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domingo, 8 de agosto de 2010

Luis Magrinyà (a.k.a) El elixir de la eterna... (publicado en Quimera 319, junio de 2010)

(De cómo un escritor nacido en los sesenta no tiene por qué ser, necesariamente, un carca)

(Anti-)héroes: Dandis y BoBos absolutamente modernos. Luis Magrinyà domina la expectación y el escapismo. Su trayectoria, iniciada en el año 1993, consta de desapariciones por lapsos de tiempo más o menos considerables (de su anterior publicación, Intrusos y huéspedes, se cumplen ya cinco años). En beneficio suyo juegan la constancia, la voluntad de reciclaje, y, sobre todo, la negativa a perder de vista una concepción joven —muy lejos del agotamiento— del fenómeno literario. Es decir, lo primero que uno piensa al abordarlo para esta entrevista en su apartamento, en el corazón de Malasaña, mientras comenta los preparativos para la fiesta de presentación de su libro (nada que ver con los habituales eventos en librerías), es en tomar ejemplo.

Luis Magrinyà mola.

Pero vayamos a lo estrictamente literario. Que, seguro, es lo que quieren oír.

Habitación doble contiene elementos que avisan de estar ante un Magrinyà («estados de ánimos difíciles, relaciones familiares, el trabajo como rector funesto de la vida de la gente...», enumera el autor sobre sus temas recurrentes). Más allá, es piedra capital en este nuevo ejemplar «la idea de que cuando se cuenta la vida de una persona, siempre se cuenta además la de otra u otras, como resulta evidente en “Luxor” o “Una modestia algo infame”.»

Habitación doble explora, también, categorías culturales que son rara avis en la producción local que nos rodea.

Habitación doble es una resurrección de Scott Fitzgerald. Algo parecido a una portada del New Yorker. Me explico: como en la —no siempre bien atendida— literatura de Phillip Lopate o Paula Fox, he aquí un muestrario de bourgeois-bohemians y dandis. Y en parte, he aquí un retrato sobre aquellos nacidos en los sesenta que comparten ansiedades e intereses con las generaciones más jóvenes. Y con el padre del carnicero de Milwaukee.

Si la historia de la narrativa en el último siglo es la historia de las formas de narrar, Magrinyà opta por la vía alternativa: la deliberada aprehensión del presente.

—¿Qué legitimidad heroica tiene una editora que es muy consciente de que publica libros malos? —señala el autor—. ¿Donde está el pathos en un periodista cuarentón que escucha a su jefe largar sobre un partido del Real Madrid en el lounge de un lujoso —y feísimo— hotel de Ámsterdam?

ȃsta es mi fauna, y sale toda ella de las selvas y de los zoos de la realidad.

*

Magrinyà centra su última colección de cuentos en «gente que, a pesar de gozar de inteligencia y sensibilidad, no carga sobre sus espaldas el peso del mundo, y que por eso son ilegítimos en la tradición novelesca.» A su juicio, «el realismo no está acostumbrado a encarnarse en personajes realmente insignificantes (suponiendo, por otro lado, que existan personajes realmente significantes), en personajes que en ningún momento representan al Hombre, como es costumbre en la tradición burguesa, y que sin embargo no dejan de sentir y de pensar.»

P.: Lo cierto es que en su mayoría, los narradores de tus relatos no se caracterizan por caer especialmente simpáticos al lector...

R.: ¡Espero que tampoco caigan especialmente antipáticos! Aunque es cierto que evito las estrategias que adulan al lector allanándole el camino para un tipo de identificación fácil. Vuelvo al carácter «documental» de mis textos y la engañosa variedad que parece permitir —y en absoluto permite— nuestra cultura terapéutica, que nos pide testimonios y confesiones, pero sólo si satisfacen lo que se espera de ellos. Una de las cosas que se espera, precisamente, es un narrador simpático. Yo prefiero, en lo posible, un narrador real. Y que intenta no caer, además, en la tentación común del género autobiográfico y de ese otro género académico-romántico, la autoficción, cuyo propósito es ofrecer un autorretrato lo más fotogénico posible, ya sea en la gloria o en el barro.

intentio auctoris. Contamos con siete historias ordenadas en compartimentos dobles, una estructura que estudia la simultaneidad y una reivindicación del relato de media distancia. ¿A qué otros propósitos responde esta organización del libro?

—Bueno, son ocho si contamos el ensayo final. La estructura parte de una idea bienintencionadamente experimental: qué pasa si juntamos textos escritos en distintos tiempos, por distintos (o no) narradores, en distintas claves genéricas, con lapsos de tiempo e identidad entre unos y otros. Es un proyecto del que ya formaba parte Intrusos, que tenía esa estructura «partida» donde se juntaban dos diarios escritos con un lapso de un año entre ellos, dejando un vacío en medio. Siempre me han gustado los vacíos… De hecho todo nuestro sistema mental se dedica principalmente a rellenar huecos, desde los miembros fantasma hasta las lagunas de memoria… Seguramente la realidad es toda un hueco y tal vez por eso —ríe— a veces mi escritura es demasiado ¡llena!

Magrinyà habla de la radicalización del collage conforme avanzan las páginas: de una primera ficción dividida en dos partes, «con una continuidad temporal sin incógnitas», a un texto compuesto por el diálogo de unos franceses que van en coche y un ensayo sobre las memorias del padre del carnicero de Milwaukee:

—¿Qué tiene que ver una cosa con otra? La idea de la continuidad, del sentido unificador, no sólo en la narración en sí sino en la experiencia de la lectura, me parece que es clave en la narrativa, y ahí entra uno intentando… ¿sabotearla?

Sobre la idea de simultaneidad temporal, el autor anota: «Eso ya lo intenté con Intrusos. A diferencia de otras artes, la literatura exige una experiencia narrativa: se lee una página detrás de otra, no se abarca el libro —como puede abarcarse un cuadro o una escultura— de un solo golpe de vista. Pero, al introducir claves que remiten de unos textos a otros, al proponer reflexiones sobre lo que falta o no se cuenta, al marcar la estructura muy limpiamente pero sin explicaciones, me parece que se invita constantemente a la reconstrucción, reclamando así cierta forma de simultaneidad. Todo apunta a que el lector vea el libro entero».





Consumo cultural y Booktrailers
. Muchas interrogaciones están suscitando las últimas propuestas a la hora de asumir las relaciones entre publicidad y literatura, bien a través de la publicidad sofisticada que pueda haber en una autoexégesis, bien a través de los booktrailers. Sabemos que la sociología y la crítica literaria nunca han mantenido relaciones cordiales, precisamente porque mientras los parámetros de evaluación son relativos en el primer caso, en el segundo lo son absolutos. Y así, en un acceso de inspiración típicamente bourdieana, el personaje de la editora que aparece en Habitación doble afirma: «Hasta entonces yo había dado por supuesto que el gusto era una prodigiosa potencia subjetiva, algo que estaba en la propia naturaleza y que le distinguía a uno aceptablemente de los demás. Verlo de pronto sumido en los vulgares límites de la objetividad —descubrir que el gusto se fabrica— no fue una agradable sorpresa».

Preguntamos:

Sorprende que hayas optado por una especie de adaptación cinematográfica de Habitación doble, algo bastante alejado de las piezas promocionales al uso...

—Bueno, «adaptación cinematográfica» es algo exagerado… ¡ni que hubiera hecho Ben-Hur! Pero sí, comparado con los vídeos promocionales que he visto, algo antiguallas, por cierto, éste es bastante antipromocional. Me parece disparatado y artístico. Otra «habitación doble» en la que, por fin, dado el medio, la simultaneidad salta a la vista.

Escritores de Primera y Tercera. El pretérito indefinido y la tercera persona de la novela no son otra cosa que ese gesto fatal mediante el cual el escritor señala con el dedo la máscara que lleva puesta.

Roland Barthes

The more closely an author identifies with the narrator, literally or metaphorically, the less advisable it is, as a rule, to use the first-person narrative viewpoint.

John Barth

The truth in art is that whose contradictory is also true.

Oscar Wilde

—Da la impresión de que en la actualidad el yo goza de una presencia cada vez menor en literatura española. ¿A qué se debe la inclinación de Habitación doble, como en libros tuyos anteriores, hacia la primera persona?

—¿Será que la tercera persona no es más que una primera persona disfrazada, falseada? Pensemos en el gran narrador omnisciente decimonónico, ese rey y mago de la tercera persona: así lo veía y narraba todo, pero de vez en cuando entraba su yo en escena; Thackeray, en La feria de las vanidades, hace intervenir hasta a su abuela. Y a mí me gusta, en fin, que salga la abuela del narrador. Hay otra razón: desde hace ya bastantes años me interesan muchísimo los testimonios, las declaraciones, los diarios, las cartas, todo ese material escrito «autobiográfico», que uno podría encontrar en el cajón de otro y publicarlo. Intrusos, Habitación doble y hasta Los dos Luises son ficciones que se inspiran en lo documental, en el objeto escrito, y que aspiran a tener ese carácter. Su significado –político en el sentido más genuino de la palabra– está en publicarlos. Me empeño en publicar testimonios que nadie querría publicar en ninguna parte dadas las mezquinas condiciones de la actual demanda de autenticidad… ¿Alguien estaría interesado en publicar las notas de viaje de un electricista que quiere ser artista? ¿Los recuerdos de un camello en una pedanía? ¿El registro de una cena de médicos zafios?

La solución al enigma, ya saben dónde.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Saludos,

Curioseando sobre Magrinya, la red me ha llevado a tu entrevista con Magrinyà en tu mismo blog jeje.A parte de tardón, me he dado cuenta como ser despistado que no te había entregado el ejercicio de la lección de paratextos, a fin de recabar más información sobre Magrinya para esta tarea- que me va a venir genial para hacer mi propia entrevista- voy a hacer el análisis paratextual de Magrinyà previamente.

Te lo envío todo entre hoy y mañana. Gracias por tu paciencia Antonio, los viajes se me han disparado este verano, a parte de que Luna y Carlos Salem también me han tenido ocupado con sus respectivas lecciones.

Un abrazo y a pasar buena semana.

Jonatan.

Ibrahim B. dijo...

Gracias, Jonatan.

Escríbeme mejor a mi correo personal que te di, espero que te haya gustado el libro.

Abrazos,

Anónimo dijo...

Sin ningún problema, solo me llamó la atención la situación y por eso te lo puse excepcionalmente por aquí.

Habitación doble me ha encantado, espero repetir obra suya en un futuro no lejano. Tu entrevista me ha ayudado a comprender bastante mejor el libro y la "adaptación cinematográfica" jeje.

Seguimos en contacto entonces, cuídate,

Jonatan.