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miércoles, 30 de abril de 2008

(Noelle Neumann - Tocqueville - Dwight Macdonald)

Justo cuando estaba a punto de dormirme sobre La espiral del silencio (E. Noelle-Neuman) durante el enésimo estudio de su teoría a lo largo de la carrera, me encuentro con el siguiente extracto de Tocqueville en La democracia en América (1835/1840), muy al hilo de las tesis de Dwight Macdonald:


Si examinamos lo que ha sucedido en Francia cada medio siglo desde el siglo XI, no podremos dejar de notar que, al final de cada uno de estos períodos, se ha producido una doble revolución en el estado de la sociedad. El noble ha bajado en la escala social y el plebeyo ha subido. Uno desciende cuando el otro asciende. Cada medio siglo están más cerca, y pronto van a encontrarse. Esto no es exclusivo de Francia. En cualquier lugar que miremos percibiremos la misma revolución sucediendo en torno el orbe cristiano… El desarrollo gradual del principio de igualdad es, pues, un hecho providencial. Tiene todas las características principales de este tipo de hechos: es universal, es duradero, elude continuamente todas las interferencias humanas y todos los acontecimientos, al tiempo que todos los hombres contribuyen a su progreso… Todo este libro que ofrecemos ahora al público se ha escrito bajo la influencia de una especie de espanto religioso producido en la mente del autor por la visión de esa revolución irresistible que ha avanzado durante siglos a pesar de todos los obstáculos, y que sigue avanzando entre las ruinas que ha provocado.

No es necesario que el propio Dios hable para que podamos descubrir los incuestionables signos de su voluntad.

sábado, 26 de abril de 2008

Dale la vuelta al calcetín de Capote y escribe, sobre todo escribe, hijo

Sostener que la literatura digital no se tendrá en pie a no ser que se sirva de géneros periodísticos, biografías, ensayo, y en definitiva todo lo que tenga que ver con la non fiction, podría dar a entender la necesidad de regresar sobre los peces gordos del New Journalism. Pues no, no es eso, aunque se trate de una objeción inteligente —no me cabe duda alguna que lo es—. Pero de lo que se trata ahora no es que los periodistas acaben con el hastío de sus restrictivos marcos estilísticos a base de salpicar con flores y colores y efectos especiales el texto —¡nein, Herr!—, sino de que los autores de literatura hagan creíble su discurso a base de realidades, y ante un público que ha flipado toda su vida viendo informativos desmadrados. Esa es la cuestión.

¡Un poco de verosimilitud —que no realismo—, por favor!


German Sierra & Javier Fernández

Vs.

Eloy Fernández Porta


Como sabéis, Mutantes no fue un documento que resultase excesivamente revelador a mi parecer. Por decirlo de algún modo, entre las dos conocidas críticas publicadas a este respecto, la de Bonilla y la de Goytisolo, es la primera la que suscribo. Qué le vamos a hacer… El mundo no se acaba por eso… Aparte de que este descontento no ha sido óbice para que siga siendo fiel seguidor de algunos de los autores que allí se dieron cita: Isaac Rosa, Fernández Porta, Mercedes Cebrián, Mora, Fernández Mallo, Vilas, etcétera.

Al hilo de lo que estos días veníamos disertando aquí en el blog —la misma bullshit de siempre: los retos que ha de superar la literatura—, me han venido a la cabeza tres de los relatos antologados, aparentemente de corte similar, y que intentan mantener su compromiso con la contemporaneidad a partir de la reproducción de la voz de los Mass. Hablo de "Artemio Devlin", de Germán Sierra —de quien he celebrado piezas como "Centro Comercial"—, los fragmentos de Cero Absoluto, de Javier Fernández, y "El eco del pantano", de Fernández Porta.

Bien, los dos primeros textos no terminé de leerlos por una sencilla razón: mi desacuerdo con la idea de subordinar gratuitamente la literatura a otros géneros (Sí, sí: yo también admito que los audiovisuales han ganado en los últimos tiempos una distancia abrumadora a la literatura. Sin embargo, eso no quiere decir que ésta tenga que recuperar el tiempo perdido mediante una simple imitación; mejor sería entonces que potenciase la abstracción a la que de ninguna manera pueden llegar, de momento, la imagen y el sonido), a lo que añado las tesis ya expuestas en
Ficción, ¿para qué?

Adonde quiero llegar con todo esto es que el lugar de Artemio Devlin —si lo que pretendía Sierra era recrear una biografía apócrifa— pudo ocuparlo perfectamente la biografía de Jaco Pastorius, de Bill Milkowski, por ejemplo; mientras que los fragmentos de Javier Fernández yo los sustituiría por la lectura de un número cualquiera de Muy Interesante o Quo, ¿no? ¿Qué sentido tiene hoy, me pregunto, el hacer ficción con asuntos que son mucho más interesantes en la realidad? ¿Para qué vender un relato con vetas realistas si el lector sabe de sobra que no lo es, y además tiene a su disposición montañas de documentos mucho más creíbles? Paradójicamente, ambos textos van frontalmente contra cualquier principio de realismo, hasta el punto de que presentados en nuestro tiempo casi parecen un cuento de H. C. Andersen de lo ingenuos que pueden llegar a ser. En cuanto a Fernández Porta, verdaderamente él se toma la molestia de detonar, ironizar y llevar a los límites de la esquizofrenia creativa el registro periodístico con un texto que, esta vez sí, no aspira a reemplazar la non fiction. En "El eco del Pantano", Fernández Porta es verosímil (2. adj. Creíble por no ofrecer carácter alguno de falsedad.), que no realista, pues el pacto que establece con sus lectores no es en modo alguno de imitación de la realidad (Realismo: 1. m. Forma de presentar las cosas tal como son, sin suavizarlas ni exagerarlas. 2. m. Sistema estético que asigna como fin a las obras artísticas o literarias la imitación fiel de la naturaleza.), sino más bien de, ejem, violación de la misma. A él sí se le sabe consciente de la imposibilidad de enfrentarse a ella.

viernes, 25 de abril de 2008

Literatura y blogs: Caminos (inevitablemente) cruzados

Oídme bien porque no pienso repetirlo más veces: Los blogs, los jodidos blogs que tanto debate causan al hilo de lo que viene, serán, , uno de tantos soportes ideales para la literatura que aporten los new kids on the block, ¿capisce? Quiero decir que nosotros habitamos preferentemente un espacio público, ya tú sabes —ocho horas y pico trabajando en actitud inexorablemente jovial y empática, otras tantas de fiesta con colegas, unas cuantas más investigando en redes sociales, socializándonos de un modo virtual, etcéteraetcéteraetcétera—, y en ese escaso tiempo que nos queda para nosotros mismos, metidos ya en el sobre, para qué mentir, precisamente lo que nos apetece no es disertar sobre el yo ni el sentido de la vida ni el devenir de la existencia ni tampoco si Dios existe o deja de hacerlo, cosa que ya no interesa ni siquiera a la filosofía, tan entretenida como está en objetos de estudio tales como el porno duro o los efectos de las sobredosis de teúve. Ni que decir tiene que la consecuencia de esto se extrae es que mi generación está compuesta de jodidos frívolos hijos de puta, pero ¿y qué? Wassup, baby? ¿Quién nos quita lo bailao?, ¿eh? La literatura que tenga que aterrizar en los próximos tiempos estará pensada para leerse en foros públicos tales como Internet o Mass Media, así es. Su carácter será literario, pero flotará en el espacio público como un reportaje, como los pliegos de cordel versificados —e ilustrados— del medioevo, como el jodido teatro griego.

Fragmentos de Don't fuck with me, vol. II

Rara vez leo prensa gratuita. Es, por decirlo de algún modo, una de las últimas vetas de elitismo intelectual que no he cedido en aras de lo pop; a fin de cuentas, algo hay que dejar a las generaciones venideras, ¿no? Sin embargo hoy lo he hecho. ¿Que por qué? Bueno, y yo qué sé, solo sé que a eso de las siete y veinte frenaron en seco mi entrada a la boca de metro con uno de esos periódicos extendidos, y que yo lo cogí y no lo tiré en la primera papelera que tuve a mano, no. Por el contrario, me tomé la molestia de poner en tela de juicio mi educación burguesa de libros canónicos —«la policía», como diría acertadamente Vilas— y otros tantos de vanguardia o carácter “proyectivo”, a fin de empaparme de lo que se suda a pie de calle.


Guay, pues. Abro el periódico y leo una amplia crónica que cuenta con todo lujo de detalles la historia del conductor asesino de la línea circular en Madrid, algo de lo cual todos ya sabemos pero que nunca viene mal recordar. Resulta que en cierta ocasión le dieron una patada en el culo a uno de los empleados de la línea por hacer uso indebido de su posición, lo cual se traduce en que una noche coló a todos sus amigos en las cocheras a fin de hacer unos cuantos wholecars, esto es, pintar con graffiti trenes enteros, ¿no? A la mañana siguiente, ni corto ni perezoso, el conductor despedido se dirige a las cocheras y secuestra un tren y lo pone a toda máquina y lo conduce con unas cuantas fuffies en la cabina que no dudan un segundo en practicarle una cariñosa felación, y fuma kifi y se pone bien alto en el reproductor de mp4 un recopilatorio de DMX —aunque deje en modo repeat la canción X Gon’ Give It To Ya— hasta que convierte el tren en una bala disparada desde los infiernos de esta ciudad. El tren echa a arder y caen de los túneles sobre su fuselaje unos zombis que abren fuego con bazookas, lanzallamas y metralletas contra los trabajadores y oficinistas que aguardan mansos en los andenes un día más en sus vidas. La historia no dura más de tres estaciones, cuando el cacharro choca con otro tren.

jueves, 24 de abril de 2008

Ficción, ¿para qué?

Entre las escasas cuestiones teóricas que oso plantearme, figura la incógnita de qué sentido tendrá la ficción literaria en un periodo histórico donde convergen circunstancias tales como que: a) «La dicotomía entre información y espectáculo ha terminado» (McLuhan, ya tú sabes, chico), es decir, es más divertido ver un telediario que leer (salvo que este ejercicio se haga estimulado por la persecución de formas subversivas, y no de contenidos), y además el primero cuenta con el importantísimo aval que supone el haber tenido lugar. b) Poco terreno puede ganarse a la verosimilitud que aporta la ficción audiovisual, con la única excepción de aquellos espectros sociales inéditos aún. Aunque por otro lado, no nos olvidemos de ello, ocurre que entre la comunidad literaria se advierte más bien una total ausencia de ilusiones por ejercer el inevitable rol de sociólogo que implica casi cualquier obra contemporánea relevante: los chicos prefieren quedarse en su sofá revisando el canon. c.) Uno puede irrumpir en youtube o en programas de intercambio de archivos y toparse con entretenidísimas historias de niños fabricando explosivos, palancazos de graffiteros en el metro, o soldados estadounidenses que están siendo degollados con saña por insurgentes islámicos, por poner solo algunos ejemplos. O sea que encima la realidad supera con creces la ficción. ¿Qué nos queda, pues?

Mi sospecha es que dos son las alternativas posibles ante el dilema. La primera de ellas, cómo no, tiene que ver con el hecho de ironizar con la ficción; dilatarla, digamos, más allá de lo tolerable por cualquier espectador perteneciente a la Generación Nintendo (ver films como Death Proof, de Tarantino, Shaolin Soccer, de Stephen Chow, o la célebre
escena de las tarjetas en American Psycho). Una segunda solución consistiría en un cocktail en el cual la ficción quedaría redimida a géneros tales como las memorias o el ensayo. Y en este sentido, si pudiera ponerme como ejemplo, elegiría mi fragmento primero de Don’t fuck with me!, pero como ello no me es posible por razones evidentes, les dejaré a ustedes pensando. Que pasen un buen día.

martes, 22 de abril de 2008

Yuppie World




Lejos de las malas maneras características de nuestra tradición europea, en constante decadencia de valores tal como anuncian los intelectuales de viejo cuño, me flipa la manera —a priori, completamente amoral— en la que estos pavos pintan el universo yuppie, así como la doble lectura que ofrecen. ¿Verdad que son jodidamente buenos estos chicos?





jueves, 17 de abril de 2008

PEPINOS

Recientemente hemos asistido a la salida de dos brillantes campañas publicitarias relacionadas con el mundo del automóvil. La primera de ellas, la del Seat Ibiza Rock & Roll, constituye un plausible lavado de imagen con respecto a la idea del Ibiza como coche, digamos, MAKINERO. Pero como en Chez Berlín siempre queremos guardar un mínimo vínculo con la literatura y la cultura en cada entrada que publicamos, diré que lo que más me ha sorprendido de todo es el eslogan utilizado, un texto que a mi juicio raya en una excelente poesía de carácter expresionista integrada en el pensamiento pro consumista:

Y llévate el “a-ha, uh, boom-boom” feeling directo a tus caderas

Excelente.

Por otra parte, una pequeñísima vuelta de tuerca en la publicidad convencional de automóviles —adviértase que apenas se ve alterada la parte gráfica—, hace del Fiat Gran Punto un reclamo a los ojos del target que persigue. (¡Y sin recurrir al sexo!) ¿Sus eslóganes? Imposible más simples: «Un DEPORTIVO por 50 PAVOS al mes», y «Un DEPORTIVO por 50 PEPINOS al mes».

Sobre la obra de Pablo Muñoz

Dejo a continuación una brevísima digresión sobre la obra del ya célebre crítico cultural Pablo Muñoz, a.k.a Alvy Singer —cerebro privilegiado donde los haya—, originalmente planteada como comentario para el blog de Jorge Carrión:

Hacía algún tiempo comentaba que una de las dificultades a la hora de comprender —o seguir, más bien— la ensayística de ciertos autores mutantes, radicaba en la impredecible procedencia de las fuentes empleadas. El hecho de que las bibliografías esenciales para abordar asuntos de carácter literario se vinieran abajo, en aras de unas influencias más o menos aleatorias, tiene por ventaja la eclosión de una creatividad demoledora. Hasta aquí, de acuerdo. No obstante, este anárquico método de cruzar datos puede producir un efecto de desconcierto en el lector.

Pablo Muñoz lleva a un límite peligroso la miscelánea de fuentes. Y aunque me resultaría absurdo establecer categóricamente un (razonable) número máximo de citas por metro cuadrado de papel, creo que en la obra de Pablo a menudo cuesta discernir entre la mera erudición —o spam, o (más o menos) anecdótica cartografía/ biografía de lecturas particulares— y la creatividad ensayística. (¡Ojo!: evidentemente, sería absurdo negar la producción de ideas del autor; ni mucho menos.) Aún más, quisiera pensar que la nueva sensibilidad avant-pop no es un mero trasunto del estilo académico en el que permutar referentes agotados por otros de mayor actualidad. Tengo toda mi fe depositada en ello, muchachos.

sábado, 12 de abril de 2008

Alá es grande

Alá Superstar, tíos, se trata en primer lugar de un documento imprescindible que os servirá de ayuda para comprender qué demonios está ocurriendo en las banlieues de toda Europa, sí; un documento a la altura del célebre artículo de Baudrillard Fóllate a tu madre[1] (¡deteneos!, el título no es más que una boutade referente al grupo de rap Nique ta mère, NTM ;), el film La Haine, o el bestseller francés de Faïza Guène Mañana será otro día[2]. Luego si lo que os flipa es la estética de los videoclips de rap continental, fenómenos sociales como los movimientos migratorios procedentes de países árabes, las distintas subculturas urbanas, y en definitiva, los escritores que sudan a pie de calle; la Holy Shit que propone el seudónimo Yassir Benmiloud —escritor argelino asentado en el país vecino— es real. ¡Wow!

Y. B. relata en clave de A-CI-DÍ-SI-MO monólogo humorístico —aunque su prosa también fluya como verborrea caníbal de Master of Ceremonies, tal como aseveraba con plena certeza en el Paris Match François de Labarre[3]—, la historia de Kamel Hassini, un joven de diecinueve años que procede del extrarradio parisiense, y que está dispuesto a cambiar su sino de chico problemático mediante una hipotética carrera de «estrella de cine o humorista de moda». Como humorista, Y. B. no deja títere con cabeza; se ríe de lo sagrado y lo mundano —el 11-S, sus orígenes familiares, las religiones monoteístas, la televisión, la hipocresía occidental (y oriental), la picaresca en el extrarradio, la política francesa, etcétera—, y como no podía ser de otro modo, recurre igualmente a la autoparodia a fin de calmar los ánimos.

Entre las cosas por las que rendirse —mirando a La Meca, si cabe— a los pies del argelino, figura el hecho de no considerar primates elementales a sus lectores. Quiero decir que acostumbrados como estamos en este país a documentales rodados a caballo entre la plaza de Lavapiés y los cayucos de Tenerife, casi siempre con ese poso de moralina maniquea y pestífera a lo Barrio Sésamo Entertainment, Alá Superstar es una novela ciertamente noble —bastante pesimista en su trasfondo, por cierto, aun a pesar del hilarante registro en que está escrita—, que no regala nada a nadie, y que, por si fuera poco, tiende puentes entre lo underground y la masscult (diosss, con qué placer se me llena la boca al pronunciar este concepto). Eso sí, os anuncio una cosa desde ya: el final no es desde luego propio de un Krimi, como dirían los alemanes. Vosotros sabéis de qué hablo.

¡Ah!, y una última cosa: especial atención merece el apéndice In Memorian —que a muchos les recordará a aquella divertidísima Cartografía Universo Nocilla, de Fernández Mallo—, donde quedan recogidos una desmesurada cohorte de fetiches con que asimilar el extrarradio de Europa. Pura estética de rap continental, decía.

CLIC AQUÍ PARA LEER EL PRIMER CAPÍTULO DE ALÁ SUPERSTAR


[1] Disponible en http://www.ignaciocastrorey.com/complicidades.htm.
[2] En este sentido, resulta especialmente recomendable revisar la breve (y magnífica) guía de literatura turcoalemana atribuida a Patricio Pron dentro de su artículo Contribución a un diccionario (posible) de (nueva) narrativa alemana, revista Quimera, nº 293; así como el artículo de Guillermo Altares Literatura al calor de la ‘banlieue’, El País, 5 de mayo de 2007. Lamentablemente, la gran mayoría de autores que citan tanto Pron como Altares no han sido traducidos al español.
[3] No cunda el pánico, muchachos. Paris Match no figura entre mis lecturas —digamos— habituales; el sampler está tomado de la contra del libro, ¿ok?

jueves, 3 de abril de 2008

Make it yourself, bro'

REALLY GOOD SHIT & Partners™ presenta sus nuevos diseños de temporada primavera/ verano 2008 para camisetas-poema. Aquí un adelanto de la colección: