Esa disyuntiva de ‘‘todo arte es político’’ o ‘‘todo arte es apolítico’’, de contenido vs forma, siempre me ha jodido enormemente. Especialmente porque en América latina somos consumidores culturales de Europa y USA pero estamos adscritos en un contexto que no puede negar ciertas reivindicaciones, así abunden los epígonos críticos con posturas como las de Fleischhauer y Lilla que consideran que cualquier coqueteo con la ideología va en desmedro de la valía estética.
Ok. Pero, a parte de dejar a los chicos en paz (o, quizás, suicidarse en masa para dejar paso esos "otros" profesores necesarios), ¿qué deberían hacer "estos" (o los "otros") profesores? Escucho y leo muchas quejas genéricas (y generalizadoras), pero pocas propuestas constructivas. ¿Alguna idea? Me interesa. Saludos.
A los novelistas siempre les bastó con empuñar una metralleta de rama entre los 4 y los 9 añitos. La política de altura siempre les debió seguir. Por eso estamos así.
De acuerdo, lo leeré, gracias por el aviso. Anyway, te diré que todos los docentes están obligados a someterse a una evaluación –son juzgados, por tanto, por los alumnos–. Sólo conozco las cifras de un caso; los resultados del curso pasado (estudios de Grado a la boloñesa, para más Inri) de este lumpendocente: 4,3 sobre 5, es decir, 8,6 sobre 10. Autobombo obsceno, lo sé, pero estoy seguro de que no se trata de una excepción extravagante. Que hay mucha gente que no se lo curra –o, mejor dicho, que descuida la docencia, la primera responsabilidad del profesor, para dedicarse a sus industrias y andanzas– es cosa bien sabida, pero bueno, hay de todo. Creo. saludo afectuoso.
6 comentarios:
Esa disyuntiva de ‘‘todo arte es político’’ o ‘‘todo arte es apolítico’’, de contenido vs forma, siempre me ha jodido enormemente. Especialmente porque en América latina somos consumidores culturales de Europa y USA pero estamos adscritos en un contexto que no puede negar ciertas reivindicaciones, así abunden los epígonos críticos con posturas como las de Fleischhauer y Lilla que consideran que cualquier coqueteo con la ideología va en desmedro de la valía estética.
Yo debo: yo soy.
Muy bien.
Ok. Pero, a parte de dejar a los chicos en paz (o, quizás, suicidarse en masa para dejar paso esos "otros" profesores necesarios), ¿qué deberían hacer "estos" (o los "otros") profesores? Escucho y leo muchas quejas genéricas (y generalizadoras), pero pocas propuestas constructivas.
¿Alguna idea? Me interesa.
Saludos.
Hola, Clément, tengo pendiente un artículo sobre lo que comentas... en dos semanas.
Gracias por la lectura,
Un saludo,
AJ
A los novelistas siempre les bastó con empuñar una metralleta de rama entre los 4 y los 9 añitos. La política de altura siempre les debió seguir. Por eso estamos así.
De acuerdo, lo leeré, gracias por el aviso. Anyway, te diré que todos los docentes están obligados a someterse a una evaluación –son juzgados, por tanto, por los alumnos–. Sólo conozco las cifras de un caso; los resultados del curso pasado (estudios de Grado a la boloñesa, para más Inri) de este lumpendocente: 4,3 sobre 5, es decir, 8,6 sobre 10. Autobombo obsceno, lo sé, pero estoy seguro de que no se trata de una excepción extravagante.
Que hay mucha gente que no se lo curra –o, mejor dicho, que descuida la docencia, la primera responsabilidad del profesor, para dedicarse a sus industrias y andanzas– es cosa bien sabida, pero bueno, hay de todo. Creo.
saludo afectuoso.
Publicar un comentario