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jueves, 21 de julio de 2011

Algunas consideraciones sobre la destrucción creativa del papel

1. En España es habitual el comentario que exige responsabilidad a la industria editorial y critica su falta de compromiso con el libro electrónico. ¿Pero qué pasa con las librerías? Omitimos que una parte muy importante del libro electrónico es Jeff Bezos, pues aquel que desee un dispositivo de lectura óptimo acudirá a Amazon, USA. Por supuesto, más tarde encontrará que apenas hay mercado de novedades electrónicas en español. Aunque sí un inconmensurable almacén de textos estupendos, piratas y gratuitos en la red.

2. Hasta la fecha, el problema más grave al que pueda enfrentarse un autor es que (como dice Juan Cerezo citado por Rafael Reig) a los tres meses de su salida, un libro no sólo deja de interesar a la prensa sino que además desaparece de las librerías. Lo cual es una broma en comparación a lo que se avecina. O desde luego, en los últimos tiempos vengo percibiendo cómo ciertos libros vinculados a la edición independiente aparecen disponibles en la red. Basta conocer un par de webs y buscadores para conseguir valiosos volúmenes de casi cualquier disciplina. Es éste un asunto delicado que tal vez no haya sido discutido lo suficiente (si excluimos los estudios sobre piratería del libro planteados por instituciones más o menos grises), o que permanece en un segundo plano de la información cultural. Se busca proyectar el vaso medio lleno, se desea la implantación del libro electrónico, al mismo tiempo que se omite la cuestión más peligrosa; se la hace invisible, se evita que salga a la luz. ¿Qué ocurre con los problemas del libro digital? ¿Qué piensan los creadores? ¿Descargan ellos libros gratuitos o pagan religiosamente? ¿Qué haremos cuando la repercusión de la piratería textual equivalga a la musical?

3. Si a usted, escritor, no le agrada que descarguen gratuitamente su libro, ¿por qué ofrece contenidos gratuitos en su blog? ¿Resignación, tal vez?

4. Pensemos en prensa. A la crisis económica (menos publicidad a tarifas menores) se suma una crisis de negocio. El periódico, todos lo sabemos, es un artilugio inútil —no así sus contenidos, claro—. En primer lugar porque Internet exige menos costes que desplazarse hacia un quiosco y entregar un dinero innecesario; en segundo lugar porque si lo que yo necesito son artículos extractados de secciones o blogs puntuales en distintos periódicos, ¿para qué querré una única cabecera? “Nos encaminamos hacia la desaparición de los periódicos en papel. [...] Lo que ocurre es que no sabemos cuánto tiempo le queda”. Los anunciantes siguen invirtiendo en papel; entre tanto, los espacios digitales continúan vacíos de banners. Todos perdemos.

5. ¿Qué hemos perdido en esas crisis de modelo? Las firmas individuales, desde luego. En nuestro sacrosanto capitalismo, los blogs, de manera inquietante, se han convertido en una muestra de la filantropía y generosidad por parte de la especie humana, asumida tanto por sus gestores como por lectores. “Espacio público intelectual libre de publicidad y gratuito dirigido al intercambio libre de ideas”, reza el blog de Vicente Luis Mora. Y así, durante años todos hemos asistido al nacimiento de innumerables blogs y webs culturales creadas por el entusiasmo y la generosidad de sus bien formados colaboradores, y su consecuente hundimiento. Un modelo, por lo demás, insostenible. La buena información vale dinero.

6. Pensar la literatura o el periodismo cultural como entidades ajenas a su dimensión empresarial es negativo para todos. A estas alturas, acostumbrados a una calidad incuestionable en ambos entornos, retroceder —prescindir de tales contenidos— sería una derrota desastrosa. Podemos asistir al traspaso de los mejores talentos digitales al papel, donde el trabajo aún sigue siendo remunerado (a veces), si bien, si el papel no tardará en caer, no es ésta más que una salida de emergencia. ¿Y entonces, qué? ¿Nos resignaremos ante la divulgación de calidad? ¿Bajaremos la persiana metálica de nuestros blogs porque nuestro trabajo vale dinero y la cultura será filantrópica o no será? ¿Dejaremos de escribir y leer libros a causa de la piratería? Pues Bludigel, entonces.

18 comentarios:

Anónimo dijo...

dónde quedan los resultados de the fight club, miarma?

Anónimo dijo...

Pasará lo mismo que pasa ahora, que solo se pagará por contenido que realmente interese, como con la música. Nos bajaremos lo que podamos, le daremos una ojeada, y lo mandaremos a la papelera, exactamente igual que hacemos con la música que nos deja indiferentes. Pero si nos gusta querremos conservarlo en nuestra librería para manosearlo, mostrarlo, o lo que sea, exactamente igual que con un disco o un CD original.

Ibrahim B. dijo...

No sé yo cuánta gente paga en estos instantes por música; además, los escritores no dan "conciertos"...

Anónimo dijo...

Bueno, el mercado del vinilo como fetiche tiene su público. Con los libros pasará igual. Los escritores hacen 'performances' y talleres, que viene a ser lo mismo.

Anónimo dijo...

Y se me ocurre también que yo, que hace siglos que no me compro música, sí lo hago cuando tengo que hacer un regalo. Me parece muy cutre regalar un CD grabado. Con los libros no tiene por qué ser diferente. Aunque habrá que replantearse muchas cosas, eso por descontado.

Ernesto Castro dijo...

Las empresas pro común son la única salida viable: aplican ortodoxamente los principios del software libre (Creative Commons, etc) al mismo tiempo que mercantilizan razonablemente sus productos. Un ejemplo de ello es Traficantes de Sueños: tienes todos sus libros en la web para descargártelos cuando te venga en gana y, al mismo tiempo, hacen una edición en papel. Entre la venta de libros, la organización de eventos y la participación en charlas, Traficantes de Sueños mantiene a diez personas con un sueldo mensual mileurista. No está mal. Dime qué editorial alternativa es capaz de conjugar (i) el compromiso militante con una cultura gratuita y para todos (los que tengan acceso a Internet) (ii) y el aprovechamiento de los recursos que el sistema pone a nuestra disposición. Las empresas procomún obtienen importantes réditos del derrumbe del sistema editorial convencional, sin necesidad de traicionar sus principios. Y todo esto publicando los textos que les viene en gana sin necesidad de someterse a la fluctuación de los intereses mediáticos (ahora queremos jóvenes poetas andaluces, ahora narradores consolidados de EEUU, ahora dramaturgos segunda generación de inmigrantes subsaharianos, etc). ¿Quién quiere atención mediática por parte de los suplementos culturales? Esto ya lo hemos hablado con Vicente Luis Mora. Muchas de las editoriales alternativas en nuestro país están a la sopa boba buscando llamar la atención de los suplementos culturales. Sin mejorar demasiado, que digamos, el número de ventas. Hemos visto como muchos proyectos editoriales han traicionado su filosofía para convertirse en un popurrí al servicio de modernos gafapasta, editoriales que se dedican a publicar libros completamente coyunturales para salir al paso. Se venden más por el título que por el contenido. No quisiera señalar a nadie.

Ibrahim B. dijo...

Señala, señala,

Pero el ejemplo de Traficantes es estupendo, así es,

Ibrahim B. dijo...

Ahora que lo dices, Traficantes me recuerda a la panadería cuyos empleados ganaban tres veces más que los pilotos de aviones en 'Capitalismo', de M. Moore.

Ernesto Castro dijo...

Se me olvidaba: el periodismo cultural en nuestro país sólo registra la punta del iceberg y, en muchos casos, es parcial e incompetente. El recorte presupuestario en los periódicos ha llevado a que los suplementos culturales flexibilicen el mercado laboral de sus colaboradores. En otras palabras: donde antes había un colaborador fijo, ahora hay cuatro becarios. Esto tiene su parte buena y su parte mala. Por un lado, se permite que gente joven salte a la palestra y aprenda a lidiar con el ojo del huracán mediático. Por otro lado, se reduce drásticamente el número de novedades editoriales que estos becarios son capaces de leer, comprender y reseñar críticamente. Dado el bombardeo constante de novedades y la inmediatez de los plazos, no puedes obligar a que un becario que está cursando tercero de carrera de Periodismo escriba para dentro de una semana una reseña de 8000 cce sobre, por ejemplo, el último libro publicado por Akal en su colección Cuestiones de Antagonismo, Robert Brenner: "Mercaderes y revolución. Transformación comercial, conflicto político y mercaderes de ultramar londinense, 1550-1653." Este libro, de 800 páginas de extensión requiere de un conocimiento en economía e historia del que no dispone casi nadie de entre los jóvenes periodistas culturales.

El joven periodismo cultural no está capacitado para reseñar textos sesudos de historia, economía, sociología, teoría política, estética, filosofía, no hablemos ya de las ciencias duras. Así que el campo de lo que aparece en "nuestros blogs" y en "nuestros suplementos culturales" se reduce a poesía, narrativa y ENSAYISMO BLANDIBLÚ -cualquier recipiente es válido- sobre comics y teleseries.

Y esto se vende como LA CUMBRE DEL POSTMODERNISMO INTEDISCIPLINAR, LA GUINDA DE LA HIBRIDACIÓN CULTURAL.

Pues vaya.

Y luego nos sorprendemos que ciertas editoriales que ofrecen sus contenidos gratuitamenete en Internet no reciben atención. ¿Qué pasa con Traficantes de Sueños y Acuarela Libros? Si me apuras, ¿qué pasa con editoriales consolidadas como Catarata Libros, El Viejo Topo, las publicaciones del Cendeac, etc? Estas son las editorales que mantienen el listón del ensayismo en español, junto con otras como Akal, Trotta, Tecnos, siglo XXI o Manantial, que tampoco reciben la atención que deberían tener.

Si echamos un ojo al joven periodismo cultural parece que no hubiera nada más allá de "las cuatro editoriales emergentes que están en boca de todos." De hecho, el BOOM de las editoriales alternativas y su orientación principalmente hacia narrativa y ensayismo blandiblú está íntimamente relacionado con la incompetencia de nuestros críticos culturales. Así que a aplicarse el cuento.

Ibrahim B. dijo...

Ahí estás equivocado. Los suplementos culturales no tienen becarios y siguen dependiendo de firmas externas especializadas. ¿Desde cuándo ha habido becarios en ABCD, Culturas, Babelia, El Cultural…? De hecho, las firmas son cojonudas; otra cosa es que no me/ te interese el criterio de tal crítico, pero eso es otra historia. El problema de los suplementos es menos espacio y menos presupuesto (pero esto ocurre con todo el papel, y de eso mismo va el post).
En cuanto a la prensa diaria: lo mismo. Decir que los periodistas culturales son unos ineptos es no conocer cómo funciona un periódico y la gente que trabaja en él. Por lo demás, admitamos que el grado de especialización que se mueve en las editoriales que planteas escapa de los dominios del medio (pero también de muchas revistas especializadas). Trotta, tío...

Anónimo dijo...

Estoy de acuerdo con Taun. Te encuentras mucha poesía, mucha narrativa pero poca chicha. Lo que encontramos hoy en los periódicos no es muy diferente a los miles de post que te encuentras diariamente en los blogs. Poca, muy poca seriedad. Y uno no sabe hacia dónde mirar sin sonrojarse.

Jorge dijo...

Gracias por plantear la discusión! Lo que creo que está claro es que la solución no puede ir por el lado de perseguir a los lectores, como hicieron las industrias musicales y fracasaron. Es muy complicado el tema, por eso que dices de que los escritores no dan conciertos. Con los cineastas pasa algo similar. En el caso de los escritores, creo que, mal que les pese, tendrán q comenzar a comercializar sus charlas, lecturas, performances (Javier Calvo habló un poco de eso alguna vez en su blog) y eventos similares. Y complementar eso con libros que sean "objetos de arte" y con los viejos y queridos talleres literarios. Y claro que también puede seguir cobrando por publicar en medios digitales que tengan publicidad. O poner publicidad en el blog propio... En fin, que fácil no está, pero nunca fue fácil para los escritores. Es más, quizás ahora hay más soluciones posibles que antes y los escritores pueden depender menos de las garras de los editores. Pero bueno, ojalá que discusiones como esta sirvan para encontrar modelos de negocio nuevos. Saludos!

Anónimo dijo...

¿Y por qué no ganarse la vida con otros trabajos como hace la mayoría del personal? Porque sean sinceros, se escriben muchos libros mediocres, si no la mayoría, ¿qué quieren vivir del cuento?

Anónimo dijo...

En ese sentido los 'gestores culturales' ya se están empezando a mover para promocionar a sus 'representados', fijando 'cachés' para los mismos. En realidad, la cultura - o como mínimo la de masas- ya se está moviendo en esa dirección desde hace tiempo. Falta que la gente esté dispuesta a pagar según qué precio por las entradas. Habrá que esmerarse en la oferta.

Diva Calva dijo...

Todo, prensa y libros, es ficción. La ficción abunda, hay mucha oferta, luego la cosa se abarata, no hay remedio. La prensa y los libros en papel con bonitas maquetas y mucho margen, al final, y esto sí que sí, correrán la misma suerte. Envolver pescado era una muy digna salida al periódico en su momento, pero ahora lo que habrá que hacer será reciclarlo todo, fabricar papal de váter para la enorme cantidad de culos occidentales que necesitamos el producto...

cgamez dijo...

El tema es de suma actualidad (más después de lo de la SGAE). Es cierto que algunas de las reivindicaciones que planteas son muy nobles. Pero también es cierto que algunos autores han querido vivir del cuento con una cancioncita que compusieron en los 80 y ya está. Yo creo que el modelo lo apuntaban los Almodóvar en la discusión de la sgae:

http://www.elpais.com/articulo/cultura/grito/Almodovar/caso/SGAE/elpepucul/20110720elpepucul_9/Tes

Si hemos de volver a la historia de la literatura y observar los derechos de autor que cobró Dante por La divina comedia nos sorprenderemos. Creo que la clave está en un modelo acorde a los tiempos en donde autor (ganancias justas) y público (precio justo) salgan ganando. Pero temo que esto siempre lo acabarán dirigiendo grandes plataformas mediáticas porque al autor siempre le falta tiempo y le gusta más crear. Y ya sabemos lo que, desgraciadamente, mueve a esas plataformas.

C.G.F. dijo...

http://www.elpais.com/articulo/portada/Polemico/Naipaul/elpepuculbab/20110723elpbabpor_3/Tes

Yo quiero ser periodista cultural como Walter Oppenheimer.

Ibrahim B. dijo...

Tengo la impresión de que a Naipaul le ha interesado, hasta cierto punto, extender esa imagen suya de tipo huraño, ambicioso e inhumano. Lo demostró con su "biografía oficial", donde sí había una "estrecha colaboración" con su biógrafo, Patrick French. Yo lo entrevisté hace un tiempo. Recuerdo sobre todo que, pese a no escatimar en datos sobre VSN, se negaba en rotundo a hacer ninguna opinión sobre su persona:

http://www.publico.es/culturas/252938/la-biografia-oficial-de-naipaul-destapa-su-lado-maquiavelico

No me parece una mala entrevista. A veces estás cosas pasan. WO, que además tiene la honestidad de presentarse como corresponsal en lugar de como periodista cultural, tenía que preguntar por ciertas cuestiones obvias (como sus declaraciones sobre las mujeres), y VSN no tenía ninguna gana de responder. Bueno.