Cuando yo cursaba mis últimos años de instituto —modestia aparte— / pensaba mejor que toda Europa en el 68. / Podéis imaginároslo: derivaba hacia la corriente / más pesimista del existencialismo francés. Pobre. / Hoy, amigos míos, absorbo el malta mejor que Vileda. / Voy por el barrio. Me paran. Me dicen: / «¡Eh, pastelero!, ¿nos darás ya la receta / de La Crema de La Crema?» / Soy frívolo. Soy un frívolo hijo de puta, negros. Así es. /Si el ego pesara / necesitaría los brazos de una diosa india para sostenerme la testa. /Sé que te mola mi rollo, nena. / Pero tranqui, tíos. Todo perece. Vaneigem lo dijo:
La historia actual recuerda a ciertos personajes de dibujos animados, a los que una alocada carrera arrastra repentinamente por encima del vacío sin que se den cuenta, de modo que sólo la fuerza de su imaginación les permite flotar a tanta altura; pero cuando se aperciben de ello, caen inmediatamente.
Es siempre la misma mierda, la misma mierda todos los días.
La historia actual recuerda a ciertos personajes de dibujos animados, a los que una alocada carrera arrastra repentinamente por encima del vacío sin que se den cuenta, de modo que sólo la fuerza de su imaginación les permite flotar a tanta altura; pero cuando se aperciben de ello, caen inmediatamente.
Es siempre la misma mierda, la misma mierda todos los días.
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