Probablemente uno de los peores defectos que pueden advertirse en la narrativa contemporánea que intenta desarticular el Capital sea la subestimación del enemigo (véase reseña de Cut & Roll). A este respecto considero crucial la fascinación de Marx hacia los mecanismos del liberalismo sobre la que Deleuze incide en La isla desierta: «En El Capital de Marx hay un aspecto sobre el cual no se ha llamado suficientemente la atención, a saber, hasta qué punto está el propio Marx fascinado por los mecanismos capitalistas, precisamente porque son demenciales y, a la vez, funcionan a la perfección. ¿Qué es, entonces, lo racional en una sociedad? Puesto que los intereses ya están definidos por el marco de esa misma sociedad, lo racional es el modo en el que la gente los persigue y se propone su realización. Pero bajo los intereses están los deseos, las posiciones de deseo, que no se confunden con las posiciones de interés pero de las cuales dependen estas últimas, tanto en su determinación como en su distribución: un inmenso fluido, todos los flujos libidinales-inconscientes que constituyen el delirio de una sociedad.»
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