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viernes, 20 de marzo de 2009

La cimitarra de Ithaca & el complejo de castración o la infinita pereza de Europa

Otra verdad incómoda es que David Foster Wallace no solo ha sido lo mejor para la narrativa española contemporánea desde la aparición de sus primeras traducciones allá en los albores de siglo, sino también lo peor que haya podido atravesarla hasta nuestros días. Lo que es igual, en 1990 nuestro autor cuenta en las baldas de las librerías con The Broom of the System y Girl with curious hair —más de 800 páginas teniendo en cuenta la edición de Penguin y Back Bay respectivamente—; aún así, escribe a Jonathan Franzen: «Right now, I am a pathetic and very confused young man, a failed writer at 28 who is so jealous, so sickly searingly envious of you and Vollmann and Mark Leyner and even David fuckwad Leavitt and any young man who is right now producing pages with which he can live, and even approving them off some base clause of conviction about the enterprise’s meaning and end.» A comienzos de esa misma década, Wallace anuncia: «If I have an enemy, a patriarch for my patricide, it’s probably Barth and Coover and Burroughs, even Nabokov and Pynchon». Ergo no solo su ambición fue desmedida sino que llevó a buen puerto la arriesgada tarea de coger por los tobillos al autor de Gravity’s Rainbow y airearlo en la terraza del maximalismo norteamericano mientras le roba las llaves del coche y de la casa, la cartera y quién sabe si la mujer y los hijos. Wallace fue y sigue siendo un tipo duro. En cambio, parece que lo que aquí ha tenido lugar tras de la lectura de su obra no ha sido más que discretos homenajes, algunos de ellos mucho más acertados que otros; la mayoría fotocopias breves que delatan el temor a las distancias largas, como si la fiereza con que el actual patriarca que nos/ os/ les desafía a acometer el parricidio no cupiese por las sistemas aduaneros de Europa. Y si bien es cierto que el propio autor destapa sus propias dudas al hilo de la prolijidad y desmesura de su escritura con aquello de qué es mejor, si la diarrea o el estreñimiento (“Hacia el oeste, el avance del imperio continúa”, en La niña del pelo raro), una sospecha más que extendida entre sus lectores; huelga prever que durante todo el año próximo Amazon dispensará a lo largo de la geografía occidental lotes y lotes de The Pale King, novela póstuma e inacabada de la cual se sabe que contiene varios cientos de miles de palabras. The New Yorker publicó el pasado lunes 9 un extracto de esa misma novela. Interesados, clic acá.

13 comentarios:

Luna Miguel dijo...

raquetazo ahiiii

quia!

Anónimo dijo...

Hablando de cimitarras o péndulos, no sabría decirte si va a ser lo mejor o lo peor, entre otras razones porque, realmente, es bien pronto para "ver" su influencia más allá de la epidérmica que has citado. Además, se hace difícil que ocurriese con anterioridad, cuando aquí "la historia comienza", en el momento que narraba infinitamente hacia 1996.

El temor a las distancias largas es algo momentáneo, que puede cambiar. Hay tiempo para otro "El mecanógrafo" de nuevo cuño, pero habría de calibrarse sobre un paisaje muy distinto que ya valora otras actitudes y estéticas. Voy a regresar sobre el asunto porque tiene miga lo que dices. Un saludo y hasta otra.

Ibrahim B. dijo...

Tiene miga, es una cuestión peliaguda, y por tanto hay que clavar la pala en ella, Carlos. Cuando acabe la primera parte de 'El plantador de tabaco' volveré al asunto. Y sí, debería leer a García Sánchez.

Un abrazo,

Luna Miguel dijo...

No hay que clavar pala, hay que clavar raqueta, Ibrih.

Ibrahim B. dijo...

Va, va. Lo que quieras.

Ibrahim B. dijo...

Por si hay algún despistado que aún no conoce el pasado deportivo de DFW, a continuación el extracto del ensayo Derivative Sport in Tornado Alley al que Luna apela:

"Between the ages of twelve and fifteen I was a near-great junior tennis player. I made my competitive bones beating up on lawyers' and dentists' kids at little Champaign and Urbana Country Club events and was soon killing whole summers being driven through dawns to tournaments all over Illinois, Indiana, Iowa. At fourteen I was ranked seventeenth in the United States Tennis Association's Western Section ("Western" being the creakily ancient USTA's designation for the Midwest; farther west were the Southwest, Northwest, and Pacific Northwest sections). My flirtation with tennis excellence had way more to do with the township where I learned and trained and with a weird proclivity for intuitive math than it did with athletic talent. I was, even by the standards of junior competition in which everyone's a bud of pure potential, a pretty untalented tennis player. My hand-eye was OK, but I was neither large nor quick, had a near-concave chest and wrists so thin I could bracelet them with a thumb and pinkie, and could hit a tennis ball no harder or truer than most girls in my age bracket. What I could do was "Play the Whole Court." This was a piece of tennis truistics that could mean any number of things. In my case, it meant I knew my limitations and the limitations of what I stood inside, and adjusted thusly. I was at my very best in bad conditions."

Anónimo dijo...

Empezando a cavar: ¿no piensas, que hasta cierto punto, ese temor a la extensión, que ya puede darse como algo torrencial (unos cuantos ejemplos)o recuento quirúrgico de algo cerrado (post-nouveau roman, Nicholson Baker), se debe más bien a una confusión sobre cómo se acepta lo que debe decirnos la realidad, a traves de sus representaciones -literarias, en este entorno de alfanjes-?

Tantas veces que lo fragmentario, o los pecios, (o la teselación de píxels a modo de palimpsesto) es vista como la respuesta obvia y más consecuente. Entonces, porqué, aún, esa nostalgia por la duración.Creo que puede deberse a cómo reaccionamos con un texto, y a cómo percibimos la cantidad de información.

Una nube de tags, o una cadena de micronarrativas, una vez pasado el efecto sorpresa, pueden dar lugar a una estabilidad todavía mayor, una especie de gris óptico del contar. Requiere más atención, puede contener mayor recompensa, pero no siempre nos funciona la continuidad de los parques mentales así. Por eso no hay que descartar ninguna opción.Y por eso seguimos leyendo de todo. Y seguro que no sólo es mi caso. Un saludo y hasta otra.

Anónimo dijo...

Y aqui al lado un comentario que viene muy bien para repensar los conjuntos:

http://www.jorgecarrion.com/blog/2009/03/21/google-revolution-2-2/

"JOAN FONTCUBERTA, en su lección inaugural (”Google. Memoria y Desmemoria”, que será publicada el año próximo en el Anuario 2009 de Can Xalant), hizo un magistral recorrido por la historia del arte, dese los mosaicos grecorromanos hasta sus “googlegramas”, deteniéndose particularmente en cómo la fotografía incorpora (es más: arrastra, como material genético) el legado de archivo, de memoria, que el positivismo y las ciencias habían impreso al saber durante el siglo XIX. Google se inserta en la cadena de transformaciones tecnológicas que ha caracterizado el último siglo y medio. En ese sentido, Fontcuberta, al revelar la historia del arte y de la tecnología que ha trabajado con el mosaico (el cubismo, Dalí, la polaroid, Leo Harmon, el fotomosaico), se sitúa en una tradición con miles de seguidores o epígonos en la actualidad, donde él es uno más. Pero al revelar la mezcla de azar, poesía, crítica política y reflexión sobre la historia del arte que hay en el trasfondo de sus “googlegramas”, demuestra también que hay artistas que, precisamente al mostrar sus cartas, evidencian su importancia.(...)"

Ibrahim B. dijo...

Tu comentario da para hacer unas jornadas paralelas a las de Carrión, Carlos. Sea como fuere, hay muchas interpretaciones sobre el gusto actual por el relato largo (se me ocurre ahora aquella de Hautor en http://peripatetismos2.blogspot.com/2008/11/el-cuento-de-los-cuentos.html); a modo de stream of consciousness, no obstante, me atrevería a decir que una vez sistematizado un método de escritura lo único que queda es rellenar, rellenar resmas; apuntalar un espacio en la república literaria: Caso/ Paradigma Bolaño - el lapso que distingue la escritura automática, preciosista, basada en la producción de piezas autosuficientes como es 'Amberes', de sus dos últimas grandes novelas (Detectives y 2666), pasando por las compilaciones de relatos breves y las nouvelles. He aquí un proceso lógico. Y en cuanto a las razones que justifican el atrincheramiento en la tesela cabe hablar desde la dialéctica de reacción a la novela tardomoderna (una dialéctica de reacción muy probablemente errada: es a los patriarcas citados en este post a quienes hay que sacar el sable) a la pereza infinita y el ego frágil del autor. Saludos.

Anónimo dijo...

Ya será menor, la densidad, caramba. Pero es por la miga, no por nada más...

Y también, antes de la sobremesa, cabe hablar a la hora en la que se desenvaninan los sables, de unas soluciones (que en su momento aportaron, aunque fuera como "actualización") , una serie -sistematizada, ahora- de posibilidades, de aperturas, que han conformado, no sólo un canon renovado, sino más bien, muy a menudo, un paisaje sobre el cual ir comentando las vistas, o las historias que se han escuchado sobre ellas, algo por otro lado, que nunca es extraño a la experiencia de lo continuo. Como dijiste en una ocasión ¿Es posible llegar a leerlo TODO?

Dejo la pala por ahora, que tengo que usar cucharas un ratito. Otro saludo.

Luna Miguel dijo...

Ibrahim, el otro dia vi esto en la tele y me acorde mucho mucho de vos. Ahora el ultimo post de Carlos me ha llevado a buscar el link en youtube y voila:

http://www.youtube.com/watch?v=m_mE5VxVlDA


Hihihi.

Ibrahim B. dijo...

Jajajaja

Ahí estamos, claro. Muy buen gag. Me vuelvo con Barth (pero sin deposición).

Anónimo dijo...

Muy divertido, Luna.

Ibrahim, te he dejadoo una versión ampliada en otro lugar electrónico,

Entre las rodajas del fin y el principio de un pan de molde está un buen montón de masa. Allá vamos, pues. No encuentro a lo mejor el tono para ver en qué lugar, o a quiénes hay que agarrar por los tobillos en busca de sus carteras o las llaves de su casa, hoy, ni porqué, exactamente, ir en su busca. Es cosa de cada uno. Harina de otro costal, si continuamos horneando.

Es como mínimo complicado, pero depende de cómo se vea la cosa. Una persona puede llegar , llevar a cabo a una construcción de sentido hipercompleja con mínimos elementos bien organizados, o puede fascinar con una hipercompleja construcción de un poder de evocación mínimo si es comparado con su proceso de creación conceptual o material.

Entre las rendijas de las pantallas, seguimos, como pasando página(s)O muchas más...

Un saludo.