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sábado, 2 de enero de 2010

'NOTES': Sobre el problema económico en la ficción

Se me ocurre que uno de los grandes conflictos que se presentan al escritor de ficción es la decisión de un sistema económico narrativamente solvente respecto de aquellas preguntas a las que pretende dar respuesta. Lo que es igual: un escritor divaga y divaga sobre la opción más rentable a la hora de conseguir bienes monetarios para sus personajes, porque de él se deducirá buena parte de la historia (luego el dinero sigue siendo un problema tan patológico en la ficción como en la realidad). Algunas hipótesis: un personaje puede tener un empleo burócrata, oficinista, funcionarial, verosímil, kafkiano, en cuyo caso se presumirá un estilo de vida aburrido in extremis, carente de opciones narrativas durante las 8 horas o más de jornada laboral del personaje. O un personaje puede ser escritor, o aspirante a escritor, o, por extensión, artista o aspirante artista, en cuyo caso la precariedad de lo underground y la ansiedad de reconocimiento —nada familiares en el resto de opciones laborales— será su razón de ser [«Deja de ser actor y dedícate a conducir un taxi, es más sencillo» (Takeshi, Takeshi Kitano)]. Igualmente un personaje puede haber recibido una herencia, un premio de lotería o, en definitiva, un dinero inesperado, y es aquí donde desaparece el miedo a la supervivencia y la ansiedad de ascenso en la escala social, pero también sus habilidades para conseguir una subsistencia digna en una sociedad (post)industrial [«En las sociedades preindustriales, la riqueza más estimada era aquella que uno no había trabajado y para la cual no necesitaba hacerlo, es decir, la riqueza heredada.» (Norbert Elías, La sociedad cortesana)]. Más: hablar de dinero hoy es hablar de categorías culturales, aunque también de una herramienta importantísima para la resolución de conflictos. Y si como bien afirma Menéndez Salmón, «uno escribe acerca de lo que teme, de lo que ha perdido o de lo que nunca ha tenido. Pero uno escribe también acerca de cómo le gustaría que fuera la realidad que se construye a este lado del espejo, a este lado del discurso, donde no hay novelas», y si el dinero es hoy una de las fuentes de ansiedad más notables, entonces —intuyo— parece un proyecto apetecible el hecho de que la ficción aspire a construir sistemas económicos alternativos y empleos imposibles «a este lado del espejo», de modo que los arquetipos de personajes y sus costes de oportunidad narrativos sean definitivamente superados.

4 comentarios:

Anónimo dijo...

hasta cierto punto Looking Backward de Bellamy es una de esas ficciones socio-económicamente "alternativas".

Es el ejemplo que me viene a la cabeza así a bote pronto.

(por cierto, me encanta el blog, al que a través del de Javier Calvo.

--CW

Ibrahim B. dijo...

Gracias por la visita y la referencia. Pinta muy bien ese 'Looking Backward'.



Benditos lectores.

Anónimo dijo...

he llegado aquí de casualidad porque casualmente hoy estaba pensando sobre esa posibilidad de construir proyectos alternativos en (y a través) de la literatura.

me gusta tu blog :)

saludos,



pe

Ibrahim B. dijo...

Muchas gracias por tus palabras, pe.

Saludos,