Alá Superstar, tíos, se trata en primer lugar de un documento imprescindible que os servirá de ayuda para comprender qué demonios está ocurriendo en las
banlieues de toda Europa, sí; un documento a la altura del célebre artículo de Baudrillard
Fóllate a tu madre[1] (¡deteneos!, el título no es más que una boutade referente al grupo de rap Nique ta mère, NTM ;), el film
La Haine, o el bestseller francés de Faïza Guène
Mañana será otro día[2]. Luego si lo que os flipa es la estética de los videoclips de rap continental, fenómenos sociales como los movimientos migratorios procedentes de países árabes, las distintas subculturas urbanas, y en definitiva, los escritores que sudan a pie de calle; la Holy Shit que propone el seudónimo Yassir Benmiloud —escritor argelino asentado en el país vecino— es
real. ¡Wow!
Y. B. relata en clave de A-CI-DÍ-SI-MO monólogo humorístico —aunque su prosa también fluya como verborrea caníbal de
Master of Ceremonies, tal como aseveraba con plena certeza en el
Paris Match François de Labarre
[3]—, la historia de Kamel Hassini, un joven de diecinueve años que procede del extrarradio parisiense, y que está dispuesto a cambiar su sino de chico problemático mediante una hipotética carrera de «estrella de cine o humorista de moda». Como humorista, Y. B. no deja títere con cabeza; se ríe de lo sagrado y lo mundano —el 11-S, sus orígenes familiares, las religiones monoteístas, la televisión, la hipocresía occidental (y oriental), la picaresca en el extrarradio, la política francesa, etcétera—, y como no podía ser de otro modo, recurre igualmente a la autoparodia a fin de calmar los ánimos.
Entre las cosas por las que rendirse —mirando a La Meca, si cabe— a los pies del argelino, figura el hecho de no considerar primates elementales a sus lectores. Quiero decir que acostumbrados como estamos en este país a documentales rodados a caballo entre la plaza de Lavapiés y los cayucos de Tenerife, casi siempre con ese poso de moralina maniquea y pestífera a lo
Barrio Sésamo Entertainment,
Alá Superstar es una novela ciertamente noble —bastante pesimista en su trasfondo, por cierto, aun a pesar del hilarante registro en que está escrita—, que no regala nada a nadie, y que, por si fuera poco, tiende puentes entre lo
underground y la
masscult (diosss, con qué placer se me llena la boca al pronunciar este concepto). Eso sí, os anuncio una cosa desde
ya: el final no es desde luego propio de un
Krimi, como dirían los alemanes. Vosotros sabéis de qué hablo.
¡Ah!, y una última cosa: especial atención merece el apéndice
In Memorian —que a muchos les recordará a aquella divertidísima
Cartografía Universo Nocilla, de Fernández Mallo—, donde quedan recogidos una desmesurada cohorte de fetiches con que asimilar el extrarradio de Europa. Pura estética de rap continental, decía.
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[1] Disponible en http://www.ignaciocastrorey.com/complicidades.htm.
[2] En este sentido, resulta especialmente recomendable revisar la breve (y magnífica) guía de literatura turcoalemana atribuida a Patricio Pron dentro de su artículo Contribución a un diccionario (posible) de (nueva) narrativa alemana, revista Quimera, nº 293; así como el artículo de Guillermo Altares Literatura al calor de la ‘banlieue’, El País, 5 de mayo de 2007. Lamentablemente, la gran mayoría de autores que citan tanto Pron como Altares no han sido traducidos al español.
[3] No cunda el pánico, muchachos. Paris Match no figura entre mis lecturas —digamos— habituales; el sampler está tomado de la contra del libro, ¿ok?