“¿Qué tal están tus bistecs esta noche?”
“Señor, nuestros filetes son, si me permite decirlo, sencillamente magníficos. Solo carne de primerísima calidad, cuidadosamente seleccionada e incluso más cuidadosamente añejada, cocinada a la perfección si entendemos la perfección en función de las preferencias del consumidor, servidos con el tipo de patata y ensalada que desee, y un merecido y sabroso postre.”
“Para chuparse los dedos.”
“Así es.”
“Tomaré nueve.”
“¿Perdón?”
“Traeme nueve filetes, por favor.”
“¿Desea nueve filetes para cenar?”
“Por favor.”
“¿Y quién, señor, si me permite la pregunta, va a comérselos?”
“¿Ves a alguien más sentado aquí? Yo me los comeré.”
“¿Y cómo lo piensa hacer, señor?”
“Bien, veamos, pienso que esta noche usaré mi mano derecha para cortar. Pondré los pedazos en mi boca. Los masticaré. Y los elementos ácidos de mi saliva acabarán con la fibra muscular. Tragaré. Etcétera. ¡Y tráelos de una vez!”
“Señor, nueve filetes harían enfermar a cualquiera.”
“Mírame. Mírame bien. Mira este estómago. ¿De verdad crees que voy a enfermar? De ningún modo. Ven. Ven aquí. No, en serio, ven aquí y mira este estómago. Deja que levante mi camisa... mira aquí. ¿Ves lo que puedo agarrar con mi mano? Ni siquiera puedo sentarme cerca de la barra. ¿Alguna vez has visto algo tan enormemente asqueroso en toda tu vida?”
“He visto estómagos mayores.”
“Tan solo eres correcto, quieres tu jodida propina. Pero te llevarás tu propina después de que me hayas traído mis nueve filetes para cenar, entendiendo la perfección como carne medio roja, que es como decir rosa e incluso un poco dura. Y no te olvides de los panecillos.”
“Señor, permítame que confíe en mi experiencia. Jamás he servido a un solo individuo nueve pedidos simultáneos bajo mi autoridad. Podría meterme en un lío. ¿Qué ocurre si por ejemplo, Dios no lo quiera, sufre una embolia? Sus órganos podrían romperse.”
“¿Acaso no dije que me miraras? ¿No puedes decirme lo que soy? Escuchame con atención: Soy obeso, glotón, devorador compulsivo, un cerdo asqueroso. ¿Está claro? Soy más puerco que humano. Hay una habitación entera para ti dentro de mi estómago. ¿Lo oyes? Lo que tienes delante de ti es un cerdo. Un comedor desalmado de capacidad ilimitada. Tráeme carne.”
“¿No ha comido en mucho tiempo, no es eso?”
“Mira chaval, empiezas a aburrirme. Podría aporrearte con mi panza. Y déjame que te diga que soy algo más que un pequeñoburgués. ¿Ves ese edificio de ahí, el de las ventanas iluminadas, en la sombra? Es mío. Podría comprar este restaurante y exterminarte. Podría. Y tal vez compre el bloque entero, incluyendo ese ridículo club de adelgazamiento al otro lado de la calle. ¿Lo ves, con la puerta y ventanas formando una cara sonriente, lasciva y huesuda? Mi capacidad financiera me permitiría comprar ese lugar y llenarlo de filetes, de carne roja, los cuales devoraría. La puerta de ese garito sería atrancada por un hueso roído. A ni un solo pedante esmirriado cantador de salmos con ropa holgada y apóstata de la causa del tejido adiposo le permitiría entrar. Golpearían la puerta. Pero el hueso resiste. Carecen de grasa suficiente como para echar la puerta abajo. Sus bocas y ojos aumentarían de tamaño mientras se agolpan contra el cristal. Qué deliciosos pensamientos. ¿Me permites la carta de vinos?”
“¿Club de adelgazamiento?”
“Garçon, lo que tienes delante de ti es alguien peligroso, te lo advierto. Los seres humanos actúan por el bien común. Los cerdos chalados y enormes no. Mi mujer me dijo hace mucho tiempo que si no perdía peso me dejaría. No solo no he perdido peso, sino que ahora estoy más gordo, y por eso ella se marchó. R.I.P. Y no te olvides de la salsa.”
“Pero señor, seguramente con más tiempo...”
“No hay más tiempo. El tiempo no existe. Me lo comí. Está aquí dentro, ¿lo ves? ¿Ves cómo se mueve? Eso es el tiempo: Movimiento. Así que corre, huye, tráeme mi fuente de grasa, mis nueve reses, o te cogeré del mentón y te estamparé contra la pared.”
“¿Puedo traer al maître? Para consultarle.”
“Traélo como sea. Pero dile que no se acerque demasiado. En un segundo se verá asfixiado, antes de que pueda chillar. Óyeme: Esta noche comeré. Desmesuradamente. Y solo. Por eso estoy desmesuradamente solo. Pienso comer, y mi sudor será esparcido en el ambiente, y si alguien se acerca, le gruñiré y pincharé con mi cuchillo. Algo así como esto. ¿Lo ves?”
“Por favor.”
“Corre como alma que lleva el diablo. Trae algo que me tranquilice. Voy a engordar y engordar, y llenaré el vacío que me rodea con el horror de mi presencia gelatinosa. El Yin y el Yang. Siempre creciendo, muchacho. Corre de una maldita vez.”
“De acuerdo, señor.”
“Creo que unos palitos de pan me vendrían estupendamente, ¿me oyes? ¿Qué clase de sitio es este?”
'The Broom of the System', David Foster Wallace, ed. Abacus, pp 81-83. Traducción de AJR.
“Señor, nuestros filetes son, si me permite decirlo, sencillamente magníficos. Solo carne de primerísima calidad, cuidadosamente seleccionada e incluso más cuidadosamente añejada, cocinada a la perfección si entendemos la perfección en función de las preferencias del consumidor, servidos con el tipo de patata y ensalada que desee, y un merecido y sabroso postre.”
“Para chuparse los dedos.”
“Así es.”
“Tomaré nueve.”
“¿Perdón?”
“Traeme nueve filetes, por favor.”
“¿Desea nueve filetes para cenar?”
“Por favor.”
“¿Y quién, señor, si me permite la pregunta, va a comérselos?”
“¿Ves a alguien más sentado aquí? Yo me los comeré.”
“¿Y cómo lo piensa hacer, señor?”
“Bien, veamos, pienso que esta noche usaré mi mano derecha para cortar. Pondré los pedazos en mi boca. Los masticaré. Y los elementos ácidos de mi saliva acabarán con la fibra muscular. Tragaré. Etcétera. ¡Y tráelos de una vez!”
“Señor, nueve filetes harían enfermar a cualquiera.”
“Mírame. Mírame bien. Mira este estómago. ¿De verdad crees que voy a enfermar? De ningún modo. Ven. Ven aquí. No, en serio, ven aquí y mira este estómago. Deja que levante mi camisa... mira aquí. ¿Ves lo que puedo agarrar con mi mano? Ni siquiera puedo sentarme cerca de la barra. ¿Alguna vez has visto algo tan enormemente asqueroso en toda tu vida?”
“He visto estómagos mayores.”
“Tan solo eres correcto, quieres tu jodida propina. Pero te llevarás tu propina después de que me hayas traído mis nueve filetes para cenar, entendiendo la perfección como carne medio roja, que es como decir rosa e incluso un poco dura. Y no te olvides de los panecillos.”
“Señor, permítame que confíe en mi experiencia. Jamás he servido a un solo individuo nueve pedidos simultáneos bajo mi autoridad. Podría meterme en un lío. ¿Qué ocurre si por ejemplo, Dios no lo quiera, sufre una embolia? Sus órganos podrían romperse.”
“¿Acaso no dije que me miraras? ¿No puedes decirme lo que soy? Escuchame con atención: Soy obeso, glotón, devorador compulsivo, un cerdo asqueroso. ¿Está claro? Soy más puerco que humano. Hay una habitación entera para ti dentro de mi estómago. ¿Lo oyes? Lo que tienes delante de ti es un cerdo. Un comedor desalmado de capacidad ilimitada. Tráeme carne.”
“¿No ha comido en mucho tiempo, no es eso?”
“Mira chaval, empiezas a aburrirme. Podría aporrearte con mi panza. Y déjame que te diga que soy algo más que un pequeñoburgués. ¿Ves ese edificio de ahí, el de las ventanas iluminadas, en la sombra? Es mío. Podría comprar este restaurante y exterminarte. Podría. Y tal vez compre el bloque entero, incluyendo ese ridículo club de adelgazamiento al otro lado de la calle. ¿Lo ves, con la puerta y ventanas formando una cara sonriente, lasciva y huesuda? Mi capacidad financiera me permitiría comprar ese lugar y llenarlo de filetes, de carne roja, los cuales devoraría. La puerta de ese garito sería atrancada por un hueso roído. A ni un solo pedante esmirriado cantador de salmos con ropa holgada y apóstata de la causa del tejido adiposo le permitiría entrar. Golpearían la puerta. Pero el hueso resiste. Carecen de grasa suficiente como para echar la puerta abajo. Sus bocas y ojos aumentarían de tamaño mientras se agolpan contra el cristal. Qué deliciosos pensamientos. ¿Me permites la carta de vinos?”
“¿Club de adelgazamiento?”
“Garçon, lo que tienes delante de ti es alguien peligroso, te lo advierto. Los seres humanos actúan por el bien común. Los cerdos chalados y enormes no. Mi mujer me dijo hace mucho tiempo que si no perdía peso me dejaría. No solo no he perdido peso, sino que ahora estoy más gordo, y por eso ella se marchó. R.I.P. Y no te olvides de la salsa.”
“Pero señor, seguramente con más tiempo...”
“No hay más tiempo. El tiempo no existe. Me lo comí. Está aquí dentro, ¿lo ves? ¿Ves cómo se mueve? Eso es el tiempo: Movimiento. Así que corre, huye, tráeme mi fuente de grasa, mis nueve reses, o te cogeré del mentón y te estamparé contra la pared.”
“¿Puedo traer al maître? Para consultarle.”
“Traélo como sea. Pero dile que no se acerque demasiado. En un segundo se verá asfixiado, antes de que pueda chillar. Óyeme: Esta noche comeré. Desmesuradamente. Y solo. Por eso estoy desmesuradamente solo. Pienso comer, y mi sudor será esparcido en el ambiente, y si alguien se acerca, le gruñiré y pincharé con mi cuchillo. Algo así como esto. ¿Lo ves?”
“Por favor.”
“Corre como alma que lleva el diablo. Trae algo que me tranquilice. Voy a engordar y engordar, y llenaré el vacío que me rodea con el horror de mi presencia gelatinosa. El Yin y el Yang. Siempre creciendo, muchacho. Corre de una maldita vez.”
“De acuerdo, señor.”
“Creo que unos palitos de pan me vendrían estupendamente, ¿me oyes? ¿Qué clase de sitio es este?”
'The Broom of the System', David Foster Wallace, ed. Abacus, pp 81-83. Traducción de AJR.
14 comentarios:
Que hambre.
Voy a desayunar un poco de Tiempo.
Cuanta carne hoy.
Buenísimo. Supongo que este libro no estará traducido al castellano, ¿no?
Buenísimo.
Efectiva e inexplicablemente, no está traducido al español, pero es que tampoco es fácil hacerse con alguna edición en inglés. E intuyo que habemos muchos lectores de Wallace interesados en su primer libro.
Gracias, Old Hundred.
Ibrahím, dale que ya te quedan menos páginas. Hacemos una colecta entre todos y te pagamos los derechos de traducción.
yo también desayunaría tiempo, pero resulta tan indigesto... enhorabuena
habemus papam
Después de haber estado un par de días leyendo las entradas antiguas, tengo que exclamar:
Ibra, ¡¡¡eres el Vicente Luis Mora del lumpen!!!
Tó guapo ahí, tío!
Enhorabuena!!
Eric
Probablemente lo más GUAPO que me han dicho en lustros.
Gracias, Eric,
Asombroso, asombroso de verdad. Éste y los dos anteriores. Qué buenos son, la virgen. Qué bueno es Foster Wallace, cag'on dios. Qué disfrutón, cómo te agradezco el absequio, amigo.
Muy buenos, amigo. Un abrazo
"Óyeme: Esta noche comeré. Desmesuradamente. Y solo. Por eso estoy desmesuradamente solo. Pienso comer, y mi sudor será esparcido en el ambiente, y si alguien se acerca, le gruñiré y pincharé con mi cuchillo. Algo así como esto. ¿Lo ves?"
...
Eso me recuerda al pollo caducado. Una pena de fajitas. Mi viaje en tren espacial fue horrible y nostálgico, pensando en las fajitas.
Oh, Dios, y por la tarde, durante la siesta, pensaba en las fajitas.
Y ahora, antes de dormir, un sentimiento de dolor profundo me invade al pensar en la carne de pollo caducado, en las fajitas y en tu sudor esparcido por el ambiente.
¿Han cerrado el Donner Kebak o está, simplemente, de reformas?
Volvemos en octubre, Lalo.
Too much work.
Gracias por vuestro interés,
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