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jueves, 1 de mayo de 2008

Cuentos de matrimonios

Don't know…

Soy incapaz de abordar los Cuentos de matrimonios de Vicente Verdú de manera que no haga una lectura ideológica o marxista o de clase; en fin, llamadlo como más os mole…

Lo leo y es como si me expusiera al discurso de mis viejos —no en el sentido literal del concepto, sino en cuanto a antecedentes generacionales se refiere—, a saber: Ese espectro de población estatal de corte socialdemócrata y aún con ciertas vetas de elitismo intelectual [qué digo: bastantes vetas] que representa El País… El monopolio del progresismo en España desde la transición hasta nuestros días, o sea hasta el inicio de la era Público [genial periódico capaz de sacar en portada el GTA IV, con un director que sin ninguna clase de complejos hace apología del videojuego, y con un target al que en buena medida le resbala la dinámica de la vida política nacional]… Una burguesía de matrimonios aburridos que todavía puede permitirse el capricho de rechazar frontalmente los divorcios masivos y las relaciones seriadas, y mantener una actitud profundamente hipócrita sobre la sexualidad en tiempos de capitalismo postindustrial… Un imaginario de partidos de tenis, martinis, achaques, vacaciones en familia, PYMES, amantes, hastío, televisión…

Por supuesto, ninguno de nosotros —creo— tiene nada que ver con lo que Verdú representa. Pero Verdú es cojonudo: hace sociología, que en definitiva es lo que se esconde tras la máscara del término (Buena) Literatura, y además escribe pensado para un espacio público —en este caso, el suplemento El País Semanal—, que es donde ha de inscribirse la creatividad que tenga que llegar en los próximos años.

Así que hala, aplausos para el de Elche.

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