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domingo, 25 de octubre de 2009

Contra el lector etnocéntrico

Ligera explicación a por qué los lectores crecidos en la ciudad moderna echamos a patadas de nuestro canon ‘highbrow-posmoderno’ (sic: vds. ya saben de qué hablo) a tipos como puedan ser, verbi gratia, Mario Benedetti o Eduardo Galeano:

El sentimentalismo ha sufrido el mismo destino que la muerte; resulta incómodo exhibir las pasiones, declarar ardientemente el amor, llorar, manifestar con demasiado énfasis los impulsos emocionales. Como en el caso de la muerte, el sentimentalismo resulta incómodo; se trata de permanecer digno en materia de afecto, es decir discreto. El “sentimentalismo prohibido”, lejos de designar un proceso anónimo de deshumanización, es un efecto del proceso de personalización que apunta a la erradicación de los signos rituales y ostentosos del sentimentalismo. El sentimiento debe llegar a su estado personalizado, eliminando los sintagmas fijos, la teatralidad melodramática, el kitsch convencional. El pudor sentimental está regido por un principio de economía y sobriedad, constitutivo del proceso de personalización. Por ello no es tanto la huida ante el sentimiento lo que caracteriza nuestra época como la huida ante los signos de sentimentalidad. No es cierto que los individuos busquen un desapego emocional y se protegan contra la irrupción del sentimiento; a ese infierno lleno de mónadas insensibles e independientes, hay que oponer los clubs de encuentros, los “pequeños anuncios”, la “red”, todos esos millares de esperanzas de encuentros, de relaciones, de amor, y que precisamente cada vez cuesta más realizar. Por eso el drama es más profundo que el pretendido desapego cool: hombres y mujeres siguen aspirando a la intensidad emocional de las relaciones privilegiadas (quizá nunca hubo una tal “demanda” afectiva como en esos tiempos de deserción generalizada), pero cuanto más fuerte es la espera, más escaso se hace el milagro fusional y en cualquier caso más breve.

Gilles Lipovetsky, La era del vacío

7 comentarios:

Luna Miguel dijo...

verbi gratia, patada en los cojones Benedetti, barbie girl, gratia.

Anónimo dijo...

No he podido evitar ponerme sentimental con el texto de Lipovetsky. Me parece muy acertado el término "sentimentalismo", pues no nos prohibmos la exhibición de todo tipo de sentimiento sino sólo de aquel que pueda mostrarnos como románticos blandengues trasnochados que desean seguir imprimiéndole grandeza, misterio, profundidad, trascendencia diría, a las relaciones personales (nótese que "relaciones personales" figura ahí donde simplemente podría haber "amor".)

Un saludo

carlos maiques dijo...

La ruina sentimental dura tres años. El afecto como supermercado. La inteligencia emociona, la piel dispone distintos calados, diferentes profundidades.

Es curioso cómo este tipo de reflexiones no tuvieron un correlato literario equivalente en el momento de su publicación. O... puede que no fuera literario "comme il faut". ¿Acaso no podríamos pensar Cool Memories de Baudrillard, como una introducción perfecta al vacío, a la disolución y sin embargo a la persistencia de las emociones en retroceso?, ¿qué, si no, pensar, de la inmensa obra postestructuralista de Deleuze, Barthes, incluso Foucault, como la auténtica vanguardia literaria "fuera de lugar", que diría Edward W. Said, que escribió todo lo que ahora se glosa explicado en ocntextos supuestamente renovadores?

Más dudas paratextuales, claro. Un saludo y hasta otra.

Marta dijo...

Un gran profesor mío siempre hablaba de las emociones "al dente" en literatura. Como la pasta, la emoción debe tener un puntito duro, porque si pasas ese puntito, se queda blandorra.

Semejante strep tease de sentimentalismo como se ve en algunos relatos o novelas me pone los pelos de punta. Ahora bien, por evitar eso mucha gente cae en lo contrario, el exceso de dureza, bajeza, vulgaridad... Todo como impostura. Todo lo que no suene a honesto en literatura, para mí, sobra.

Por cierto, me interesó La era del vacío, pero reconozco que me esperaba más. En algunos puntos lo contré demasiado superficial y otras veces, obvio, que es peor.

Ibrahim B. dijo...

Jordi Carrión tiene un post reciente sobre "lo cursi" en donde estuvimos debatiendo precisamente eso que comentas, Marta; hay ahí ideas que van de Barthes a Torrente, de Amélie a Byron, etcétera.
http://www.jorgecarrion.com/blog/2009/08/23/metablog/#comments
Saludos, Marta, y bienevenida de nuevo.

Luna Miguel dijo...

A mi lo que mas me gusta de la era del vació es la portada. Es lo que me hace falta.

Ibrahim B. dijo...

Épico.