sábado, 27 de septiembre de 2008
El rey maya en pañales dice: «Haz el amor hasta descalcificarte los huesos, y sobre todo, amigos y amigas, tomad (y amad) todas las drogas del mundo»
lunes, 22 de septiembre de 2008
La noche en que los astros se alinean, o el bad trip hacia un mal karma [Un nuevo capítulo de 1, 2, 3...]
Momento entonces de ensayar la jugada: Decepcionado por la austeridad intelectual de 3sub1, que se empeña en elogiar la cocina china del restaurante donde esa misma noche cenó junto a 3, 2 recuerda para sí a Terry Eagleton anunciando que el individuo desestima la posibilidad de una felicidad llamémosle irreal: «Supongamos que lo conectaran a usted a una máquina (parecida al superordenador de la película Matrix) que le permitiera experimentar virtualmente una felicidad completa e ininterrumpida. ¿No rechazarían la mayoría de personas esa tentadora dicha por su irrealidad?)», y etcétera, etcétera, etcétera.
Puesto que conforme avanza el tiempo 2 se muestra cada vez más exasperado ante la búsqueda visual (inútil) de ex 2sub2 a lo largo del local, decide que mejor será lanzarse a la piscina y verbalizar lo que para él es una declaración de intenciones: «Lo cierto es que ahora regreso sobre Eagleton y lo único que se me ocurre decir es que erraba su planteamiento en torno a lo irreal y lo feliz en la medida que ahora tú y yo estamos aquí saturados de Heineken fresca —en este punto 2 clava con fingido cariño sus nudillos en el pecho del otro para a continuación proceder a aporrear a gusto—, disfrutando el sonido de la música disco que repiquetea contra la membrana de los bafles; atravesados por ráfagas de luz technicolor, ¿no? Entonces, ¿qué es lo real?, ¿eh, tío?» Visto lo cual, 1 entiende oportuno preguntar a 2 y 3sub1 que qué tal. Sabe que la bebida actúa en 2 disolviendo todo su ser en un pseudohipnótico chorro de voz consignado a deslizarse en corrientes de zigzag por el terreno que haga falta. No sé si me explico.
—¿Os queda más madera, muchachos? —dice 2, que, ahora sí, acaba de contemplar a través de la cristalera que da a la calle a ex 2sub2 ahogada por su flirt, en posición de loto sobre el capó de un vehículo oriental
Esa noche 3sub1 abandona la partida demasiado pronto, a eso de las 3.00 horas. 1, 2 y 3, pues, retoman posiciones: Beben como si el mañana fuese carne de plagas apocalípticas, y por supuesto, retroalimentan su tristeza a base de bien; hasta cierto punto podría decirse que disfrutan bajando un infernal tobogán en forma de caracol. Hasta cierto punto, insistimos, los tres amigos psicotrópicos no dan un paso sin sentir ante la descarga del frío polar avanzando como un cáncer a lo largo de sus extremidades.
En uno de los pubs por los que continúa la fiesta alguien celebra un cumpleaños. La casa invita a tarta de chocolate. Nuestros protagonistas se dan de comer recíprocamente hasta que se aburren y cambian a un tercer garito —a petición de 1— de ambiente. Allí, 1 empieza a sentirse mal y sale a la calle casi con la certeza de que va a expeler el pastel. Pasados unos minutos recupera el aliento; regresa al local y, ahora sí que sí damas y caballeros, la polémica está servida.
Y bien, ¿ante qué situación se encuentra el atribulado personaje número 1? Hagan sus apuestas.
Llegado este punto podríamos comportarnos como mentes retorcidas y confundir al respetable. Podríamos, en efecto, introducir un cuarto protagonista que ejerciera de especia picante, pimienta de la buena. O mejor aún, referirnos a una muerte por sorpresa (qué sé yo: recuerden que el génesis de todo esto se asienta en buena medida sobre unos atentados terroristas), un coma por sobredosis (nada raro, si uno fuese capaz de mostrar los análisis de sangre de sus propios personajes) o algo así. Pero en ese caso les defraudaríamos a ustedes: todas esas ilusiones vertidas hacia un final feliz, con una declaración de amor de por medio, ¿dónde irían, eh? Ay.
Supongo que es hora de soltar el botón de pause.
Decíamos, 1 encuentra a 2 besándose con 3. Quién lo iba a decir. Su sentido de la responsabilidad ordena a 1 que se marche de ese antro de inmediato. A fin de cuentas, han sido muchas las horas que ha soportado las adoraciones interminables de 2 hacia 3 (verbigracia: «ay, ¿pero mira qué pensará de mí? […] ¿crees que sospechará algo? […] ¿verdad que soy demasiado pequeño para ella? […] ¿me queda bien esta camisa?», bla, bla, bla), por lo que lo lógico sería regresar a casa con el espíritu henchido. Pero no es así; al contrario, 1 se esconde de 2 y de 3 y se dedica a observar lo que estos dos hacen. Cómo se cogen de la mano, cómo se tocan la cara. Desde que conoce a 2, es la primera vez que ve a su amigo en una actitud, vamos a decirlo así, tierna. Se rompe entonces la proyección social de 2 como hombre inconmovible, «un tío con las pelotas en su sitio» —tal como 2 gusta decir de sí mismo—, al tiempo que 1 está a punto de echarse a llorar.
Llegadas las 06.30 horas, la discoteca enciende sus luces e invita a los presentes a que abandonen la sala. 2 acompaña a 3 a su portal y allí se hacen promesas: viajes aquí y allá, los cafés que tomarán en las próximas fechas, las llamadas que se harán a lo largo del siguiente fin de semana; cosas así. Más tarde, de camino a casa, 2 abre su móvil y escribe a 1:
—Con 25 años Alejandro Magno había conquistado el noventa por ciento del mundo conocido; yo, en cambio, lo he hecho con 20.
viernes, 19 de septiembre de 2008
Caos: gente tirándose del pelaje al borde del abismo (sic) [Extracto de 1,2,3: tu nueva teleserie light en septiembre]
No menos cierto deja de ser que la noche en la cual 2 descubre que 1 se acuesta con hombres, y que, tal vez —a juzgar por lo que podría ser interpretado como una insinuación [a saber, comentarios del tipo: «recuerdo una ocasión en la que me acosté con el novio de una amiga»]—, esté dispuesto a estrechar confianzas con él, a 2 se le ocurre dejar caer una lápida con el objeto de enfriar ánimos. 2, tras escuchar atento un desmesurado Monólogo Brokeback© (en términos del propio 2), concluye lo siguiente: «para serte sincero, a mi 3 no me parece del todo mal». A 1 este comentario le duele por diversos motivos que no procederemos a desensamblar. A 2, conforme pase el tiempo, su desconfianza en 1 será motivo de náuseas y baldones contra sí mismo.
La vida está llena de siniestras paradojas, piensa 2, al caer en la cuenta de que el exceso de vida que 3 le produce no habría tenido lugar de no ser por una coyuntura de múltiples desapariciones. Recapitulemos, pues: Nos encontramos en la redacción un día cualquiera de agosto. Los periodistas entran y salen de las oficinas para fumar en ese lapso de tiempo en el que aguardan la llegada de una nueva página y comentar el hastío informativo, o la acuciante necesidad de buscar temas propios a fin de no sucumbir ante lo recurrente de las temperaturas (!).
En ésas («para bien», que diría —aunque con severas molestias de conciencia— 2), distintos puntos turísticos a lo largo del país son atacados de forma paralela en el tiempo por células terroristas. La televisión anuncia progresivamente el guarismo de muertes: 10… 25… 47… 104… 222, etcétera. La dirección, al conocer que una familia proveniente del radio de cobertura del medio está implicada en los atentados, selecciona a 2 y a 3 para cubrir la noticia.
(Hasta entonces, podemos anunciar sin ningún tipo de reparo, la relación entre 2 y 3 era nula; estrictamente profesional.)
Como consecuencia del colapso informativo, de camino al lugar de los hechos 2, que conduce el vehículo, ordena —solicita educadamente— a 3 si le importaría poner la radio, «algo de música ligera [Los 40 Principales, esas cosas.]». Nuestros amigos no tardarán en permutar un diálogo tan fútil como previsible por otro más sugerente, mientras el velocímetro supera los límites de lo permisible, cosa que a 2, apasionado por las descargas de adrenalina, le da que pensar.
Es de noche.
2 y 3 serán los últimos en abandonar el periódico ese día.
Y lo pintoresco de la situación no deja de dilatarse: tras entrevistar y fotografiar de muy mala gana a los familiares de los fallecidos, se detienen en una gasolinera a repostar el automóvil. Allí les atiende un personaje que 3 define como «tarantiniano», en la medida que tiene los huesos de la cara aplastados. «Como cuando en Irreversible alguien agrede a otro tipo con un extintor en la cara», piensa 2, que considera poco pertinente verbalizar la apostilla.
(Cambiando de tema, a 2 le fascina el modo en que 3 sostiene la mirada. Que sea posible conversar con ella dirigiéndose directamente al centro de sus ojos sin fatigarse es algo que le expulsa de sus coordenadas espaciotemporales. Como un «jodido» Aleph, sostiene, feliz, 2.)
A partir de entonces, 2 no dejará de buscar temas para reportajes que requieran del desplazamiento en automóvil, y cruzará los dedos y se encomendará a todos los santos de todas las religiones de las que tiene constancia para que sea 3, y no 7 o 9, la fotógrafa que lo acompañe. En este sentido 2 cumplirá las expectativas, si bien el modo en que la confianza entre 2 y 3 aumenta hace que las pulsaciones del redactor alcancen lo que podemos describir bajo el apelativo de taquicardíaco.
Este es momento oportuno para añadir nuevos personajes: 4, 5, 6, 7, 8, 9, 10, 11 y 12 son compañeros de 1, 2 y 3. Buena parte del primer sector sospecha de un posible flirt entre 1 y 2: les sorprende que siempre salgan juntos por ahí y otros tantos detalles mucho más sutiles pero también forzados en su interpretación. Por supuesto, la posibilidad de que sus compañeros consideren homosexual a 2 favorece a este último: disuade de suspicacias que puedan ponerlo en relación con 3.
Pero pasemos a asuntos más serios:
Lo que el lector no sabe de 2, presentado hasta el momento en su faceta más desenfadada, es que como buen seguidor de la lectura que Houellebecq hace a propósito de la liberación sexual en Ampliación del campo…, y teniendo en cuenta el espacio temporal cada vez más alargado que lo separa de ex 22; advierte en su situación —recurriendo así la metáfora beigbederiana en Socorro, Perdón— algo parecido a tres mil millones de hombres silbando su fracaso para con las mujeres. No en vano 2 ha llegado a afanarse durante días enteros en la tarea de mirar al techo de su habitación, deprimido, pensando en ex 22 y en todo el tiempo que ambos prolongaron por inercia la actividad común. Por todo lo anterior, 2 sueña que está en un local situado a las afueras de su ciudad, donde conoce y comparte éxtasis con una muchacha punk de pelo rosa (y aquí la pregunta podría ser: ¿qué experimenta uno al soñar el efecto de la droga?); pronto acabarán revolcándose alrededor de las verdes cajas de cerveza apiladas en el almacén: 2 encima de ella, zarandeando una alambrada como de perrera, sudando enfermizamente. Lo que no le hará tanta gracia a 2 es el lunar que encuentra a la altura del hombro, cuando ella se deshace de la camiseta negra de tirantes. Ese, precisamente ese era el lunar de ex 22, recuerda 2; la ameba negra en un mar de pecas. A partir de entonces activa el mecanismo de alarma y empieza a plantearse dónde aprendió ex 22 sus fascinantes nuevas formas de amar. Ante el acceso de celos, 2 se empeña en desenmascarar a la punk: le agarra de la barbilla y tira de ella como si fuera un hierro candente. Después lo hace de la cabellera. Después le golpea con el dorso de la mano la dentadura hasta que su boca llega a convertirse en un pozo de sangre, de modo que silencia los aullidos de la chica. Después tira de sus mofletes. Después le muerde la cara para romper la silicona de la simulación, y llega el instante en que por fin, consigue desprenderse de la epidermis, cuando el rostro de la joven se reduce a un simple tejido muscular.
Es hora de marcharse. 2 atraviesa el almacén de iluminación carcelaria, las salas vacías repletas de pósteres de bandas musicales, y huyendo de la civilización, atraviesa despavorido una de las avenidas del espacio industrial. Así es.
Conforme la situación degenera más y más adusta, o sea en la medida que las células mueren, el corpus de esta historia se presume anquilosado, y nuestros tres valientes comprenden, cada uno por su lado, que los milagros codiciados definitivamente no tendrán lugar; los personajes empiezan a estar implicados en una espiral de estragos, vómitos, estancias prolongadas en lavabos, valeriana, caos, gente al borde del abismo tirándose del pelaje, ansiolíticos, tímidas aplicaciones de cocaína sobre las encías, frenesí, bisbiseos, gritos, borrachera, silencios e incómodas situaciones conversacionales, insinuaciones de las que arrepentirse, pesadillas, nervios ardiendo el sistema digestivo, etcétera, etcétera, etcétera. Todo eso, hasta llegado el día en que los astros se alinean.
domingo, 14 de septiembre de 2008
In Memoriam
Os dejo con una viñeta sobre su obra que me hizo reír mucho en su día.
sábado, 13 de septiembre de 2008
Milagros que se contradicen
Algunas de las condiciones que configuran el rompecabezas son las siguientes: a) 1 (28 años) y 2 (20) son hombres, 3 (28) es mujer; b), 1, 2 y 3 trabajan en la redacción de un mismo periódico de provincias: 1 y 2 como redactores; 3 como fotógrafa; c) 1, que tiene pareja (1sub1), está enamorado de 2; 2 (que disfruta y/ o padece a partes iguales su condición solitaria a lo largo de los últimos seis meses) está enamorado de 3, y 3 igualmente tiene pareja (también conocido este último como 3sub1 [varón, en efecto]), de lo cual es posible deducir parte del cuarto aspecto: d) 1, 2 y 3 esperan sendos milagros contradictorios, a saber, mientras 1 pide a gritos el cambio de orientación sexual en 2 (varias son las razones por las cuales sospecha que 2 podría ser bi e incluso homosexual; por ejemplo, el continuo ejercicio de dandismo que refieren sus modales, la sensibilidad extrema hacia los problemas afectuosos de su entorno, así como la inclinación hacia las publicaciones de moda y tendencias), 2 persigue que 3 abandone a 3sub1, y 3, luego de cinco años de infructuosa relación salpicada de constantes paréntesis tras los cuales se supone acaecerían tiempos mejores, aún persiste; ella sigue teniendo fe en aplicar un viraje definitivo a su(s) existencia(s) (la de 3 y la de 3sub1).
jueves, 4 de septiembre de 2008
La posmodernidad más bizarra aterriza en la prensa local
A propósito del debate en torno a creación intuitiva y (sobre)conceptualización, originalmente pensé en subir algunos reportajes en formato .pdf sobre autores locales caracterizados por una interesante obra y el absoluto desdén por lo teórico (y al revés); no obstante, en beneficio de vuestro tiempo, tomaré solo algunos fragmentos significativos. A continuación, damas y caballeros, una pequeña colección de bizarradas periodísticas:
La crítica de arte se afana en establecer sistemáticamente explicaciones a la obra. El ejercicio de reseñismo (ese espacio intersticial entre la crítica y el periodismo, según Ignacio Echevarría) tiene que ver con aplicar una infraestructura intelectual cohesionada a la expresión artística, si bien el elemento intuitivo queda casi siempre al margen (!). Por lo que a mí respecta, insisto en conocer esa misma infraestructura.
¿Por qué un retrato de Travis, protagonista en Paris Texas?, ¿cuál es el concepto que hilvana tu obra?, ¿en torno a qué obsesiones trabajas?
Laguna ataja estas y otras preguntas sin ninguna clase de pretensión intelectual. Habla de aprehender sus cuadros y graffitis a posteriori; de interpretaciones libres (“Lo que mola verdaderamente es que aquello que tú ves como una recuerdo de la niñez, otros lo hacen bajo un dramatismo exacerbado”); de trabajar de manera intuitiva; de hacerlo compulsiva y convulsivamente.
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«La exposición más absurda que he visto nunca consistía en ocho directores conocidos aproximándose con su visión particular a una sala en blanco. Lo hagas como lo hagas la imagen será completamente blanca. Apoyaría este tipo de propuestas llevando a los autores a otros entornos: ¿Quieres grabar un plano en blanco? Hagámoslo en la calle. No se te va a pagar.»
Extractos de Laguna, o el compromiso de democratizar la creación. Más info sobre el autor: http://www.lagunaestudio.com/
Infinito, primero de los cortos de Chamorro (buena parte de los mismos están disponibles en YouTube), realizado con tan solo 21 años y reconocido con nada menos que 27 premios, contiene notables paralelismos argumentales con Caché (Michael Haneke) y Carretera Perdida (David Lynch): alguien empieza a hallar cintas donde enigmáticamente uno mismo es filmado en su propio hogar; a partir de ahí, el horror. En este sentido, no deja de sorprender la humildad del creador en un contexto de maquiavelismo intelectual, donde, por encima de todo, prima demostrar que uno lo ha visto todo (a lo Tarantino, eso es): “Antes de nada he de decir que no he visto esas películas, con lo cual no se trata de ningún tipo de homenaje. El hecho es que ante una necesidad humana surgen la mismas ideas a la vez; y de hecho, pienso que todos estamos conectados. Sobre Infinito puedo decir entonces que mi reto era crear una historia con un solo personaje y un solo lugar, a fin de demostrar que yo podía hacer cine. Por aquel entonces estaba estudiando literatura, y conocí una historia donde había múltiples paréntesis que se iban cerrando progresivamente. Pensé que aquella idea sería correcta para una película.”
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En el currículum de Patón figura el desarrollo de una tesina cuyo “tema principal es el sonido en el mundo del arte: cómo surgió y cómo ha ido progresando hasta lo que se conoce como arte sonoro. Algo que en realidad es muy plástico.” Como ella misma admite, su obra persigue coquetear con las fronteras entre distintas manifestaciones creativas. Añade que “lo que más me ha interesado siempre son los sonidos corporales, sobre todo guturales, que puedes convertirlos casi en un sonido mecánico.”
P: ¿Y cuál es el propósito de esa transformación?
R: Principalmente estudiar las texturas sonoras.*
Definitivamente, la video instalación que Patón exhibe estos días en Manzanares no es apta para apasionados de Velázquez; ni siquiera para quienes hacen una excepción con el cubismo picassiano: “Sintaxis del silencio trata acerca de la palabra, el sonido y el silencio. Me interesa tener una imagen visual de lo que es el sonido.” Tal como el catálogo de Lazarillo expone, en la exhibición de la artista manzanareña “el tiempo compone una realidad abstraída del sonido exterior”. Y Patón traduce: “digamos que se trata de meterte en un espacio en el que tienes que asimilar un tiempo, porque el video y el sonido requieren de un factor que en las artes plásticas no está: el tiempo. Luego introducirte en ese tiempo, el hecho de asimilar un lugar, hace que te concentres en un sitio y te olvides de tu situación, de dónde vienes... No es lo mismo que concentrarte en un cuadro, aquí se exige un tiempo de reflexión.” (?)
Pregunta: ¿Es... particularmente teórico, no?
Respuesta: Es arte conceptual.
P: Quiero decir que tras la obra, ¿no hay ningún tipo de mensaje de carácter político, social, psicológico, antropológico...?
R: No, lo cierto es que alguna vez he hecho piezas de arte político, pero son manifestaciones muy puntuales.
Extractos de Chamorro & Patón: pesos pesados de la cultura en la provincia. (Clic aquí para visualizar los cortos de Chamorro)
miércoles, 3 de septiembre de 2008
Nuevos extractos de 'The Underground Review of Books'
No me cabe la menor duda de que el principal desafío al que se enfrentan las nuevas hornadas de escritores es el exceso de teoría; cosa que en cierto modo entronca con la sobreconceptualización del arte plástico, en aras del virtuosismo tradicional. Quiero decir con esto que yo veo a los chicos un poco asustadizos, ¿no?: desean con todas sus energías demostrar a los maestros que también ellos pueden ser neuronas cargadas de explosivos. Armamento de calidad; auténtica buena mierda, hermano. Pese a todo —seré honesto—, no veo que tengan las pelotas donde deben estar. Hay momentos en la vida de un hombre en los que es necesario dejar de aprender. ¿Y por qué? Bueno, para obtener resultados. Así de simple. […] No sé, pero a mí esto de la metaliteratura siempre me pareció aburridísimo —aunque ello no signifique que no haya habido autores con una producción sorprendente para mi gusto—, a lo cual, de un modo más sofisticado, seguiría la estética de la hipercita. […] En verdad yo nunca estuve de acuerdo con los escritores que teorizaban para suplementos culturales de lunes a viernes, y de sábado a domingo se afanaban en la praxis, precisamente porque estaban supeditados al concepto: Sus historias, necesariamente, habían de albergar algún tipo de significado oculto, dado que ellos siempre buscaban exégesis a cada uno de los textos revisados. Y eso, cómo no, limitaba su intuición. ¿No os parece un tanto
tétrico, muchachos? [...] Aunque si he de ser justo al ciento por cien, cabe recordar mis tiempos como redactor en prensa: cada vez que entrevistaba a artistas más o menos underground, me afanaba en conocer la infraestructura intelectual de su obra en la medida que yo también participaba de la obsesión por el concepto. ¡Ja, ja!, no se me olvidarán las caras alucinadas de las gachises, pensando, “¿y este pavo?” Más de una vez sentí ganas de estrangular con mis propias manos a aquellos autores libres, fascinados por ese impulso automático de crear que yo tanto combatía. Con el tiempo uno deviene sensato y piensa que tal vez aquellos chicos tuvieran su parte de razón. Eso es.