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domingo, 4 de septiembre de 2011

El fantasma de Vallès avanza con antorcha hacia nosotros por la senda de los escritores pobrísimos

Vallés visto por Courbet

He visto en ese París del que vengo que aquéllos que deseaban ser libres no lo eran si, como yo, no tenían un diploma de bachiller en el bolsillo de sus ropas raídas. Con ese diploma, sólo queda mendigar, robar, para no morirse de hambre, o hacerse empleado, o vigilante... lo que voy a ser.

Jules Vallès, El candidato de los pobres, trad. Inés Bértolo, ed. Periférica


Suelo pensar que el valor de los libros descansa en su capacidad para provocar subrayados; otras veces, un solo enunciado justifica el texto en su totalidad. Esto es lo que ocurre cuando lees El candidato de los pobres.
Escribo este post con 23 años y 10 meses, mientras que el narrador de este emocionante libro autobiográfico, Jules Vallès (1832 – 1885) dice sumar 23 años y 4 meses en el momento en que escribe las líneas arriba recogidas.
Hace un tiempo, acerca de Richard Yates, comentaba que muchos de los libros que se escriben a la edad del narrador de El candidato de los pobres son valiosos porque contemplan un arco biográfico al que envuelve una incertidumbre muchas veces insoportable, y en donde precisamente escasean sus testigos literarios. Leyendo a Vallès pensaba, imagino que por oposición, en Andy Warhol, quien —procediendo, por cierto, de familia obrera— parecía poseído por la manía de registrar en sus diarios el precio de todo aquello que consumía, pues Vallès siempre está tropezando con problemas económicos y laborales y hablando de estas pesquisas de vil metal.
No hace mucho, Peio H. Riaño firmaba el divertido reportaje «Currar para escribir», sobre los penosos trabajos a los que quedan condenados los escritores para asegurar su supervivencia. Podéis imaginar por qué esta fatal mezcla de talento, carácter unemployable e inseguridad económica atrae con cierta frecuencia a escritores y periodistas.
Dijo Biedma acerca de Ferrater: conoce los entresijos de la vida práctica con extrema lucidez y al mismo tiempo es radicalmente inepto para la vida práctica. Una de esas personas —yo me tengo por otra— que con los mismos defectos pero con menos cualidades hubiera funcionado mejor. Y de esto mismo parecía adolecer el pobre Vallès, que se lamentaba de su mala fortunada con aquello de: ¿acaso no es doloroso que a mi edad […] tras ocho años estudiando, tras haber pasado en mi infancia por ser un niño prodigio, tras haber pasado en mi infancia por ser un niño prodigio, tras haber sido después un empollón, no es doloroso que no sepa cómo me voy a ganar la vida [...]?
Si el emblema político del diecisiete francés es la toma de la Bastilla y la guillotina revolucionaria cercenando la cabeza del rey, no le andará a la zaga, en el siglo siguiente, la Comuna de París. Y allí estuvo Vallès como héroe de las protestas. Tiempo atrás, constataba en este libro la posibilidad de ser pobrísimo, y aun en ruina doméstica, llevar adelante la fidelidad a un proyecto ético y político: He padecido, he luchado desde el Golpe de Estado, sin agachar nunca la cabeza. He jurado un odio eterno al Imperio… No quiero vivir de lo que ganaría con uno de aquéllos que el Imperio mantiene, incluso si lo ganara trabajosa, dolorosamente. No quiero vender ni siquiera mi tiempo. ¡No: gracias y adiós! A estas alturas ya deberíamos intuir la importancia de escuchar a su fantasma. 

12 comentarios:

Anónimo dijo...

¿Pobrísimo o paupérrimo? ya.

Ibrahim B. dijo...

http://buscon.rae.es/dpdI/SrvltConsulta?lema=pobre

Anónimo dijo...

-De acuerdo, chico, aguanta firme -le dijo Zaphod-. Tomaremos un bocado en el restaurante del Fin del Mundo.
D. Adams

Anónimo dijo...

sweet I.

Sico Pérez dijo...

Bueno, como que abundamos,,jajajaj ese fragmento en donde dice:no es doloroso que no sepa cómo me voy a ganar la vida, es profético!!!!!

jcl dijo...

Grande Vallès. Junto a Rimbaud, Verlaine, Victor Hugo y Villier de L´Isle-Adam uno de los poco que no se cagó en la Comuna y que no le dio la espalda. Échale un ojo a Los escritores contra la Comuna, de Paul Lidsky. Seguro que lo pules a subrayados.

Ibrahim B. dijo...

Muchas gracias por la recomendación; anotado está.

Saludos,

Ignacio Ruy Suvina dijo...

Gracias a la red podemos leer opiniones que en otros tiempos había que recorrer los bares y conocer mucha gente, siempre se ha escrito y pensado, aunque estos autores hayan vivido en la pobreza, muchos más no los hemos conocido.

Ilkhi Carranza dijo...

Muy interesante este post sobre Jules Vallès, pero en el último párrafo donde dices: "Si el emblema político del diecisiete francés..." pienso que debería poner dieciocho.

Un cordial saludo.

Ibrahim B. dijo...

Cierto es, gracias por la apreciación y la lectura.

Abrazo,

AJ

Anónimo dijo...

Aunque esté aceptado "pobrísimo", me siguen saliendo orzuelos muy dolorosos cuando lo leo. Me gusta más "paupérrimo".

Saludos.

Ibrahim B. dijo...

Jajaja, bueno, lo tendremos en cuenta para la próxima.

Abrazos,