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martes, 27 de julio de 2010

De Blogger a Formspring: 'No future for us'

Hace algunos días, mientras preparaba la reseña del muy recomendable Ciudades posibles (editado por Eduardo Becerra en 451), me llevó una extraña sorpresa encontrar dos alusiones a Second Life como red social para repensar la configuración urbana en nuestros días, o como plataforma que determinaría un antes y un después en la socialización del individuo. La reacción, creo, es evidente: el texto en cuestión, ¿había llegado obsoleto a imprenta?, ¿aún queda gente en Second Life?, ¿sigue siendo motivo de reflexión? Episodios como estos son síntomas de cómo, en los últimos años, las relaciones entre Internet y literatura han traído consigo grandes entusiasmos y decepciones. La obsesión creciente por intentar discernir el futuro de las cosas ha terminado desembocando en la percepción de que sólo se puede hablar con propiedad del presente, aunque ello signifique hablar de modas y de fenómenos cuya observación está al alcance de todos: si durante un tiempo se repitió incesantemente que la posmodernidad era una época que impedía las grandes afirmaciones, es ahora cuando parecemos ser conscientes de que la previsión del futuro también forma parte de esos juicios rotundos e imposibles. No future for us es el lema.

Piénsese en los blogs: a finales del mes pasado, en el encuentro de Nuevos Narradores Iberoamericanos organizado por Casa América, se celebraba la mesa redonda titulada La dictadura del bloguetariado, en donde, con excepciones contadas como la de Mario Cuenca, parecía que todas las (grandes) esperanzas puestas en este medio como herramienta para el cambio en la crítica y la literatura se habían disipado. En el caso español, y con algún que otro altibajo, la situación de los escritores en la blogosfera es más o menos la misma que la de hace un par de años, si bien el interés por las redes sociales se ha desplazado claramente hacia Facebook (ahí están, por ejemplo, la sugerente taxonomía de los escritores en el medio publicada en el blog de Jorge Carrión, o la serie de reflexiones que Vicente Luis Mora fue desarrollando en su muro a propósito de la misma cuestión). Facebook ha sido, entre otras cosas, la democratización del reality: si usted tampoco soportaba el provincialismo abyecto de las once ediciones anteriores de Gran Hermano, en Facebook encontrará una versión sofisticada del programa. Nada de tíos chungos para los que el carné de conducir tiene la misma resonancia que tu posgrado, aquí solo hay gente que mola. En FB tenemos constancia casi diaria de lo que hacen nuestros escritores favoritos, a qué fiestas van, en qué bolos intervienen, sus embarazos, sus lesiones, dónde publican, cuál es el último libro que acaban de leer, a quién le han dado matarile en una cita, quién liga, quién acaba de obtener un premio, quién está de bajón, etcétera. Evidentemente esto no es mejor ni peor que en la vida anterior a las redes sociales; simplemente, antes era ésta una información inaccesible, restringida, y en cierta forma, las redes sociales han echado abajo los muros de lo que Elías llamaría “el proceso de la civilización”. He aquí, también, la consolidación de que ser escritor hoy significa, en parte, ser público; o desde luego a mí me resultan bastante lejanos los días en los que solo teníamos constancia de la actividad de nuestros autores de libro en libro, o bien por sus publicaciones en prensa. Extrañamente, la migración del debate literario del blog a Facebook tal vez se explique por la inmediatez del último, así como por el hecho de que Facebook es más real que el blog y promociona la verdadera identidad antes que los alter egos y el anonimato.

Sin intención de prever nada, considero que una posible red social de interés para el debate es Formspring, el equivalente a una entrevista digital permanente. A diferencia de blogs y FB, donde el feedback casi siempre nace de los mensajes que uno arroja al espacio, el control de la conversación lo maneja el propietario del perfil o la bitácora en cuestión y su conocimiento del interlocutor es elemental, en Formspring es el lector quien inicia el dialogo, quien decide de qué se habla, quien arroja las preguntas y dispone del derecho a refugiarse en un anonimato total (no como los blogs, ya saben, donde uno observa los movimientos y la procedencia de los lectores). Como siempre, el mensaje está claro: no hay herramienta buena o mala por sí misma; todo depende el uso que de ella se de.

http://www.formspring.me/IbrahimB

4 comentarios:

Clément Cadou dijo...

Hay un flanco paradójico en el anhelo de hiper-ubicuidad mediática y meta-mediática del escritor, anhelo hoy prácticamente inseparable de la proyección de su imagen física en todos los tugurios de la red, cutres o sofisticados, da lo mismo. ¿Por qué son precisamente los escritores "no vistos" o apenas nunca vistos (por ejemplo, Pynchon) los más ubicuos y los más deificados? Quizás porque estos escritores ocultos, sin imagen física, encarnan la más perfecta metáfora del único escritor absolutamente ubicuo e hiper-presente pero jamás visto: Dios (quiero decir, naturalmente, la ida de Dios, dejemos a un lado el pequeño detalle de que se sirviera de unos cuantos negros para escribir su opus magnum). Una pregunta lateral que me suscita tu entrada tiene que ver con la pérdida de concentración, tiempo y energía que puede suponer para un escritor el hecho de tener que estar, digamos, dando de mamar constantemente a los cachorros (el blog, facebook, formsprings y lo que venga).
saludos

Ibrahim B. dijo...

Es interesante lo que comentas, esa metáfora de Pynchon como Dios, pero cuando hablamos de "escritores ocultos" creo que en verdad nos referimos solo a Salinger y a Pynchon, que están muy bien, aunque también tengan sus debilidades; sobre todo el segundo (no disponer de redes sociales no sirvió para evitar que entre los voluminosos Arco Iris y Vineland mediaran casi veinte años, por ejemplo). Sobre la pérdida de concentración, tiempo y energía, bueno, te diré que en las últimas semanas ando escribiendo otras otras y mi participación en este blog ha sido bastante escasa, aunque de momento no se me haya ocurrido cerrarlo; nada que ver con los post casi diarios de hace algunos meses. Al final, como comentaba en el post anterior, de lo que siempre discutimos es del tiempo y de la ansiedad permanente que hemos consensuado entre todos. En ese sentido ya me he resignado a la idea de día de 36 horas.
Abrazo,

Paulina Mendoza. dijo...

Me hizo pensar muchas cosas la idea de que FB sea la democratización del reality, es verdad, nos exponemos y formamos alter egos y seguimos a la gente que nos interesa, acá hay mucha polémica por el asunto.
La sociedad se adapta o se tiene que adaptar a las nuevas formas de comunicarse a fin de cuentas. Se pueden usar las redes sociales como laboratorio o experimentación pero el mero entretenimiento es su finalidad, al menos eso parece.
Yo desconfío, pero me gustan las críticas literarias y sociales de este blog.
Saludos desde el otro lado.

Anónimo dijo...

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