Y. B. relata en clave de A-CI-DÍ-SI-MO monólogo humorístico —aunque su prosa también fluya como verborrea caníbal de Master of Ceremonies, tal como aseveraba con plena certeza en el Paris Match François de Labarre[3]—, la historia de Kamel Hassini, un joven de diecinueve años que procede del extrarradio parisiense, y que está dispuesto a cambiar su sino de chico problemático mediante una hipotética carrera de «estrella de cine o humorista de moda». Como humorista, Y. B. no deja títere con cabeza; se ríe de lo sagrado y lo mundano —el 11-S, sus orígenes familiares, las religiones monoteístas, la televisión, la hipocresía occidental (y oriental), la picaresca en el extrarradio, la política francesa, etcétera—, y como no podía ser de otro modo, recurre igualmente a la autoparodia a fin de calmar los ánimos.
Entre las cosas por las que rendirse —mirando a La Meca, si cabe— a los pies del argelino, figura el hecho de no considerar primates elementales a sus lectores. Quiero decir que acostumbrados como estamos en este país a documentales rodados a caballo entre la plaza de Lavapiés y los cayucos de Tenerife, casi siempre con ese poso de moralina maniquea y pestífera a lo Barrio Sésamo Entertainment, Alá Superstar es una novela ciertamente noble —bastante pesimista en su trasfondo, por cierto, aun a pesar del hilarante registro en que está escrita—, que no regala nada a nadie, y que, por si fuera poco, tiende puentes entre lo underground y la masscult (diosss, con qué placer se me llena la boca al pronunciar este concepto). Eso sí, os anuncio una cosa desde ya: el final no es desde luego propio de un Krimi, como dirían los alemanes. Vosotros sabéis de qué hablo.
¡Ah!, y una última cosa: especial atención merece el apéndice In Memorian —que a muchos les recordará a aquella divertidísima Cartografía Universo Nocilla, de Fernández Mallo—, donde quedan recogidos una desmesurada cohorte de fetiches con que asimilar el extrarradio de Europa. Pura estética de rap continental, decía.
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[1] Disponible en http://www.ignaciocastrorey.com/complicidades.htm.
[2] En este sentido, resulta especialmente recomendable revisar la breve (y magnífica) guía de literatura turcoalemana atribuida a Patricio Pron dentro de su artículo Contribución a un diccionario (posible) de (nueva) narrativa alemana, revista Quimera, nº 293; así como el artículo de Guillermo Altares Literatura al calor de la ‘banlieue’, El País, 5 de mayo de 2007. Lamentablemente, la gran mayoría de autores que citan tanto Pron como Altares no han sido traducidos al español.
[3] No cunda el pánico, muchachos. Paris Match no figura entre mis lecturas —digamos— habituales; el sampler está tomado de la contra del libro, ¿ok?
2 comentarios:
Qué interesante, Ibrahím, me lo leeré con más calma.
Thanks, bro
Me he reido un rato. Es muy bueno y muy sarcástico. Una crítica brutal, merece la pena leerlo.
"Pero la verdad es que de todo esto no quiero hablarte demasiado porque es muy personal. Y además se supone que soy un terrorista y los terroristas son demasiado tímidos para andar ligando con las chicas, las violan directamente."
"El respeto es cuando Samia, la hermana mayor de Nawel, quiere
alquilar un apartamento en París porque así le pilla más cerca el curro y le dicen que está libre, pero cuando dice el apellido como por casualidad lleva alquilado
desde el 11 de septiembre."
"El respeto es cuando esos antidisturbios reprimidos que presentan el telediario usan la
tercera persona del plural cuando hablan de la inseguridad, pero ponen el verbo en forma impersonal cuando hablan de la represión."
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