraz de tigre’ (Hidrogenesse) pasando por la chaqueta de piel de serpiente como símbolo de individualidad y de fe en la libertad personal (‘sic’)
Seguramente ya conozcan el eslogan semiótico ‘¿Ves esta lata? Ella te consume a ti’, popularizado por Eloy Fernández Porta en ‘Afterpop’, haciendo paráfrasis de Lacan, y con el cual se pone de manifiesto la erotización del bien de consumo hasta que el mismo termina por fagocitar al sujeto [Recuérdenme que si alguna vez curso estudios de posgrado lleve a cabo mi tesis en base a la relación establecida entre el psicoanálisis postfreudiano y el grupo musical Hidrogenesse: ‘Disfraz de tigre’ es un track que podría pasar como uno de esos opúsculos titulados 'Lacan para dummies']. Así, Lynch, en los primeros minutos de ‘Corazón Salvaje' pone en boca de Nicholas Cage la siguiente intervención: ««¡Eeeh! ¡Mi chaqueta de piel de serpiente! ¡Gracias, nena! ¿Ya te he contado que esta chaqueta es para mí un símbolo de individualidad y de fe en la libertad personal?» A lo que Dern responde: «Unas cincuenta mil veces.» He aquí, entonces, en esta inocente prenda textil que llega a suplantar la identidad de Sailor, donde figura presente la, ‘glup’, ¡encarnación! del Capitalismo. Y con Cage luciendo su divertida chaqueta de piel de serpiente regresamos al principio: el héroe de derechas que humilla al jebi; lo que es igual, al «sarmiento seco» del sujeto de izquierdas al que Gopegui se refiere en ‘Un pistoletazo en medio de un concierto’, en una escena en donde la vendetta por celos es un incuestionable gesto de amor auténtico, y no una anacrónica perversión de la sentimentalidad.
iii. Lo verdaderamente divertido en este post
11 comentarios:
Está bien. Me voy a leer el libro de Fernández-Porta. Ahora si me dio curiosidad.
Pero el blog este no sé. No sé si es que no entiendo nada porque no soy capaz o bien porque se mezclan demasiadas cosas.
Es cierto que suelo emplear este blog para poner orden a mis lecturas y como basamento para futuros artículos; no obstante, quiero creer que no es necesario entender todas y cada una de las referencias expuestas (podría llenar los post de notas a pie, pero no sería beneficioso para nadie) para captar la esencia, la idea última y fundamental, de cada tentativa de ensayo.
Muchas gracias por tu lectura y comentarios, Carlitox. Siempre que sean honestas, las críticas aquí son merecedoras de atención y agradecimiento.
Si no es necesario entenderlas todas, entonces estaba leyendo bien los posts. Supongo que por eso son tentativas de ensayo. Porque se van cogiendo cosas de un continuum sin fisuras. Se delinean conceptos que emergen como siluetas, en lugar de meterlos en probetas.
O, al menos, ese es el efecto que tengo al leer estos textos. En ese sentido me recuerdan mucho, no sé por qué, a los ensayos de Panero, recogidos en "Y la luz no es nuestra".
Lo único que me incomoda es ese efecto cabeceante. Como si se me empañaran las gafas cada dos oraciones. Si se buscaba esa sensación, entonces perfecto.
Off-topic: El cuento "aquello que el azar nos entrega", ¿es tuyo o de un tocayo? Tengo curiosidad por saber cómo se escribió. Si quieres podemos continuar la conversación por email o en algún post que tengas sobre el tema.
Saludos y de nada.
En efecto, Carlitox, el texto que mencionas es mío. La ejecución formal del cuento responde al consuetudinario esquema 'delirio de grandeza-barra-acceso de inspiración-barra-ejercicio de escritura automática' de quien no todavía no tiene una disciplina de escritura más o menos rutinaria. Conceptualmente hablando, constituye los comienzos más remotos de mi interés hacia la economía sentimental en nuestro tiempo que ahora suelo mencionar tanto (Onfray, Becker, Mardon, Bolotin, Houellebecq, Ovidio, Maquiavelo, Fromm, Benjamin Constant, etcéteraetcéteraetcétera). Añádase que por aquel entonces era mucho más pesimista que ahora con respecto a las relaciones seriadas y la dinámica de la poliandria y poliginia, evidentemente por cuestiones netamente personales, no racionalistas. Pero de eso (la racionalización de la economía sentimental como mecanismo de ajuste psicologista) ya hablaré, de forma más o menos marginal, en un artículo futuro.
Para cualquier cosa que necesites, ya sabes mi e-mail.
Saludos,
¿Y qué aspectos son los que te hacen ser más optimista ahora? Sólo quiero una respuesta si puedes hacer epoje de lo personal.
B
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Rechazo a la disonancia cognoscitiva, anónimo.
Hola Ibrahin,
ya sé que no viene muy a cuento de este post, y que viene más a cuenta de otras referencias que has hecho tanto en tus artículos de Berliner y este blog? Cómo ves el nuevo panoráma literario en la esfera de estos nuevos textos que hacen constante referencia -en la forma- a la hipertextualidad, a lo fragmentario? crees que puede llegar a ser algo pasajero o realmente abrirán brecha en el casposo ámbito literario de este país (y supongo que de otros muchos más)?
Saludos,
Pablo
Hola, Pablo. Siento la tardanza en responder, pero estoy temporalmente sin conexión.
Creo que un post que podría responder en parte a tu pregunta es 'Una verdad incómoda' (marzo 2009), publicado en este mismo blog. Sea como fuere, y dado que a nadie nos gusta ejercer de visionarios, creo en la posibilidad de que existan obras con una fecha de caducidad más o menos rápida (pasajeras, como tú dices), si bien estrictamente necesarias en determinados momentos históricos. Las más de las veces el gesto de dinamitar el horizonte de expectativas presente en un contexto literario determinado (dar un salto cuántico, en definitiva) precisa de graves cambios socioculturales, y eso es algo que el autor no puede decidir, mal que nos pueda parecer.
Un saludo,
Y no hay que olvidar la vulgar y facilona ridiculización de la vegetariana o el jipioso de los anuncios de Campofrío, ni la venganza en otro contexto del Tote contra la peñita que se reía de él por llevar los pantalones cagados, ni de las sonrisas y miradas de inteligencia de los alumnos ante los chistes del profesor posmoderno a propósito del enjambre altermundista. Y al final se trasluce, sólamente, la esclavitud de los libertos a la que se refiere también, y tan bien, Fernandez Porta.
Un abrazo.
Jaja
Referentes ineludibles, Oche. Me gusta mucho ese track de Tote.
Un abrazo,
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