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viernes, 22 de octubre de 2010

Los lloricas son los escritores que siempre se preguntan por qué no salen en EL PAÍS

Si os preocupa que esto sea real, consideraos invitados a hacer lo que debería haber hecho el autor y lo que autores y lectores llevan haciendo desde el principio de los tiempos:

fingir que es ficción

Dave Eggers, Una historia conmovedora, asombrosa y genial

No hace mucho tiempo, alguien me preguntó en mi extinto formspring por David Shields y su Reality Hunger, texto en el que el autor quería proclamar el fin de la ficción. Más allá de la voluntad —presente en cualquier escritor— de favorecer las condiciones de verosimilitud, la tesis de Shields, obviamente, no puede parecerme más absurda (ya hablamos aquí sobre cómo el género alcanza lugares impenetrables a ciertas argumentaciones que no vengan protegidas por semejante rótulo). Al menos en lo que va de año, se me ocurren tres ejemplos de ensayística camuflada, impensable de expresar por otros mecanismos, en donde los autores exponían ideas incómodas. Pienso en la flamante radiografía que Luis Magrinyà hace de los engranajes internos del mundo de la edición en “Diez minutos después” (Habitación doble), en el ensayo de Fernández Porta €®0$, y en el relato de Patricio Pron “Es el realismo” (El mundo sin las personas que lo afean…), sobre la edificación de una dudosa trayectoria literaria. Estos tres casos significan, a mi modo de ver, no tanto una ficción como casos de flagrante hiperrealismo; su cometido es desnudar al emperador, destapar verdades inaceptables en un entorno social salvaguardado por la corrección y el superyó. Todo muy freudiano, en efecto: el arte como producto de una neurosis. Es por ello por lo que considero a Lector Mal-herido como uno de los críticos más necesarios e insustituibles de nuestro panorama, algo a lo que hay que sumar la trayectoria del personaje, labrada en su totalidad en la red: mientras del resto de escritores se espera el happy ending del libro impreso y el proyecto de larga distancia, de modo que la producción digital no sea más que un recurso para que los lectores no pierdan de vista al autor en el lapso que media entre libro y libro, el caso de Mal-herido difiere. Verdaderamente él es un auténtico nativo digital.

¿Por qué los escritores se empeñan en ser lectores compulsivos, si, como afirma Bukowski, sólo les gusta olisquear sus propios zurullos (como aquella famosa frase de Bloom, según la cual los poetas verdaderamente fuertes solo se leen a sí mismos)? ¿Cuál es la identidad femenina que se deduce de buena parte de la literatura hecha por escritoras? ¿A qué se debe el rechazo frontal y la burla generalizada sobre figuras como Pérez Reverte y Javier Marías? ¿Por qué nos empeñamos en celebrar el silencio de Salinger, cuando la literatura española dispone de auténticos bartlebies, gente que de verdad renunció a la escritura y a la exposición pública del escritor? Acostumbrados a los chistes sobre cocaína, becarias, egomanía y escritores fracasados, la compilación Vida y opiniones de Juan Mal-herido conforma una nada desdeñable teoría del texto y del paratexto.

Para más info, clic aquí:

El villano de las letras españolas

(entrevista a Alberto Olmos, Enrique Vila-Matas, Llucia Ramis, Andrés Neuman y Matías Néspolo sobre Lector Mal-herido)

Alta literatura no apta para losers

16 comentarios:

Anónimo dijo...

Hola, soy Magri(nyà). Estoy desocupado o desertor esta mañana y he dado con una entrada de tu bog sobre los pantalones pitillo; creyéndome que era tu última entrada me he puesto a escribir un comentario, pero luego he visto, con mi habitual sentido de la oportunidad, que era ¡de diciembre de 2009!

De todos modos, como he hecho un gran trabajo de búsqueda, lo pongo ahora, un año después o casi. De todos modos, el tema pitillo no está acabado.

Los pitillos son ideales y no estoy tan de acuerdo en que minimicen nada:

http://jenesaispop.com/wp-content/uploads/2006/11/maximoparkd.jpg

Estoy con Luna: hay que profundizar también en las camisetas de tirantes blancas, y no sólo en las blancas, también en las de colores y en las estampadas. Incluso en la camiseta de mangas arrancadas:

http://www.youtube.com/watch?v=LuN6gs0AJls

Éste fue uno de mis hitos de los 80y una de mis cancions favoritas. Me estoy poniendo sentimental, así que:

No estoy con Luna: el chico de Placebo no es feo. ¿Por qué dice Luna que es feo? Pobre.

Las hombreras, un tema que te inquietaba para un ensayo. Un año después se comprueba que las hombreras no es que fueran a volver sino que habían vuelto ya:

http://www.dezignwizard.com/mens-spring-fashion-designers-for-2010-2.html

http://lh6.ggpht.com/_tfBmKYqH1bw/SwWoXrEewnI/AAAAAAAAEBo/_Ft0Xb8kFWQ/ShoulderPadsBalmain.jpg

Es más: nunca se fueron,aunque fuera para destacar -paradoja- unos hombros caídos:

http://www.youtube.com/watch?v=Zx3m4e45bTo

Este vídeo ejemplifica además que el chico skinny puede tener una masculinidad agresiva, indiferente, chulesca, como la de siempre. Y las hombreras como instrumento de agresión al transeúnte, ¿qué me dices?

Hay que profundizar.

Una fantasía etimológica: ¿seguro que «hombreras» viene de «hombro» y no de «hombre»?

javi dijo...

No me gusta particularmente Malherido, tampoco su 'alter ego (estoy bromenado, claro). Me refiero s'olo en cuanto a su trabajo como escritores-cr'itico. Es una sensaci'on cuando los leo, no puedo ofrecer ning'un argumento racional.

Otra cosa que no entiendo es por qu'e habla de una literatura pol'iticamente correcta. En mi opini'on, Mal-herido es m'as que pol'iticamente correcto. Si hubiese le'ido el Boe, a lo mejor lo ha hecho, se dar'ia cuenta de que es lo m'as pol'iticamente incorrecto que se puede leer en nuestros d'ias, s'olo hay que saber un poco de sociedades de inversi'on. Eso s'i que es alta literatura.

Ibrahim B. dijo...

Hola, Luis, es de agradecer tu repaso al vintage. Está claro que el modelo skinny no se acaba en Jeremy Jay (tampoco soy especialista, claro). Con todo el material que ofreces, me quedo con el subrayado de los hombros caídos a través de las hombreras y con la agresividad skinny. En cuanto a la fantasía etimológica, bueno, después de leer 'Todas las almas' queda en entredicho el rigor de los lexicógrafos, aunque no su falta de imaginación...
Seguiremos hablando (mejor, seguiré escuchando) de esto en algún próximo diálogo..

Anónimo dijo...

Solamente darte la gracias por tu blog, es un verdadero placer leerte. Sobretodo para aquellos que por cuestiones de trabajo, estamos fuera del pais.


Sobre esta entrada, creo que aciertas es tus apuntes sobre los trabajos de Porta o Alberto Olmos. Ciertamente el lenguaje literario parece demasiado preocupado por no cruzar el limite de lo politicamente correcto. Sin embargo, no creo que la respuesta narrativa a este tema deba pasar por el principio de la transgresion; la transgresion presupone la existencia del limite, lo reconoce, lo situa, lo identifica como punto de partida de la narrativo. En si mismo, no escapa al sintoma de la neurosis. Y por ende no escapa a las trampas de lo politcamente correcto. Presuponer que la escritura escapa a la norma, o la puede transgredir en el mero hecho de revelar sus mecanismos de produccion, se sostiene en la creencia social de que la persona que lo ejecuta, el critico, posee una reconocible funcion social de generar marcos de transgresion. El acto de transgredir, la excepcion, ya se encuentra contenida dentro de la norma.

Como decian en los 60, con todo el debate sobre el fin del arte, la transgresion pura es incomprensible o impensable, escapa a la capacidad de discurso artistico de valorarse a si mismo. Por consiguiente no es distinguible de lo "no artistico": La transgresion necesita a la norma. El arte necesita la norma parar existir de manera autonoma, como mecanismo de expresion de 'transgresiones" y criticas sociales.
El tema de la funcion transgresora del arte se agoto en los setenta y ochenta cuando fue progresivamente sustituido por el paradigma de la estetica relacional. Desgraciadamente se trata de una "realidad superada" en muchos regiones del sistema.

Sin embargo es fascinante el apuntar como el debate sobre la funcion organica, desde el punto de vista social, de la practica artistica "vuelve de entre los muertos" de vez en cuando, sobre todo en tiempo de crisis y en las periferias del sistema. Un ultimo ejemplo de esto, seria en mi opinion, el redescubrimiento del tema de lo "zombie" en cierta narrativa peninsular actual.

Acaso no seria mejor, simplemente suspender/ pervertir la relacion con la idea de limite entre lo artistico y lo no artistico, entre lo correcto y lo incorrecto.

Se me viene a la mente los trabajos de Juan FRancisco Ferre, Manuel Vilas o Javier Calvo. En sus narrativas tocan el campo del ensayo, pero sin 'preocuparse por la idea del limite": manifestan una incapacidad para distinguir entre lo propio y lo ajeno, lo interno o lo externo, la idea del dentro y el fuera. En pocas palabras conciben la narracion-ensayo como un proceso de dislocacion permanente del yo-ego-fundado en la presupocion normativa de la idea de discurso literario, deliciosamente perversa.

En este sentido hay algo schizoide en sus narrativas que puede ser una salida mas efectiva a este eterno circular entre la norma y la transgresion.

Ciertamente su concepcion de lo literario es mas epistemica que ontologica, mas estetica que puramente sociologica, y quizas en este sentido tenga poca utilidad social y mucho de fabula.

De nuevo gracias por tu excelente blog, y perdona la parrafada.


Antonio

Ibrahim B. dijo...

Hola, Antonio; de veras, muchas gracias por tus amables palabras.

Es obvio que el discurso que planteas en torno a la transgresión es totalmente lógico y no está falto de cohesión.

En sentido estricto no creo que ninguno de los casos que hemos propuesto (Pron, Magrinyà, Porta o Mal-herido) supongan una verdadera transgresión: la inclusión de ensayos ficcionales es una práctica de todos los tiempos. Lo que aquí planteamos es la amplitud de campo que, a la hora de abordar determinados asuntos, dispone la ficción frente a los géneros de no ficción. En este sentido pienso que, desde el siglo XIX, en los intentos sistemáticos por desprender al autor de su narrador, se ha recurrido a ésta última figura como mecanismo para hacerle confesar ideas que uno preferiría guardarse para sí. El mundo de la ficción tiene sus propias reglas (sociales incluidas), y es mejor que siga siendo así.

Saludos,

Oche Zamora dijo...

Es raro a vece. Sobre todo en el caso de Mal-herido, y en el tuyo propio, uno tiene la sensación de estar confundido, afectado por un extraño deseo de ir más allá, de la ficción a la obra de no-ficción que es el autor mismo, uno se queda parado frente a la pantalla con el ceño fruncido y piensa ¿pero este tío qué opina realmente? Por otro lado, esto mismo, con pose incluida, es bastante estimulante.

Un saludo,
Oche

Anónimo dijo...

Jajaja, el rigor de los lexicógrafos. Con que mires en la actual edición del DRAE la etimología de «zapeo» ya te partes: Adapt. del ingl. «zapping», con infl. del esp. «zape». Y la de «misil»: del lat. «missilis», arrojadizo. Y recuerdo una que, sensatamente, al fin quitaron: «transistor»: del latín «transistor, -oris».

Ibrahim B. dijo...

Eso mismo opina Neuman en el artículo, Oche ;).

Oche Zamora dijo...

Lamento repetir ideas, no había leído aún el artículo.
(¿Voy a tener que volver a confiar en El País?)

Ibrahim B. dijo...

Jaja, como suele pasarme el 50% de las veces en las que escribo con prisa, ahora estaba preguntándome si habría resultado grosero o no (al contrario, a mí la intervención de Neuman me pareció especialmente interesante).

Y sí, éste es el día en que todos vosotros deberíais volver a leerlo...

Gracias por pasarte,

Oche Zamora dijo...

Para nada, a mí hasta me ha molado coincidir con el equilibrista.

Relaciones Imposibles dijo...

Pues no olvidemos las hombreras como símbolo postapocalíptico:

http://www.youtube.com/watch?v=F1FPK5-Rm38&NR=1

camaradeniebla dijo...

jejeje
en poesía (casi) todos son villanos

saturniana dijo...

Uy, Ibrahim, cada vez que entro en tu blog apunto un libro para leer, ¡me manda usted demasiados deberes! Eso es bueno, ¿eh?

Anónimo dijo...

Como no puedo entrar a comentar en el blog de mal-herido, lo digo aquí: Juan escribe infinitamente mejor que Almudena Grandes.


J.

Ibrahim B. dijo...

No he leído a Grandes, pero es cierto que ese post es especialmente emotivo.