Si me permiten la explicación psicoanalítica, como la pornografía, la literatura a menudo juega en un espacio de inverosimilitud y humorismo total auspiciada por un deseo de satisfacción y retroalimentación de fantasías bastante improbables cuyo anclaje reside en nuestra herencia cultural. Para que me entiendan:
Para mi sorpresa, procedió a sentarse sobre mis rodillas. La situación era incómoda y sin embargo a los pocos segundos noté con espanto que mi naturaleza, divorciada de mi intelecto, de mi alma, incluso de mis peores deseos, endurecía mi verga hasta un límite imposible de disimular. Brígida seguramente se apercibió de mi estado pues se levantó y, tras volver a estudiarme desde lo alto, me propuso un guagüís.
—Qué…—dije.
—Un guagüis, ¿quieres que te haga un guagüis?
[…]
—No sé de qué me hablas—dije.
—De mamártela, mi vida.
Roberto Bolaño, Los detectives salvajes
Para feos, el Negro Sosa. Es más fiero que pegarle a la madre, el morocho. La nariz chata, los ojos separados, el pelo crespo. Parece un chancho. Tiene muchos apodos. Y todos se refieren a lo mismo. El Cabezón, la Gorda, 31…La cabeza que lleva sobre los hombros es normal, más tirando a chica. Y de gordo no tiene nada. Es pura fibra. Un sarmiento nudoso. Negro. Y siempre dispuesto a caerle a alguno encima como un garrote. Es una bestia. Hasta las putas del barrio le tienen miedo. Las hace mierda.
Matías Néspolo, Siete maneras de matar a un gato
—Tú no pareces turista […] A mí gusta mucho conocer chicos ingleses […] Mi bebida es el Bloody Mary […] Mi color es el rojo. Como aquí. —Pasa un dedo demostrativo por debajo de la tela del tanga—. Me llamo Anna. Red Anna si te gusta […] Con ese cuerpo tú tienes muchas novias, ya lo creo […] Es muy bien de ti que vienes a vernos a las pobres chicas solteras de este bar. Eres hombre bueno.
—Soy como las putas Naciones Unidas, cariño. —Anatol apura su Margarita—. Pero a mí no me mola todo ese rollo de las novias. Soy un puto espíritu libre. Ya me entiendes. Me muevo de aquí para allá. —Escenifica el movimiento con un desplazamiento horizontal de la palma de la mano—. Mi casa está donde está mi sombrero. Como dicen por ahí. Claro que las tías me andan detrás. Pero yo no las dejo que se acerquen demasiado. Ya me entiendes. Las tías me quieren atar. En el fondo son todas iguales. Quieren atar tu cuerpo y tu cerebro y convertirte en un pobre barrigudo infeliz.
[…]
—Tú tienes espalda graaande. Brazos muuuy grandes. Seguro que también polla grande, ¿no? Me guuustan las pollas grandes. A mi coño le gustan pollas grandes y fuertes. ¿Tú sabes?
—Por eso no te preocupes, cariño. Las tías se quedan paradas al principio. Algunas tienen miedo. Te podría contar historias. Pero luego no hay ninguna que no quiera repetir. Las tías pierden el sentido con mi aparato. Ya me entiendes.
[…]
—Ooh. Yo salí una vez en película pornograficzne en Polonia. Antes de ser kurwa en Londres. Yo follaba con chicos y chicas y cosas así. En una mansión con muebles muy lujosos y camas con tejado y mayordomos con unas pollas así. —Se coloca la mano a medio metro del bajo vientre—. Hasta un Murzyn, ¿tú sabes? Pollas muuuy grandes. Pero no tan grandes como la tuya.
[…]
—¿Qué te parece si me chupas la polla?
—Yo chupo la polla. Yo chupo la polla muy bueno. Muy despacio y muuuy bueno. Tú verás.
Javier Calvo, El dios reflectante
Yo no solía ser infiel a mi esposa. De hecho, no había tenido relaciones íntimas con mujeres desde poco antes del nacimiento de mi pequeña Eva, hace ya once años. Por fortuna, Silvia es una muchacha experimentada y me ayudó mucho. Por momentos, me sentí volviendo a una edad que bien sé, objetivamente, se ha perdido […] ¿No era ella para mí una manera de evadir mis responsabilidades? ¿No era—para decirlo con rigor autocrítico—lo que me impulsó hacia su amor en aquel momento una actitud contrarrevolucionaria, que me apartaba del trabajo y me descubría a los ojos de quienquiera nos viese como un díscolo que rompe el orden social, comenzando por la unidad sobre la que se fundamenta la civilización socialista?
Fogwill, Un guión para Artkino
La hipervirilidad de los personajes de Vilas o las mamadas y quemaduras en la furgoneta de reparto de leche en la genial “niña del pelo raro” podrían ser otros ejemplos evidentes para ilustrar este género del humorismo literario. Aparte, al margen del excelente sentido de la risa en Bolaño y Calvo, y del registro salvaje de Néspolo, especial interés me suscita la fantasía autoficcional de Fogwill, en tanto que el monólogo es pronunciado por un escritor (cómo no, patológicamente narcisista) que consigue seducir a una lectora fanática de sus escritos, en un entorno de constreñimiento socialista en el que no puede evitar sucumbir al hobbesianismo de la distinción y la consecución de la “parte indebida de los bienes” (Rousseau), alterando, como él dice, el orden social vigente. De nuevo, la psique y lo previsible.
3 comentarios:
Guagüís, oui. Ouis! Shhhfll!
Y no se olvide usted de cuando el autor es un viejo chocho y decide escribir todas sus fantasías juveniles. La película Soñadores es entera un ejemplo, en el Francoxploitation -las películas sobre la Guerra Civil-, no es extraño ver a un adolescente ser "violado" por una hembra. Un ejemplo literario serían las "fornifolladas" de Leyenda del César Visionario.
Las fornifolladas... Curiosísimos ejemplos nos trae, Matzerath.
Feliz 2010 y to' esa vaina.
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