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viernes, 13 de febrero de 2009

De cómo el ‘Homeless’ y el «perdedor radical» saltaron al espacio cibernético

Como una versión dramática de ese entrañable personaje que constituye Enjunto Mojamuto. Así es como se erige el avatar anónimo-peleón que, se dice, infesta blogosferas o periódicos digitales, siempre aquejado por una logorrea belicista-adolescente, a leguas distinguible. Merece el esfuerzo entonces, salvaguardados por un prurito de higiene intelectual, leer esta conducta desde unos anteojos relativistas, pues presenciamos el salto del espacio urbano a ese otro cibernético del homeless desintegrado, tanto como del —haciendo uso de la terminología de Enzensberger— «perdedor radical»: «Nadie se interesa espontáneamente por el perdedor radical. El desinterés es mutuo. En efecto, mientras está solo (y está muy solo) no anda a golpes por la vida; antes bien, parece discreto, mudo: un durmiente. Si alguna vez llega a hacerse notar y queda constancia de él, provoca una perturbación que raya en el espanto, pues su mera existencia recuerda a los demás que se necesitaría muy poco para que ellos se comportasen de la misma manera. Si abandonara su actitud, quizá la sociedad incluso le ofrecería auxilio. Pero él no piensa hacerlo, y nada indica que esté dispuesto a dejarse ayudar.» – Internet y espacio urbano, lugares de heterogeneidad cultural por excelencia, tienen en común su capacidad de atracción a individuos en busca de su propia comunidad, si bien a partir de unos parámetros estrictamente selectivos (extrapolación de las teorías endogámicas sobre maridaje en Erich Fromm, Michel Houellebecq o Gary Becker —topoi «capitalismo de los sentimientos»—), de tal modo que el germen de este avatar descansa en quien por desconocimiento o rechazo frontal a las pautas de socialización permanece en los márgenes de determinada sección de la polis por la que manifiesta un cierto interés, o bien, habida cuenta de la oferta amplísima en lo que se refiere a ways of life, padece el que, consideramos, mal du siècle por excelencia: encontrar un lugar en el mundo.

8 comentarios:

Granito dijo...

Me encantan los homeless y los perdedores, ambos siempre adolescentes.

Todo por delante, miles de batallas que (volver) a perder, miles de miradas que les hagan sufrir.

¡Ah, la derrota!, que literario.

Oche Zamora dijo...

Vaya, Ibrahím, qué dureza la del texto de Enzensberger. Desconocimiento, rechazo, o imposiblidad real de hacer suyas esas pautas. Qué solos se quedan los... que condenados a ser proteos no encuentran un lugar, al menos, en el mundo.

Ibrahim B. dijo...

Aunque Enzensberger va centrando el libro en la descripción del terrorista islamista conforme avanzan las páginas, te recomiendo encarecidamente la lectura de este opúsculo; sobre todo su primera parte, disponibles en letras libres (googlealo y verás).

Un abrazo,

Luna Miguel dijo...

Conozco mi lugar.

El Miope Muñoz dijo...

La culpa es de los escritores. Que son unos zorrones, inexpertos y malfollaos. Diga usted que SÍ.

El Miope Muñoz dijo...

Ah, por cierto estoy con usted a tope también en lo del Lugar en el Mundo. Anatomía de Grey es muy significativa en eso.

Ibrahim B. dijo...

Le echaré un ojo. Danke schön.

Granito dijo...

Vaya, después de leer a Enzensberger matizo mi comentario, que me he quedado "asustau".

Vivan (y solo un poquitín) los perdedores y los homeless, pero sólo los que lo son sólo un poquitito, que como acaben en "perdedores radicales" estamos aviados...

Saludos desde mi lugar en el mundo.