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jueves, 1 de enero de 2009

Extracto de "Underground Flavour from Línea 5 (Gran Vía)"

[…] Entender la religión como un paraguas solo para tiempo de tempestades: demasiado mayor para abrirlo; demasiado narcisista, querrás decir, para delegar en Otros esos méritos livianos que se atribuyen a tu voluntad – implacable. En otro tiempo, quién sabe, cuando joven, distraído en cosas ajenas a uno mismo como la patria o Dios (Stirner), habrías entrelazado los dedos de ambas manos y formulado promesas de profundo calado espiritual, compungido, a fin de liberarte de esta dichosa enfermedad que ahora bate sus alas en torno a tus defensas. Hoy no. Hoy solo aciertas a indagar en ti mismo y aferrarte a no sé qué clase de ambición que tú detectas extinguida, agotada: conocer Europa en bicicleta o haciendo autostop; que tus piernas consigan fundirse al fin con el asfalto, y la distancia que separa tu vista del horizonte no sea tal: liberar la mente sobre dos ruedas: bajo la fina lluvia atlántica, sacar al lobo estepario que llevas dentro: no reprimir el impulso de la soledad abisal, tan suculento, y a continuación resolver la pregunta de hacia dónde está dirigiéndose tu continente. No tratar con nadie apenas unas horas e inmediatamente después hacer desaparecer a ese personaje para siempre de tu vida: es la amistad la que te conduce al abismo; las mujeres, las que te convierten en diez mil avatares simultáneos: por Lily, por ejemplo, te encadenaste frente a un mercante solicitando el cierre de una central nuclear o el cese de la explotación infantil en Asia, después de que por Violeta apostataras de cualquier iniciativa cuyo carácter fuera solidario o activista, y abandonaras tus primeros pasos en lo más bajo de la jerarquía académica a cambio de un delantal a rayas en cualquier McJob. Por ellas fuiste un dandi, un hipster, un geek, un rapper, un yuppie, un jebi, un nerd, un especulador inmobiliario, un asesino a sueldo, un astronauta, un presidente del gobierno ruso, un emperador grecorromano, (¡¡¡¡un metrosexuá!!!!) un Yeats, un Apollinaire, un Ovidio, y hasta un descubridor de la vacuna contra el virus de la inmunodeficiencia humana. Intenta – busca la clausura, decíamos. Luego (siempre) está escribir, la escritura como única disciplina. Y del sexo, en fin, qué puedes decir. Recuerdas a Baudelaire y suscribes que tu pecado es terco; la contrición, en cambio, cobarde. Es ese tu plan si todo sale a pedir de boca, huir del sabor underground que amarga el paladar. Pero no demasiado […]

1 comentario:

Luna Miguel dijo...

Muy triste el texto, monsieur.